C A P I T U L O 13.

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Narra Delia.

Estaba enamorada de Astrid. No podía evitarlo, y es que detrás de esa imagen mala que tenía, sabía que era una chica buena, por eso me defendía y a veces me ayudaba.
Ella estaba enamorada de mi también, lo sabía, pero no entendía porqué se comportaba como una estúpida que no quería aceptar sus sentimientos.

Me sentía muy triste, Astrid me hacía llorar muy fácil. Pero ya no le pensaba hablar, me había hartado de su ego.

El clima no ayudaba en mi estado de ánimo, el cielo estaba pintado de gris y la clase de historia lograba que me diera sueño. Así que acosté mi cabeza sobre la mesa, viendo la ventana y como las nubes se movían rápido por el viento que hacía.

No quería ir a las pláticas por el simple hecho de que iba a ir Astrid, no quería verla. Así que no fui y me quedé en casa haciendo tarea.
El viento seguía soplando fuerte y mi ansiedad comenzaba a aparecer junto con mis pensamientos intrusivos.

Me sentía sola, aunque sabía que no lo estaba del todo porque tenía a mi familia. Pero aún así me sentía así. Por un momento Astrid me estaba ayudando a sentirme mejor, pero también lo arruinaba haciendome sentir mal a cada rato.

No sabía porque no se me había dificultado enamorarme de ella, era muy guapa y hermosa. Era fácil caer ante sus encantos y mentiras, con sólo ver su cara te atraía.
Además besaba muy bien... Y su cara de enamorada me hacía sentir mil cosas que no sabía que podía sentir.

Tomé una de mis navajas, cerré con seguro la puerta y desnudé mi brazo lleno de mis horribles marcas. Tenía que hacerlo, me ayudaba a desahogarme. Tenía semanas que no me había lastimado, pero me encontraba muy triste. Así que puse la navaja en mi brazo, estaba lista para cortar pero el sonido de mi celular hizo que brincara del susto.

Agarré mi celular y vi que era un número privado, aún así contesté.

—¿Hola? — dije. Pero nadie contestó y sólo se escuchaba una respiración.

Colgué y volvieron a marcar.

—¿Quién es? — volví a contestar, pero está vez me colgaron a mi.

Ya no volvieron a marcar y decidí mejor dejar la navaja de lado y seguir con mi tarea.

Al día siguiente en la escuela, las clases comenzaron intensas, demasiados trabajos en clases y tareas. Ya me estaba doliendo la cabeza con los problemas de matemáticas.

El sonido de la alarma de incendios se escuchó por toda la escuela y todos comenzaron a gritar.

—Quiero que salgan calmadamente fila por fila — dijo el maestro. Pero muchos por el pánico salieron descontroladamente.

Yo salí tranquila, que más daba si me incendiaba.
Todos estaban corriendo por los pasillos hacia la salida y pude ver a Astrid en el césped burlandose y fumandose un cigarro.

Seguramente tenía algo que ver con eso, pero no quería meterme en problemas por su culpa.

— ¡Delia! — En cuánto me vió se acercó a mi — Ayer no fuiste a las pláticas ¿Estás bien? O sea no es que me importe, no me importa en realidad, pero Alicia estuvo muy preocupada por ti — no pude evitar reír ante eso.

— Entonces me hubiera llamado ella si tanto le preocupaba — Quise seguir mi camino pero ella me impedía el paso — Se supone que estamos en una emergencia, la escuela se está incendiando, déjame pasar.

— En realidad todo está bien, yo activé la alarma porque me había aburrido.

— Sabía que habías sido tú, pero no quiero que me metas en tus problemas, no debería de hablar contigo.

Experta en ilusionar (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora