C A P I T U L O 25.

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—¡No te abriré! ¡Lárgate! —Le gritó Astrid a la chica detrás de la puerta.

—Vine de visita a la ciudad para verte, te extraño —dijo la chica y yo miré incrédula a Astrid.

—¡Ya no somos nada Erika! No por nada te bloquee, ¡así que vete!

—No me moveré de aquí hasta que salgas.

Astrid se acercó a mi para susurrarme.

—Es una chica del pasado, ya no tengo nada que ver con ella desde hace mucho, pero está loca —me miró asustada esperando que le creyera —Está obsesionada conmigo.

Yo estaba confundida, no sabía que estaba pasando y todavía me encontraba desnuda en su cama.

—¡Si no te vas, llamaré a la policía! —gritó Astrid.

—No me importa, ya te dije que no me moveré de aquí hasta que salgas.

—¡Alba! ¡¿Dónde estás?! ¡Córrela! —Gritó Astrid, esperanzada de que la escuchara.

—No te escuchará, se acaba de ir —dijo la chica.

Astrid cerró los puños y abrió la puerta. La chica entró de inmediato y su mirada se dirigió hacia a mi.

—¡¿Quién es esta zorra?! —Se dirigió a mi y yo me asusté.

Astrid la jaló hacia ella y la empujó a la pared.

—¡No la vuelvas a insultar en tu puta vida! —Se acercó a ella y la tomó del cuello con sus manos.

Al ver todo lo que estaba sucediendo, comenzó a darme un ataque de pánico.

—¡Suéltame! —dijo la chica con dificultad, le agarraba los brazos para que la soltara pero no podía con su fuerza, Astrid le apretaba el cuello furiosa.

La chica comenzó a ponerse roja, parecía que poco a poco le costaba más trabajo respirar, más que a mi.

Astrid parecía que no iba a parar, por lo que me asusté más y sin importar que la chica me viera desnuda, decidí intervenir.

—¡Ya es suficiente! —dije alterada y la quité, por lo que Astrid soltó el cuello de la chica y ella comenzó a toser.

La chica se sobó el cuello asombrada por lo que acababa de pasar. Astrid le había dejado marcas rojas.

—Vete —Le dijo Astrid, y la chica sin decir nada se fue asustada.

Mi corazón seguía acelerado y seguía costandome respirar, me senté en la cama para calmarme y me tapé la frente con la mano.

—¿Qué tienes? —Se agachó frente a mi e intentó tocar mi mejilla pero la quité molesta.

—¿Por qué hiciste eso? ¿Acaso la querías mat...

—No no —me interrumpió —solo la quería asustar, ya me tenía harta, en verdad no me dejaba en paz y que te dijera zorra me colmó.

—Noté tu cara, si no te detenía, no ibas a parar...

—¿Y cuál es el puto problema? No ha parado de molestarme desde que la dejé, se lo merecía.

—-¡No puedes tratar de matar a cualquiera que se te cruce en tu camino! —Le grité respirando rápido.

—¡No lo iba a hacer de todos modos! —tambien gritó.

—Me siento mal, necesito estar sola —La miré esperando que entendiera y se fuera.

—Es mi puta habitación —me miró con el ceño fruncido.

—Que bueno que me dices —Me iba parar pero Astrid me lo impidió.

Experta en ilusionar (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora