Red || Pansy Parkinson

23.

Pansy y Elizabeth estaban en el Gran Comedor, desayunando en la mesa de Slytherin.

— ¿Desde cuándo se llevan bien?—preguntó Daphne con curiosidad.

—Desde hace algún tiempo—respondió Pansy con sequedad—. ¿Por qué lo preguntas?

—Bueno...—Daphne titubeó—. Luego de todo lo que dijiste de...

—Es pasado—Pansy la interrumpió—. Ella es increíble.

Daphne miró a Elizabeth y le mostró una sonrisa amable.

—Bienvenida a la mesa de Slytherin.

—No necesita ninguna bienvenida—gruñó la ojiverde—. Ya ha estado aquí varias veces.

—Eres una cascarrabias—bufó Elizabeth, entonces una sonrisa se formó en su rostro y se inclinó hacia Pansy, hasta que su boca estuvo cerca de su oreja—. Mi cascarrabias.

—Que posesiva eres, Norman.

Elizabeth se rio suavemente.

—Quizás. —y se encogió de hombros, antes de que Pansy pudiera decir algo más, varias lechuzas entraron, llevando consigo el correo.

Pansy miró atentamente a una lechuza marrón y blanca que sobrevoló todas las mesas, hasta detenerse en la de Slytherin, más específicamente, frente a Pansy.

— ¿Qué es?—preguntó Elizabeth con curiosidad, viendo como la ojiverde desataba un sobre de una de las patas de la lechuza—. ¿De quién es?—se corrigió.

—Déjame leerla y te digo.

Pansy abrió el sobre y sacó el pergamino de adentro, comenzó a leer, sin prestarle atención a la lechuza que le exigía comida. Elizabeth se encargó de la lechuza y le dió pan. No tenía ni idea de si eso era algo que una lechuza pudiera comer, pero era mejor eso a dejar al animal sin comida.

La lechuza se fue luego de los trozos de pan y las caricias que Elizabeth le brindó, entonces la rubia se volteó a ver a Pansy, que ya había terminado de leer.

— ¿De quién era?—insistió Elizabeth, con curiosidad.

—Mis padres—Pansy bufó y arrugó el pergamino entre sus manos, luego lo dejó caer con desdén sobre la mesa—. Bah, no dijeron nada que no supiera ya. Estoy desheredada y exiliada de mi familia—entonces miró a Elizabeth—. Espero la oferta de quedarme en tu casa siga en pie, o tendré que rogarle a Dumbledore por asilo, y eso sí que sería una deshonra para mi orgullo de Slytherin.

—Eres bienvenida en mi casa—Elizabeth sonrió, y agregó en un tono bromista—: y en mi corazón.

Pansy resopló, con una sonrisa en el rostro.

— ¿Vas a ser así de cursi siempre?—bromeó.

— ¿No te gusta?—preguntó Elizabeth—. Medita bien tu respuesta, si dices que no, estaré haciéndolo todo el tiempo. —dijo antes de que Pansy pudiera responder.

— ¿Y si digo que sí?, ¿dejarás de ser cursi?

—No—Elizabeth mostró una sonrisa adorable—. Lo seré igualmente.

Pansy contuvo su impulso de besarla delante de todos, y prefirió sacar su varita y apuntarle al pergamino arrugado sobre la mesa.

—Incendio.

El pergamino se encendió en fuego y ambas lo vieron quemarse, hasta que solo quedaron cenizas. Todos los demás en la mesa estaban demasiado concentrados en sus asuntos como para prestarle atención a un papel incendiándose sobre la mesa.