Capítulo 36 - Besos.

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Buenas tardes.

Siento la tardanza de hoy, pero me estuvo fallando la página de wattpad, y luego me fui al campo de barbacoa.

Espero que les guste el capítulo de hoy, a pesar de ser cortito. 

El jueves tendrán nuevo capítulo :D

Dormía, ese semental borracho que había venido a mi casa, a altas horas de la noche, oliendo a tabaco y a perfume barato, asegurándome que no lo había hecho con la puta que su socio le había alquilado sólo porque quería pasar la noche con su novia, conmigo. Ese idiota acababa de poner etiquetas a lo que sentíamos el uno por el otro.

¿Cómo podía ser tan perfecto? Incluso cuando dormía con la boca medio abierta, después de haber estrenado aquella cama, haciéndome el amor, justo como él sabía. Ya no me quedaba ninguna duda, me había enamorado de ese capullo, y estaba aterrada, ni siquiera podéis imaginar cuánto, pero los sentimientos se arremolinaban al mirarle, disipando todo a su paso.

 Ya no me quedaba ninguna duda, me había enamorado de ese capullo, y estaba aterrada, ni siquiera podéis imaginar cuánto, pero los sentimientos se arremolinaban al mirarle, disipando todo a su paso

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Sabía que las cosas se pondrían aún más complicadas cuando el mundo entero se enterase de quién era realmente Christina Santos, quizás no era el momento para que aquello entre nosotros surgiese. No. Era plenamente consciente de que no era el momento. Pero cómo parar algo que me hacía feliz. Era el único que había estado ahí para mí, cuidándome, actuando tan distante y tan genial al mismo tiempo.

***

Desayuné junto a la piscina, pensándole aún en mi cama, dormido, tenía pensando bañarme después, aquel día hacía bastante bochorno en el ambiente. Me imaginé con él estrenando la piscina, estaba muy tentada a hacerlo en cuánto saliese de la cama, pero cuando apareció estaba completamente trajeado, y parecía tener prisa.

- Nena – dijo al salir al jardín, agarrando unas de mis tostadas con guacamole, dándole un mordisco – tengo que irme a trabajar. Te llamaré luego para... - le agarré de la mano antes de que se hubiese marchado. Me puse en pie, y le besé sorprendiéndole – de verdad que tengo que... - más besos.

- Seguro que puedes tomarte un rato para... - desabroché su chaqueta, entre besos, mientras él intentaba soltarse - ... darte un baño con tu novia. Sólo un baño – pedí.

- Nena, estamos a plena luz del día... - se quejaba, resistiéndose a aquello.

- ¿desde cuándo te ha importado eso? – le desabroché el pantalón y él rompió a reír, parecía que le hacía gracia todo aquello.

- Un baño en la piscina y me dejarás marchar – asentí, observando cómo se quitaba la camisa y se terminaba de quitar los pantalones, los zapatos, los calcetines. Yo dejé caer la bata, quedándome desnuda, frente a él, sorprendiéndole – esto es más que un baño, ¿a qué sí?

- Galaxy, cancela la reunión de la mañana que tiene el señor Santoro – le dije hacia nuestra amiga, haciéndole reír, sin oponerse, dejándose arrastrar a la piscina, sin resistirse cuando me subí sobre él y me la metí dentro, haciéndole estremecer.

- Haces conmigo lo que quieres... - se quejó, entre gemidos, volviendo a besarme, aferrándose a mi cintura para guiarme sobre él – oh, nena – gemía, entre cortadamente, entre susurros, pues a pesar de todo estábamos a plena luz del día – joder, estoy loco por ti.

- Y yo por ti – me atreví a decirle – pero tienes razón, esto es peligroso – me detuve, haciendo que me mirase sin comprender – podríamos seguir dentro.

- No – me detuvo, aferrándose a mis labios – quiero seguir aquí.

Él era tan parecido a mí, ¿cómo era posible? Que estuviese tan enganchada a él.

- Señor Santoro – se escuchó la voz de nuestra amiga, desde uno de nuestros móviles – Carlos le está esperando fuera – se separó de pronto, maldiciendo en voz alta – ha seguido su señal GPS, quiere que haga alguna distracción para ...

- No hace falta, Galaxy – le calmó, para luego observarme, y detenerse – era esto lo que quería evitar, no quiero que nadie descubra que eres tú, estropearía el factor sorpresa de la presentación – sonreí, porque me encantaba que él fuese así.

- Seguro que puedes inventarte alguna excusa – le dije, saliendo de la piscina junto a él, tapándome con la bata, cediéndole la toalla para que se secase, justo cuando el timbre de la puerta sonó – no dejes que nadie me descubra antes de tiempo – asintió, acercando su móvil a su oreja.

- Carlos, salgo en seguida, espérame en el coche – rogó, mientras yo le cedía los calzoncillos, y él los agarraba, aprisionando mi mano con la suya, incapaz de dejarme ir aún – luego te lo explicó – colgó el teléfono y se lanzó a besarme – va a ser difícil – aseguró, entre besos – pero ... no nos vemos hasta el sábado – asentí, ayudándole a vestirse, lo cual resultó difícil, la ropa se le quedaba pegada a la piel a causa del cloro, y rompí a reír, sin poder evitarlo, al igual que él – te llamaré – aseguró, volviendo a besarme, ya completamente vestido, con la corbata y la chaqueta en la mano – evitaré llamarte por tu nombre, por precaución – sonreí, agarrándole de la camisa, volviendo a aferrarme a sus labios, no quería dejarle marchar aún – tengo que irme.

- Te veré el sábado – dije, dejándome caer en la pared del pasillo, observando como apoyaba la mano en el pomo de la puerta, deteniéndose al mirarme, acortando las distancias para volver a besarme, haciéndome reír por dentro. Él tampoco quería marcharse – vas a llegar tarde a tu reunión...

- Ahora me da completamente igual – aseguró, volviendo a besarme. No sabía quién era aquel hombre, pero no sonaba como Nate, el Nate que conocía jamás dejaría el trabajo de lado por una mujer – el que me preocupa es Carlos.

- Por eso...- más besos – deberías salir – su teléfono sonó, en su bolsillo, y él respiró con dificultad, molesto – Nate.

- Solo un poco más – pidió, aferrándose a mis labios, invadiendo mi boca, haciéndose dueño y señor, con su lengua dentro entrelazándose a la mía. Me volvió loca, y ni siquiera me importaba el maldito Carlos, quería que se quedase y me hiciese suya allí mismo – el sábado no voy a conformarme sólo con besos – sonreí, observando cómo se echaba hacia atrás, volviendo a apoyar la mano en la puerta. Pero me abalancé sobre él, volviendo a besarle, incapaz de dejarle ir – En sólo tres días volveremos a vernos – me calmó, asentí, echándome hacia atrás, sintiendo su último beso en mi boca, antes de salir por la puerta, dejando que se cerrase sin más.

 Pero me abalancé sobre él, volviendo a besarle, incapaz de dejarle ir – En sólo tres días volveremos a vernos – me calmó, asentí, echándome hacia atrás, sintiendo su último beso en mi boca, antes de salir por la puerta, dejando que se cerrase sin...

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