C A P I T U L O 17.

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Narra Astrid

--¿En serio? ¿Qué decidiste? -Le pregunté esperando su respuesta. Me había puesto nerviosa, no sabía que iba a contestar a pesar de todo, me hacía dudar que lo hubiera pensando.

Todo lo que le había dicho a Delia era cierto, después de meditarlo y pensarlo mucho, la idea de que fuera mi novia era lo mejor. No quería seguir viéndola con otras personas, sólo quería que estuviera conmigo. No podía estarme engañando más tiempo, solo me estaba sintiendo cada vez peor, y aunque la idea del compromiso me mataba, por lo menos sabía que a ella si la quería, no como a los y las demás.
La idea de no tener sexo me desagradaba, pero sabía que Delia me quería tanto como para poder aceptarlo algunas veces, o al menos eso esperaba.

- ¿La propuesta sigue vigente? - Me sonrió.

- Si - Le sonreí nerviosa.

- Entonces - Se acercó a mi - Si quiero ser tu novia Astrid.

De inmediato la abracé feliz y aliviada.

Me separé un poco y le di un beso tierno y corto en los labios.

-¿Acaso estoy soñando? Porque si es así no me quiero despertar- dijo Delia - Sólo espero que lo que dijiste haya sido en serio.

- Lo dije de verdad - Volví a juntar nuestros labios y mi estómago empezó a gruñir, provocando que Delia se riera.

- Vamos a que desayunes -Me tomó de la mano y salimos de la habitación.

- ¿Es necesario que le digamos de nuestra relación a tus padres? - Le pregunté. No sabía cómo funcionaban estás cosas exactamente.

- Mmm naa... dejémoslo así, no creo que haya problemas, pero no quiero que me cuestionen.

- Me parece bien - dije un poco aliviada, no quería avanzar tan rápido en ese aspecto.

Llegamos al restaurante y desayuné algo raro pero muy bueno. Mientras que Delia miraba como comía.

- ¿Es normal que me ponga nerviosa mientras me ves comer? - Le pregunté.

-Supongo que si, pero tú tienes la culpa por no levantarte pronto, hubieras desayunando juntas.

- ¿Ya me estás peleando? - reí.

- No te estoy peleando, es la verdad - dijo segura.

Estaba muy nerviosa, no sabía cómo me tenía que comportar siendo su novia, no lo quería hacer mal.

Nos quedamos calladas mientras terminaba de comer y después la invité a un mini centro comercial que tenía el hotel.

Le compré ropa que le gustaba, chocolates, dulces, algunas cosas para adornar, un reloj y una alcancía.

- Oye Astrid, no tienes que comprarme casi todas las tiendas - dijo Delia cargada de bolsas.

- ¿No te gusta? - Le dije preocupada.

- O sea si, pero no es necesario comprarme cosas. Yo sólo creí que íbamos a ver y conocer aquí, no que me ibas a comprar casi todo - dijo apenada.

- Lo siento - dije un poco afligida. Quería decir que lo estaba haciendo mal.

- Pero está bien, me gustan estas cosas, gracias - me sonrió.

Le ayudé con unas bolsas y nos fuimos a la habitación para dejar las cosas ahí, cambiarnos e irnos a la playa.

Le tomé la mano a Delia mientras caminábamos y después de un rato sentí que mis manos comenzaban a sudar.

Mierda... que puta vergüenza me daba que me sudara la mano de los nervios.
No podía creer que Delia me tuviera tan loca.

Experta en ilusionar (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora