¿Cómo una chica tan alegre y radiante pudo involucrarse con personas como nosotros? Era esa pregunta que rondaba en mi cabeza siempre en ese tiempo pero ahora...
Después de años
Me arrepiento de no haberla protegido
Y en ocasiones de haberla podrido
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Kati
¿Como puedo describirlo? El sentimiento que tengo atorado en la garganta, ese presión en mi pecho y esas ganas de llorar.
¿Por qué?
Tal vez estoy triste por lo que pasó hace tiempo...
No.
Lo sentí desde el día en que Boris dejó de pasar tanto tiempo con nosotros, cuando lo veíamos con Kylie o cuando a veces nos evitaba.
Era frustrante y triste como me sentía. Quería gritar y tirar todo, pero se que la agresión no es la respuesta a todo.
Estaba allí, parada fuera de mi casa por que no podría estar dentro sin sentir que me derrumbaria frente a mi madre, no soy para nada fuerte, soy tan débil.
Esperaba que Theo pudiera animarme aunque sea un poco, es mi amigo y siempre me hace reír.
Sentia el calor poseer cada parte de mi cuerpo, el sudor bajaba por mi espalda y me estaba poniendo muy roja.
Hasta que por fin el autobús llegó me subí, caminé donde sabía que Theo me esperaba con una sonrisa y un asiento en mi lugar favorito.
Me senté y le regalé una sonrisa, una que no era del todo falsa, por que realmente me alegraba de verlo.
Como acostumbré, recoste mi cabeza en su hombro, al principio se tensó, pero después se fue relajando y dejando caer su cabeza en la mía.
Creí que por un momento me sentía mejor, pero al cerrar los ojos podía sentir los brazos de Boris alrededor de mi cuerpo, abrazandome en una noche estrellada y fría. Sintiendo su olor, sintiendo su piel suave y sintiendo sus rizos rozar con mi cara, daban cosquillas y picaban a la vez.
¿Era eso lo que quería? ¿Lo que deseaba? ¿A caso deseaba a Boris?
Suspire melancólica, aunque parezca imposible, el delicado toque que me proporcionaba pocas veces Boris, me hacía sentir viva y más feliz que cualquier otro día.
Era algo extraño, que no sentía hace mucho y que ahora no lo tenía.
Terminamos por llegar a la escuela, bajamos y me fui directo a mi casillero, me había equivocado muchas veces en mi contraseña, no entendía, ahora que la ponía detenidamente no se abría ¿Qué rayos le pasa?
-Vamos... Funciona–Susurre frustrada al ver que aún no servía.
-Tal vez no funciona por que es mi casillero–Escuche la voz burlona y ronca que me había traído pensado esta mañana.
Mire a Boris, tenía su cabello desordenado, traía un pantalón chaleco y playera negra, unos lentes en su cabeza y una corbata, había un dibujo en su playera que no pude ver bien.
-Lo... Siento–Mi voz sonaba como un susurro, como si quisiera que nadie me escuchara.
Y es que, nadie iba a hacerlo, ya hace un minuto la campana sonó y todos corrieron a sus clases.
El fruncio el ceño con una sonrisa burlona, se acerco a mi lentamente. Eran los segundos más largos de mi vida.
El se posicionó frente mío, tan cerca que pude ver cada peca en su rostro. El movió su cabeza, acercó su boca a mi oído, casi pegandola a ella y con un susurro que erizo mi piel me habló.
-Deberías ir a clases kotenok–Me quede helada.
Después de unos días había escuchado su voz, ronca y suave a la vez. Era como si de pronto mi corazón quisiera salirse de mi pecho.
El abrió su casillero y yo solo estaba allí, inmóvil, aún sintiendo su embriagante aliento en mi oreja. Cuando el me miro, pude sentir como mis mejillas tomaban un color intenso carmesí.
Decidí darme la vuelta e irme lo más rápido de allí, eso hice, caminé a mi clase, pero vi que con quien me tocaba era con el profesor más regañon y malhumorado del planeta.
Seguro me regañaría, avergonzaria y luego me daría un castigo. No estaba preparada para eso, mi día iría de mal en peor.
-Hay una forma–La voz de Boris resonó en el lugar haciendo que sobresaltara.
-¿Qué?–Dije aún sin saber de que hablaba.
-Si no quieres recibir un regaño, hay una forma de evitarlo–Me miro con una sonrisa y mirada malévola pero a la vez divertida.
-¿Cuál forma?–El hizo una seña con su cabeza, dando a entender que lo siga.
Lo pensé por un momento, ¿Qué pasa si me voy con el? Tal vez no pase nada malo.
Le regalé una media sonrisa, empecé a caminar a su dirección, cuando estuve a su lado, el tomo mi mano y empezó a correr.
El corazón me latía rápido, mis mejillas estaban más rojas que un tomate y una felicidad infinita lleno mi mente y cuerpo.
Salimos de la escuela, corrimos unos metros más, cuando perdimos de vista la escuela nos paramos para poder regularizar nuestra respiración.
No lo había pensado mucho para seguirlo, sabía que el no me haría nada malo y que yo confío ciegamente en el.