8.

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Pansy no tenía idea de que estaba mal con ella.

Odiaba a Draco, eso lo tenía claro, aunque Elizabeth no hubiera llorado por él ni hubiera mostrado ninguna señal de dolor, estaba molesta por lo que él había hecho. ¿Cómo había podido engañar a alguien tan genial como Elizabeth?

Pero, se suponía que ella no tenía que odiar a Draco, ella lo amaba, ¿cómo puedes odiar a alguien que amabas?

Pansy solo sabía que, desde que Elizabeth había llegado a su vida, todo había cambiado. Ya no le importaba impresionar a Draco, ya no le interesaba estar detrás de él a cada segundo, ni siquiera le interesaba con quién saliera. Cosas que, unas semanas atrás, le habrían dado más de un dolor de cabeza.

Además, no solo eso la hacia pensar que algo estaba mal con ella, no, también estaba el factor de que se había encontrado pensando en Elizabeth con mucha frecuencia.

En sus ojos azules y el pequeño hoyuelo que se le formaba al sonreír, o en cosas que, si no le prestaba atención no habría notado. Por ejemplo, cómo arrugaba la nariz cuando algo no le gustaba, o cómo arrugaba el entrecejo al dibujar, o quizás, en cómo su risa sonaba tierna, más que la de un bebé.

Ya no le interesaba impresionar a Draco, le interesaba impresionar a Elizabeth. Ya no le interesaba seguir a Draco, le interesaba seguir a Elizabeth. Ya no le interesaba con quién saliera Draco, le interesaba con quién saliera Elizabeth.

Elizabeth Norman se estaba convirtiendo en lo que Draco Malfoy era para ella, y eso la tenía, jodidamente, asustada, porque Elizabeth era solo su amiga y era todo lo que sería.

★★★

—Pansy—saludó Elizabeth, mostrándole una tierna sonrisa—. Estuve pensando.

—Ya decía yo que olía a quemado. —bromeó, ganándose una mala mirada por parte de la Hufflepuff, quien, casi al instante, volvió a sonreír.

Ambas estaban frente a la orilla del Lago Negro, se había vuelto una especie de lugar de reunión, ambas se encontraban allí casi siempre después de clases. Ese día ninguna se sentó en el suelo, estaba húmedo gracias a la lluvia que había caído horas antes, ambas tenían sus hombros apoyados en un árbol mientras se miraban.

—Podrías venir a mi casa para las Pascuas—dijo—. Dijiste que querías ver una película conmigo, así que...—Elizabeth se encogió de hombros.

—Falta un mes para las vacaciones—Pansy sonrió—. ¿No tienes otras cosas en las que pensar?

—Estoy casi segura de que aprobaré mis exámenes y, eso sería en lo único que me preocuparía, así que no, no tengo nada más en que pensar.

— ¿Y Draco?—preguntó Pansy, la pregunta se le escurrió entre los labios antes de que la notara. La Slytherin miró a Elizabeth, esperando, quizás, unos ojos llorosos o algo parecido, pero no, ella estaba igual que antes, sin ningún gesto además de una sonrisa.

— ¿Draco?—Elizabeth dijo el nombre con lentitud, y luego se encogió de hombros—. Hablamos y, supongo que estamos bien, entendí que se enamoró, esas cosas no se controlan.

— ¿No estás molesta?—preguntó Pansy—. Digo, deberías estarlo, ¿no crees?, te engañó delante de todos.

—Da igual—Elizabeth la miró y se encogió de hombros—. Solo tiene importancia si se la damos, y para mí no la tiene. Draco es feliz con Henry y ya está.

— ¿Y tú?—preguntó Pansy—. ¿Acaso no te gustaba Draco o por qué lo superas tan fácil?

—Draco me gustaba—afirmó Elizabeth, aunque le costaba trabajo, mentir no era tan sencillo—. Pero solo eso, no estaba enamorada de él, ni nada parecido, y, si él es feliz con Henry, no tengo nada que objetar.

Red || Pansy ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora