Capítulo 26 - Confesiones.

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Buenos díiias!

Os dejo capítulo de hoy, espero que os guste y sin más me largo a crear :D Estoy inspirada hoy jejej

Los pájaros cantaban sin cesar, en aquella soleada mañana, mientras mi consciencia despertaba.

Sentía un fuerte dolor en el abdomen, como si alguien hubiese estado hurgando en mi interior, recordando entonces las cuchilladas de Benjamín, sintiendo una leve punzada en la pierna, pensando en el mordisco que él me dio, y entonces, sólo entonces, el rostro de Nate vino a mi mente. Él estuvo allí, incluso me llevó en el coche a alguna parte, le recordaba conduciendo a alguna parte, mientras yo perdía la vida.

Pero no parecía estar muerta. Estaba viva, en algún lugar.

La presión en mi mano se hizo latente, haciéndome salir de mis pensamientos, abrí los ojos, despacio, observándole allí, con su mano entrelazada a la mía, apretándola para traerme de vuelta.

Sonreí en cuánto lo vi, él me había salvado, era mi eterno ángel guardián. Pero perdí esta en cuanto le vi llorar, frente a mí. Jamás esperé algo así.

- Nate... - ni siquiera sabía qué decir, estaba demasiado perpleja al respecto.

- Estaba tan asustado... - me dijo, con la voz tomada. Parecía que llevaba llorando bastante - ... pensé... pensé que iba a perderte – sonreí, apoyando la mano sobre su mejilla, calmándole.

- No voy a ir a ninguna parte – contesté. Sonrió, agradecido, mientras yo pensaba en todo lo que él estaba soportando por mi culpa, desde el principio, y sólo por esa lástima que aún sentía hacia mí – lo siento tanto... - negó, mientras yo dejaba caer la mano, apoyándola sobre mi pecho, sin dejar de mirarle - ... deberíamos detenernos aquí – no entendía lo que quería decir, así que hablé – sé por qué estás haciendo todo esto, Nate. Tu protección, quedarte a mi lado, la paliza a Jacob, venir a buscarme cuando te enteraste de lo de Benjamín... - lo dejé en el aire, pensando en ello un momento - ¿cómo te enteraste, por cierto?

- Galaxy – contestó, como si tal cosa. Pero lo entendía, ella podía hacer cualquier cosa – pensó que estabas en peligro, se metió en tu móvil, y me mostró la conversación que tenías con ese malnacido en ese momento. Te encontré gracias al GPS de tu móvil.

- Galaxy es maravillosa – reconocí, haciéndole sonreír – tenía tanto miedo, Nate... - mis lágrimas cayeron, y él se preocupó un poco más. No quería eso, no quería seguir despertando esa lástima en él, dañarle, de ninguna manera – ya no quiero que sigas haciendo esto – me observó, sin comprender – cuidar de mí, preocuparte por lo que otros puedan hacerme...

- Verónica... - me llamó, volví a acariciar su rostro. Era tan guapo, siempre me pareció tan especial, el hombre más maravilloso del mundo, a pesar de sus muchos defectos.

- Desde el principio fuiste así... - pensaba en el pasado, en todas las veces que él me sonrió, para mostrarme que la vida era un lugar maravilloso, a pesar de las palizas que recibí de mi padre - ... pero ya no puedo soportarlo más, Nate – sus lágrimas cayeron, mojando mis dedos – la forma en la que me miras, esa lástima reflejada en ella.

- ¿Lastima? – repitió, empezando a comprender la situación – nada de esto ha sido por la puta lástima – sonreí, acariciando su mejilla, con las yemas de los dedos, en calma. Sabía que sólo estaba diciendo aquello para calmar mi corazón, como tantas otras veces hizo con esa mirada de calma que me procesaba cuando ni siquiera hablábamos. Reconozco que en aquella época me bastaba sólo con eso.

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