Capítulo 39 - Desde cero.

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Hoy toca nuevo capítulo, espero que les guste :D

Capítulo 39 – Desde cero.

A veces me considero un tío con suerte, sólo a veces, porque la muerte de mi padre no fue una suerte, encontrarla a ella lo fue, como si me tocase la lotería, pero la vida volvía a quitármela, aunque

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A veces me considero un tío con suerte, sólo a veces, porque la muerte de mi padre no fue una suerte, encontrarla a ella lo fue, como si me tocase la lotería, pero la vida volvía a quitármela, aunque... que se quedase dormida en mis brazos, antes de marcharse a ninguna parte, eso quizás fue mi golpe de suerte.

Ni siquiera quería pensar en lo que su padre le había obligado a hacer para conseguir la compañía de vuelta, ni cómo aceptó ella quedarse como presidenta del casino, después de perderlo todo, sólo había querido hablar con ella, pedirle que se explicase, por eso llamé a su madre, preocupado, jamás esperé que Barbs pudiese decirme las cosas atroces que me dijo, ni amenazarme con derrumbar mi empresa si no me alejaba de Roni.

No debí crear una brecha de seguridad en mi propio sistema sólo para descubrir lo que ese hijo de puta le hizo, pero ... estaba tan preocupado en ese entonces, que ... ni siquiera lo pensé. Ese era mi puto problema, cuando se trataba de ella no pensaba, sólo actuaba, y eso era lo que me había llevado a ese lugar.

Quizás aquello era un error, lo que sentíamos el uno por el otro, pero no podía simplemente extirparlo, no cuando ella me había hecho tan feliz.

- No te vayas – pidió, en sueños, aferrándose a mi cuerpo, dejando caer una lágrima en mi pecho. Apoyé la mano en su cabeza, besando su frente después.

- No voy a ir a ninguna parte, nena – la calmé.

Mis putas decisiones me habían llevado a aquella habitación, junto a esa mujer que me hacía feliz, en aquella despedida que no quería llevar a cabo.

- Galaxy – llamé, hacia la nada, en aquella oscura habitación, observando el parpadeo de mi teléfono móvil. Era ella, a pesar de que no hablaba, porque tenía el móvil en silencio – cuida de ella por mí, activa el modo silencioso.

Sus palabras vinieron a mi mente: "No es como si estuviese enamorada de ti" Sería fácil para ella dejarme atrás, empezar una vida con cualquier otro tío, a pesar de que yo no podría soportarlo, pero eso era algo con lo que lidiaría más tarde, no en aquel momento.

No sé en qué puto momento de la noche me quedé dormido, y más habiéndome prometido a mí mismo que no lo haría hasta que ella despertase, pero cuando lo hizo, me sorprendió no encontrarla a mi lado.

Se había acabado, cualquier cosa entre ella y yo. Tenía que hacerlo para proteger mi imperio, más bien, ella tuvo que hacerlo cuando a mí me tembló el pulso. Siempre lo supe, que ella era una mujer excepcional, con más cabeza que cualquier otra chica de su edad, incluso más madura que yo, en ocasiones como aquellas.

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Una semana sin ella, una puta semana sin ella y ya me sentía perdido. No era yo mismo, no desde que ella se marchó de mi lado. Asistía a las reuniones cómo si realmente no estuviese allí, firmaba los acuerdos sin ni siquiera mirarlos, y tenía que repetir más de tres veces seguidas la misma simulación porque no había apuntado los resultados, en el laboratorio de pruebas. Pero, a pesar de todo, lo disimulaba bien, supongo que después de llevarme gran parte de mi vida mintiendo, ya estaba acostumbrado.

Otra semana más y me sentía echo una mierda, pero mi vida no se detuvo, ni por asomo, la vida sigue, como de costumbre, indicándote que cómo no te repongas rápido te quedas fuera de juego. Tenía asuntos que atender, reuniones a las que asistir y tratos que cerrar.

