10.

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Ya habían llegado la vacaciones de Pascua. Pansy y Elizabeth en las semanas que estuvieron en el castillo estuvieron casi siempre juntas, se sentaban bajo la sombra del árbol que estaba a orillas del Lago Negro para escuchar música con el reproductor MP3 de Elizabeth, Pansy había aprendido a usarlo y la Hufflepuff a veces se lo dejaba, y si no estaban bajo aquel árbol, nadaban en el Lago Negro o corrían por los pasillos, jugando y riendo como harían unos niños de primer año.

— ¿Vendrás conmigo?—preguntó Elizabeth cuando el tren casi llegaba a King's Cross.

—Yo...—Pansy pensó varios segundos en su casa, en sus padres, y la respuesta se hizo fácil—. Ya casi soy mayor de edad, y no creo que a mis padres les importe, así que sí, iré a tu casa.

Elizabeth se contuvo de dar saltitos por todo el compartimiento, solo aplaudió con una gran sonrisa en el rostro, mostrando su entusiasmo.

— ¡Hay tantas cosas que tengo que mostrarte!—exclamó Elizabeth, entonces suspiró—. ¿Has ido a la playa?

—No—negó Pansy—, a mi madre no le gusta la arena.

—Entonces iremos a la playa—Elizabeth se veía emocionada y eso le daba un calorcito en el pecho a Pansy—. ¡Y podremos andar en bicicleta por el vecindario!—exclamó—, ¿sabes andar en bicicleta?

—Ni siquiera sé que es. —respondió Pansy, ligeramente divertida.

—Entonces te enseñaré—Elizabeth contuvo el grito que quería salir desde lo más profundo de su pecho, decir que estaba emocionada era poco—. De verdad, amarás todo lo que te enseñe.

Pansy se cruzó de brazos, mientras sonreía por la seguridad que mostraba Elizabeth.

—Vale, si algo no me gusta tendrás que hacer mi tarea.

La seguridad de la Hufflepuff se tambaleó ligeramente, pero terminó sonriendo de lado, mientras le extendía una mano a la otra.

—Trato.

Pansy mantuvo la sonrisa en su rostro mientras estrechaba la mano de Elizabeth, se sentía justo como cuando habían decidido estar en paz; la sensación cálida de su palma contra la suya; el cosquilleo en la piel que estaba en contacto con la de Elizabeth, y se había unido otro síntoma, sentía un extraño cosquilleo en el estómago, era parecido a los nervios que sentía cuando se acercaba a Draco antes, pero no podía ser lo mismo, ¿cierto?

Elizabeth se quedó en silencio, sin hacer ningún intento de separar su mano del agarre de Pansy, la mano de la Slytherin contra la suya se sentía tan... bien, tan correcto. Su mano era suave, Elizabeth podría compararla con tocar las nubes del cielo, si alguna vez hubiera tocado alguna. Su mano era cálida, Elizabeth la comparaba con el tipo de calidez que se sentía cuando estabas en casa, cuando estabas en el lugar al que pertenecías. Su mano tenía un agarre fuerte, uno que podría sostenerla de la espalda y darle el mejor abrazo de su vida.

Elizabeth mucho tiempo pensó que si Pansy fuera un color sería verde, pero luego de notar la calidez de su tacto y la suavidad que tenían sus manos, Elizabeth estaba segura de que Pansy sería un naranja muy claro.

Pansy no tenía idea de cuánto tiempo habían estado con sus manos sujetadas, pero deseaba que hubiera sido más.

★★★

— ¿Un coche?—preguntó Pansy mientras caminaban por la estación.

El tren ya había llegado a King's Cross, y ambas caminaban por la parte muggle de la estación, Elizabeth al frente, guiándola para salir del lugar.

—Ajá—asintió Elizabeth—. Un coche, es como... un carruaje—la Hufflepuff no encontró mejor explicación—, pero sin caballos adelante o algo mágico que jale de él, tiene un motor.

Red || Pansy ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora