Capítulo 8 - como un maldito capo de la mafia.

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Buenos días, muy madrugadora, por aquí ando para dejarles un capítulo de esta bonita historia, la terminé el domingo, así que... ya puedo decirles que .... NADA Jijiji aún no quiero decirles mucho más, porque quiero hacer una corrección más amplia antes de traerles el número total de capítulos o algo más.

Espero que les guste, disfruten de la lectura y nos vemos pronto :D

PDTA: Por cierto, ¿me lo parece a mí o Nate es cada vez más adorable? :P

El sonido que hacían mis caros zapatos al andar, por aquellos desiertos pasillos, era lo único que podía escucharse, retumbando en el silencio de la noche

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El sonido que hacían mis caros zapatos al andar, por aquellos desiertos pasillos, era lo único que podía escucharse, retumbando en el silencio de la noche. Eran cerca de las cuatro de la mañana, y me daban igual las reuniones que tenía al día siguiente.

Carlos me estaba esperando en el taller, con un suéter azul más que listo. Sonreí, agradecido, quitándome la chaqueta, la corbata, y la camisa, en la más plena tranquilidad, mientras el chico que había sentado en el centro de la estancia, en aquella silla que Carlos había improvisado, con las manos atadas a su espalda, y sangre reseca colgando de su nariz.

Caminé hacia él, con la nueva prenda puesta, arremangándome, acordándome de los veranos en Italia, cuando tan sólo tenía dieciocho años, antes de montar mi propio negocio, buscando seguir los pasos de mi propio padre, ser como uno de ellos, uno de esos mafiosos italianos que me rodeaban. Lo llevaba en la sangre, eso es lo que mi padre solía decir casi a diario.

Ese hijo de puta que tenía delante de mí ni siquiera sabía con quién se estaba metiendo.

- Así que ... te gusta violar a menores indefensas, ¿no? – pregunté, apretando los puños, molesto, ante la sola idea de pensarle encima de ella, intentando hacerla suya.

- Tío, no sabía que era tu novia – se quejó, intentando salvarse, pero Dios sabía que no había nada que pudiese salvarle de la paliza de su vida, porque yo no iba a dejarle escapar hasta haberle dejado medio muerto.

El primer golpe no lo vio venir, y le di tan fuerte que le rompí el labio, haciéndole sangrar. Ni siquiera podía parar después de eso, por un momento sentí que seguía siendo ese niño de dieciocho años, sin saber lo que quería en la vida, enfadado con su padre por no tomarle en serio, estudiando en las noches, mientras por el día se limitaba a ser uno más en aquella organización, pegando palizas e imponiendo el orden en la ciudad, haciendo que aprendiesen a respetar a la familia Santoro.

Ese puto crío que tenía que entrenarse a pelear, para poder estar a la altura de todos sus primos, siendo golpeado hasta casi la muerte, porque esa era la única manera en la que podía aprender de sus errores.

Ese al que obligaron, en contra de su voluntad, a seguir los pasos de su padre, incluso este se sentía orgulloso de ello...

- Nate – me llamó Carlos, haciéndome salir de mis pensamientos. Volví a la realidad, observando la cara ensangrentada y deformada del tío que estaba golpeando – te lo vas a cargar – miré hacia mis manos, volviendo a verlas ensangrentadas.

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