- Así que... volvemos a estar frente al cabrón sin corazón de Hércules Santoro – reconoció Abdul al verme agarrar la botella de ron después de nuestra última reunión, dando un trago, dejándola luego sobre la mesita, mirando por la ventana. Tenía su puta risa metida en la cabeza, y no salía de ahí a pesar de lo mucho que lo intentaba – dejar de frecuentar a la palomita te ha devuelto a tu estado original.

- Las tías son sólo agujeros – le dije, mostrándome tan frío como de costumbre. Después de dos putas semanas sin Roni, ni siquiera sabía diferenciar la realidad de mis propias fantasías – donde meterla en caliente – agarré la chaqueta y salí de la oficina, necesitaba volver a casa, desconectar.

Una semana más pasó. Me encantaría poder deciros que había vuelto a ser yo, el semental de siempre, implacable con cualquier chica, frecuentando a prostitutas y todo un cabrón... pero os estaría mintiendo, desde que me marché del hotel, me compadecía de mí mismo a diario, tanto que me anulaba como persona. No había podido volver a dar la talla en el sexo, era imposible que se me levantase. Me había convertido en un puto impotente de mierda.

El alcohol era lo único que me ayudaba a mantener a raya mis putos sentimientos, eso y mi predisposición para triunfar en los negocios.

La cuarta semana y el puto twitter... las redes sociales, en general, no ayudaban. Según los rumores Roni estaba saliendo con un nuevo tipo, por lo que evitaba pensar en ellos, nublando mis propias fantasías con boxeo. Me entrenaba tres veces al día, sin detenerme hasta caer exhausto en la cama. A veces la veía en sueños, mirándome, con esa sonrisa que añoraba cada día.

Y otras veces escuchaba a mi tío paterno, asegurándome lo débil que era, un cobarde de mierda que huía antes de enfrentar los problemas, de buscar la verdad sobre la muerte de sus propios padres.

La quinta semana, y seguía echo un completo desastre... Grité, furioso, golpeando con todas mis fuerzas ese saco de boxeo, con impotencia, manteniendo el puto dolor a raya, no podía dejar que me venciese. No era un puto cobarde, no era débil, iba a demostrarle al mundo que no tenía sentimientos, que era implacable, el gran Hércules Santoro había vuelto.

Llevaba un mes y medio huyendo de cualquier acto público, la razón siempre solía ser la misma, ella. Aún no estaba preparado para mirarla a la cara y fingir que no había sucedido nada entre nosotros. Ella parecía haber seguido adelante, pero yo ...

No podía seguir escondiéndome mucho más, no cuando los prototipos del nuevo proyecto estarían pronto a la venta en todo el mundo, Galaxy ya no era un proyecto, era una realidad, aunque sólo ella conociese su potencial.

Intenté posponerlo hasta el final, la reunión de celebración con mi equipo, pero tenía que coger al toro por los cuernos de una vez, enfrentarme a mi gente, a mi realidad, dejar de parecer un despojo humano a causa de una mujer.

Y así fue cómo terminé en aquel bar, encerrado en el cuarto de baño del local, aflojándome la corbata, disfrutando de aquella mamada, mientras la chica hacía un verdadero trabajo ahí abajo. Justo le daría la puta enhorabuena. Era la mejor mamada de mi... Roni, ella era la única que podía hacérmelas, me dijo mi subconsciente, recordando aquella vez, en la que me montó un pollo, después de llegar borracho a su casa, oliendo a perfume barato.

- Para – ordené a la morena del pelo corto, haciendo que la chica me mirase sin comprender, poniéndose en pie, limpiándose la comisura de los labios – toma – saqué un par de dólares de la cartera y lo puse a su alcance, me observó, molesta, para luego estamparme la mano en la cara.

- No soy una puta – se quejó. Vaya, había sido todo un error por mi parte.

- ¿No lo eres? – pregunté, divertido – Entonces ¿por qué pareces una?

- ¡Eres un capullo! – espetó, dándose la vuelta, marchándose del habitáculo, mientras yo sonreía. La situación me parecía demasiado cómica.


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