Os adelanto el capítulo del domingo. Espero que les guste :D
Ni siquiera volví a entrar en la fiesta, dejé que mi padre contase aquella mentira, sobre que todo fue una broma pesada por mi parte, que quería mostrarle mi valía, y que, por eso, iba a dejarme como presidenta del casino, para que le mostrase lo que era capaz de hacer, que podía hacerlo mejor que él mismo.
Nate estuvo llamándome, durante todo el camino a casa, pero yo no podía contestar, no cuando aún tenía tantas cosas que asimilar.
Lo había perdido todo por amor, porque mamá tenía razón, al enamorarte lo pierdes todo, te vuelves débil y previsible. Tu enemigo sabe exactamente que pieza tocar para hacer que te detengas, que tires la toalla y le ofrezcas todo en bandeja.
Me sentía como un engaño, como un paria. En cierta forma lo era, no pude matar con mis propias manos a Benjamin, tuve que dejar que otros lo hicieran por mí. Y en aquel momento, tampoco podía vengarme de mi padre. Tenía que rendirme antes de haberlo intentado.
Galaxy intentó localizarme, pero tiré el móvil al jardín antes de irme, no quería que nadie me encontrase, quería huir de todo y de todos, porque ni siquiera sabía que era lo que iba a hacer a continuación.
Arrastraba los pies al andar, por la carretera, importándome bien poco que los coches me pitasen, sin poder dejar de pensar en las palabras que mi madre me dijo.
Persiguió a Susana, y no se detuvo hasta haberse acostado con ella. La acosó hasta conseguirlo. La embarazó. Y luego pasó de ella, dejándola desamparada y con un bebé.
¿Lo habría tenido? ¿Sería Nate papá, sin saberlo?
Pensé en Benjamín, en las cuchilladas que me dio, en cómo él me llevó al hospital, y se alegró tanto de que estuviese viva.
Ese hombre del que mamá hablaba ya no era Nate, el Nate que yo conocía jamás me haría daño, pero ... ¿A cuántas chicas si se lo habría hecho? Él mismo me lo dijo, en infinidad de ocasiones, que no era un buen tipo en el amor.
"Debes sentirte afortunada, porque eres la única chica de la que no quiero huir" – esas fueron sus palabras. Yo era la única, a las demás las había destruido al dejarlas, después de enamorarlas, después de engatusarlas para conseguir lo que quería de ellas.
Pero nada de eso me preocupaba, el daño que pudiese hacerle a otros, no era algo de mi incumbencia, el daño que podía hacerme a mí lo era, el que me había hecho, sin tan siquiera darse cuenta, al intentar averiguar lo que Benjamín me hizo, entrando en la seguridad de mi propia casa, de un sistema que él mismo creó, dándole a mi padre la oportunidad de destruir mis planes.
No podía culparle por intentar protegerme, pero eso no hacía que doliese menos. Estaba enfadada con él, conmigo misma por permitir todo aquello, ni siquiera debí poner los ojos en él, no cuando tenía cosas que hacer, planes que llevar a cabo.
La gente debía de pensar que estaba loca, ¿qué hacía una chica cómo yo, con ese largo vestido de fiesta, caminando por la calle, como si no tuviese nada mejor que hacer?
¿Qué podía hacer? No tenía ni idea, pero sí sabía que no podía volver a casa, fingiendo ser una persona que no era, soportar las peleas de mis padres, los gritos, y ganarme alguna que otra golpiza cuando no venía a cuento.
- Necesito tú teléfono - le dije a un tipo que paseaba por la acera. Me miró sin comprender, mientras yo miraba con atención hacia el lugar en el que estaba su cámara de vídeo. Recordaba como ella me dijo que estaba en todas partes, por toda la red de la ciudad, que podía espiarlos a todos si así se lo ordenaban, y que haría cualquier cosa para protegerme.
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YOU are Mine | COMPLETA
RomanceNate Santoro tiene todo lo que puede desear, su propio negocio de vigilancia, grandes socios adinerados, y una mujer diferente en su cama. La vida de este adinerado magnate no será la misma después de conocer a Verónica Lewis, la hija adolescente de...