C A P I T U L O 18.

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—¿Qué dices? — Estaba en shock por eso que me había dicho. No me podía terminar en el mismo puto día, más que perder mi dignidad era que me dolía, no quería terminar con Delia a pesar de todo — Mira, acaba de pasar una estupidez, te mentí — Le expliqué todo el maldito circo que me había pasado, le dije la verdad. Tenía que decírselo, estaba mal interpretando las cosas y entré en pánico.

—Pero no entiendo porqué me sigues mintiendo — dijo decepcionada.

—¡Porque me daba vergüenza decirte que mojé tu celular por masturbarme con tu foto! — Le dije y traté de prender su celular el cual funcionó, me sentí un poco aliviada — Ya prendió — Se lo dí — En serio perdóname, todo fue una tontería.

—Te perdono si me prometes que no me volverás a mentir nunca más.

—Te lo prometo Delia — dije con la esperanza de que me perdonara.

—Tambien me gustaría que me cuentes más sobre ti, casi no sé sobre tu pasado, desde que te conozco me interesa saber más, pero tú no quieres contarme nada.

—Es que no hay nada por contar — fruncí los labios.

—Todos tenemos algo que contar. Quiero que me cuentes desde que tienes uso de razón.

—No me acuerdo — me daba vergüenza contarle mi vida.

—Entonces no te voy a perdonar nada — dijo molesta.

—¿Es chantaje? — pregunté incrédula.

—Eso creo... Pero es tu decisión.

Me tenía contra la espada y la pared, no me gustaba hablar de mi pasado.

—Nos tenemos que conocer más, Astrid, ya somos novias y lo único que sé de ti son pocas cosas.

—¿Entonces que quieres saber? — pregunté rendida.

Empezamos a caminar cerca de las albercas rumbo al mar.

—¿Cuáles fueron tus primeros recuerdos? — Preguntó curiosa.

—Emm...— Comencé a recordar —Estaba en una casa con mis padres y con unos hermanos mayores que yo.

Llegamos a la playa y comenzamos a caminar por la arena.

—¿Qué más? — Delia me estaba prestando mucha atención, lo que me distraía un poco.

—Mis padres peleaban todo el tiempo. Realmente estaba harta de eso, ya qué cualquier cosa que yo hiciera no les importaba, si lloraba me regañaban, les hacía dibujos, manualidades y tiraban todo a la basura en mi cara, eso si dolía— reí nerviosa al recordar eso — dejé de darles regalos, de hablar con ellos, de darle importancia a lo que me dijeran. Y cuando tenía cinco años, papá murió.

—Oh, lo siento mucho— dijo Delia apenada.

—No importa, yo no entendía nada en ese momento, casi no me hablaba de todas formas — dije honestamente — Después de ese suceso nos mudamos a esta ciudad. Mamá consiguió un muy buen trabajo y nos compraba muchas cosas pero nunca estaba con nosotros. Yo me la vivía en las escuelas todo el día, hasta que mamá salía de trabajar. Y cuando estaba en casa, mis hermanos sólo peleaban conmigo, por lo que me empecé a defender. Cuando crecí...— Comencé a recordar algo que me había pasado pero que jamás se lo había contado a nadie — Amm...

—Sigue contando, te escucho— Me dijo atenta.

—Hace mucho tiempo conocí a alguien — Me había acordado que antes de Delia, tal vez si me había enamorado de alguien más, aunque fue un tontería—mm... — Estaba dudando si decírselo o no. Me daba mucha vergüenza que conociera esa anécdota de mi vida, me hacía sentir débil.

Experta en ilusionar (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora