Buenas.
Les dejo con el capítulo de hoy. Espero que les guste :P
La apreté contra mí, aún incapaz de soltarme de su abrazo, no quería que mis días allí terminasen, a pesar de que sabía que en unas horas abandonaríamos el país. No quería que ella se enfrentase a ese cabrón, ni perder la oportunidad de quitarle la vida yo mismo.
- Nate – me llamó, haciéndome salir de mis pensamientos, dejé de aferrarme a ella y observé como se retiraba, dirigiendo su mirada a la mía – quizás te parezca una locura, o incluso no quieras hacerlo, pero ... necesito volver a sentirte dentro de mí – sonreí, aquella chica me encantaba. No tenía suficiente después de haberse pasado el maldito día conmigo entre sus piernas, ella quería más, a pesar de estar convaleciente.
- Nuestro avión saldrá temprano – me quejé, intentando traer un poco de cordura a aquella conversación. Ella sonrió, acortando las distancias entre ambos – Roni... - me quejé, en cuanto ella se aferró a mi miembro, aún por encima de los pantalones, apretándolo, sonriendo en cuanto lo sintió duro, y más que preparado para lo que ella quería.
- Aprovecharé para dormir en el avión si es necesario – aseguró, abriéndome el pantalón, ante mi atenta mirada, sin detenerla si quiera – pero necesito... - un gemido se escapó de su boca, tan pronto como me bajó los pantalones, observándola frente a ella. Esa mujer me volvía loco, diré, en mi defensa.
- Yo también lo necesito – aseguré, sin poder contenerme más, gimiendo sobre su rostro, tan pronto como ella se acercó a mí, y comenzó a acariciar mi miembro, con su mano – Oh, Roni... - se detuvo, echándose hacia atrás, mirándome con lujuria, justo como esa mujer era, todo deseo, no había nada más que eso. Se quitó el albornoz, dejándole caer al suelo, quedándose desnuda frente a mí. Sonreí, sabía que era lo que trataba de conseguir, provocarme, era toda una experta en eso. Me mordí el labio, lamiéndolo después, acortando las distancias entre ambos, fijándome en las cicatrices que adornaban su estómago, aún recientes.
La cogí en brazos, subiéndola a la mesa, dejando sus pies colgando, mientras me apoyaba en ella, y dirigía mis labios a su boca, mordiéndola, haciéndola estremecer. Me quité la camiseta, quedándome desnudo frente a ella, incluso mandé al otro lado mis pantalones, mientras ella observaba mi cuerpo.
- ¡Oh, Nate! – gimió, acariciando mi cuerpo, desde mi cuello, pasando por mi pecho, mis pezones, mi abdomen, mi espalda, mi trasero, terminando en mi pene, haciéndome estremecer en cuanto sus dedos presionaron el glande - ¿cómo puedes ser tan perfecto? – justo iba a responder, cuando ella apoyó sus labios en la piel desnuda de mi pecho, haciéndome gemir, sin poder evitarlo, ni siquiera me detuve, no cuando su lengua rodeó la areola de mi pezón izquierdo, succionándolo con su boca después. Me quedé quieto, sin poder reaccionar, mientras su lengua recorría mi piel desnuda, deteniéndose en mi ombligo, acariciando los escasos bellos en mi piel, bajando más, deteniéndose, bajando de la mesa, poniéndose de rodillas frente a mí sin perder detalle de mis ojos, que la miraban, con atención, porfiándome.
Sabía lo que esa salvaje iba a hacer incluso antes de que lo hubiese hecho, pero no la detuve, quería sentir la humedad de su boca envolviendo mi polla.
Me mordí el labio, aferrándome a la mesa, tan pronto como ella lo hizo, hasta casi su campanilla, haciéndome abrir la boca, emitiendo sonidos, sin poder detenerme, olvidándome de la puta mesa, del lugar en el que nos encontrábamos, de absolutamente todo, aferrándome a su puñetera cabeza, mientras la guiaba, y me dejaba ir, sin poder evitarlo, en el interior de su boca.
Se levantó, satisfecha, sin dejar de mirarme, limpiándose las comisuras de los labios, calentándome con sólo ese detalle, de nuevo.
Sé que mi miraba la impactó, la forma en la que necesitaba más de ella parecía irreal, más cuando acababa de hacerme la mejor mamada de la puta historia, la había disfrutado tanto, que había terminado en su preciosa boca, y aun así quería más de esa chica. Era imposible, nunca antes deseé tanto a alguien como la deseaba a ella.
La cogí en brazos, volviendo a subirla a la mesa, lucía muy serio, tanto que quizás creyó que estaba enfadado, pero sólo estaba intentando controlarme, no agarrarla como si fuese un puto depravado, follármela duro, como tanto deseaba hacer en aquel momento, tanto, que me daba igual dañarla, y eso no era algo que estaba dispuesto a dejar que sucediese. Jamás dejaría que nadie la dañase de nuevo, ni siquiera yo.
Apoyé los labios en su sexo, besándolo, haciéndola sonreír, sin dejar de observarla, mordiendo su muslo interior, el sano, fijándome en sus expresiones, dibujando una sonrisa al verla disfrutar de aquella manera. Subí un poco más, hasta su abdomen, besándolo con lentitud, mordisqueando las partes sanas, mientras ella seguía gimiendo, como si estuviese tocando las teclas exactas para hacerla sonar bien. Me sentía como un músico en momentos así, tenía el don de tocar la tecla exacta para hacerla disfrutar como nunca.
Su rostro se desencajó cuando mis dientes cazaron su pezón izquierdo, mientras mis dedos hacían lo mismo con el derecho, encendiéndola nuevamente.
- Nate – me llamaba, entre gemidos, justo cuando apretaba mi más que preparado miembro, para volver a la carga, contra su sexo – oh, Nate... - apretó mi trasero para aferrarme más, cómo si me quisiese ya dentro de ella, cuando yo aún no había ni empezado a darle aquello que podía hacerla llegar a la luna.
- Tenemos toda la noche – la calmé, volviendo a morderla. Ella sabía que era lo que pretendía, quería disfrutar de cada rincón de ella, recordar cada parte cuando no estuviésemos juntos.
Mordí su cuello, observando cómo disfrutaba. Estaba más que listo para penetrarla, pero aún quería hacerle mucho más.
Recorrí su trasero, su cintura, su espalda, entre besos, muerdos y lametones, con ella gimiendo con cada uno de ellos, iba a volverme loco. Le di la vuelta, colocándola boca arriba, volviendo a agacharme, metiendo la boca entre sus piernas, logrando lo que quería, captar toda su atención.
- Nate, me estás matando... - sus gemidos, me volvían loco, me hacían perder la poca cordura que tenía, así que terminé metiendo un par de dedos en su interior, moviéndolos dentro de ella, llenándome con su humedad, haciendo crecer sus temblores, pero me detuve, cazando entre mis dientes su clítoris, haciéndola levantar la cabeza para observarme.
"Voy a follarte tan duro..." - resonaba mi propia voz en mi cabeza. ¡Joder! Ya no podía aguantar más, pero necesitaba hacerlo, así que comencé a mover mis dedos de forma intensa, haciéndole gritar más, apretarme la mano libre, altamente encantada con lo que le estaba haciendo. Justo cuando iba a correrse me detuve, incapaz de prolongarlo más, clavándome dentro de ella, echándome sobre ella, follándomela como tanto necesitaba.
Su orgasmo no se hizo esperar, y ese fue el maldito detonante para ayudarme a llegar a mí, terminamos gimiendo como dos sementales, conectando nuestras miradas con el otro, besándonos al terminar.
Joder, el sexo con ella era lo mejor que había probado en mi vida, no podía, no quería renunciar a él.
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YOU are Mine | COMPLETA
RomanceNate Santoro tiene todo lo que puede desear, su propio negocio de vigilancia, grandes socios adinerados, y una mujer diferente en su cama. La vida de este adinerado magnate no será la misma después de conocer a Verónica Lewis, la hija adolescente de...