C A P I T U L O 5.

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El fin de semana estuve haciendo mi estúpido castigo de mierda, el maldito servicio social. Era horrible juntar basura y pintar paredes de la escuela. Y cada vez que lo hacía me acordaba de la estúpida de Giselle... tenía que tener una paliza digna. Aunque no por el momento. Ya tenía suficiente con una demanda en mi camino, no quería otra pronto.

El lunes decidí que era el día de llevar a Delia a la feria. Necesitaba un poco de diversión en su vida, aparte necesitaba avanzar más con ella. No pensaba conseguir su número así que fui directamente a su casa sin que sus papás se enteraran e hice que faltara a la escuela.

—Me hace sentir mejor salir de la rutina ¿sabes?—Me dijo mientras estábamos en la rueda de la fortuna.

—¿A quién no le agrada eso? ¡Que se joda la puta rutina!—grité, sin importan quien me escuchara.

Delia me miró un poco sorprendida por mis palabras, tal vez porque no había tenido ese vocabulario frente a ella. Pero después se suavizó con una risa.

—¡Si! ¡que se joda! ¡Que se jodan todos!—Me miró esperando mi aprobación y no pude evitar reírme por su mal intento de imitarme.

Estuvimos jugando en varios juegos en donde te ganabas premios, nos ganamos uno que otro peluche y también nos subíamos a varios juegos extremos en donde al final Delia casi vomitaba.

—Te lo advierto, si vomitas mis tenis me la pagarás—le advertí bromeando.

—No vomitaría en tus tenis, es más divertido en tu cara—rió.

—Inténtalo y conocerás las consecuencias—Rápidamente me subí a un juego de carros chocones y ella se subió a otro carro. No paraba de chocarme y yo a ella.

El realidad todo estuvo muy divertido. Nos subimos a más juegos y participábamos en otros muy ridículos.

—Cuéntame Delia, ¿Tienes novio?—pregunté mientras caminábamos rumbo al auto.

—No... hace mucho que no tengo ¿y tú?

—Yo tampoco... me gusta mi soltería—aclaré.

—A mi también me gusta estar soltera—la miré de inmediato en cuanto dijo eso, me sorprendió su respuesta.

Me había alegrado de qué tal vez pudiera tener algo espontáneo con ella, sin necesidad de que se apegue.

—¿En verdad?

—Si... Es patético tener una relación con alguien y pensar que durarán toda la vida cuando la mayoría de las veces no es así.

—Si, lo es— me estaba pareciendo interesante, no había escuchado decir eso a nadie.

Nos subimos al carro y conducí hasta el lugar en donde se encontraba el grupo. Como siempre no quería asistir, pero no podía faltar.

Llegamos y nos sentamos juntas. Aunque podía ver la cara de desaprobación de Alicia.

—Astrid—me susurró Delia —Me acordé de una historia, que seguro te encantará.

—¿De verdad? Más te vale que si me guste ¿Cómo se llama?

—Se me olvidó el nombre—rió— pero te la contaré.

—¿Cómo se te pudo olvidar el puto nombre?—intenté regañarla.

—Lo siento, pero te contaré todo...

—¡Astrid!—gritó Alicia. Era raro que gritara, al parecer le estaba cayendo mal a la vieja—Cámbiate de lugar, no las quiero volver a ver juntas en el salón.

Experta en ilusionar (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora