18.

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Elizabeth intentó no llorar en medio de la fiesta, pero Harry notó su estado y se acercó de inmediato a ella.

— ¿Todo está bien?—preguntó preocupado, Elizabeth negó con la cabeza, sintiéndose incapaz de pronunciar una palabra sin comenzar a sollozar—. ¿Quieres que salgamos?—Elizabeth asintió y Harry la tomó de la mano, para guiarla a la salida.

Elizabeth sintió todo como un dejá vu, como cuando Draco había besado a Henry, cuando el rubio era su novio falso, pero había una diferencia, esa vez no dolió, ésta sí.

— ¿Quieres que...?—Harry se sentía nervioso, no sabía exactamente qué hacer—. Er... ¿quieres...?

—No te preocupes, Jamie. —Elizabeth habló con voz triste y se intentó limpiar las lágrimas que se le habían salido.

— ¿Estás de broma?—preguntó el azabache, sorprendido—. ¿Cómo quieres que no me preocupe?, eres mi amiga, Elizabeth, ¡me preocupo por ti!

—Pero...—Elizabeth sollozó y Harry de inmediato la abrazó, sin saber exactamente qué hacer.

—Yo nunca he... consolado a nadie—murmuró el muchacho—, así que, lo siento, si digo algo que no debo decir.

Elizabeth rio tristemente y apretó su agarre.

—No te preocupes, ya es suficiente que estés conmigo.

Ambos se sentaron en el frío suelo del pasillo, sin dejar de abrazarse, Harry acarició la espalda de la rubia e intentó decir cosas que la animaran.

—Eh... mañana los elfos harán chocolate caliente, es decir, mañana será un buen día—Elizabeth sonrió ligeramente, apreciando el intento de Harry—. Y... eh... podríamos ir a las cocinas y pedir que hagan tu comida favorita, son muy serviciales, no se negarán.

—Gracias, Harry.

El azabache se sorprendió de que Elizabeth lo llamara por su primer nombre y no por el apodo que le tenía.

—No tienes que agradecer, Liza, somos amigos y esto es lo que hacemos.

★★★

La vida sigue y hay que seguir con ella, o eso intentaba Elizabeth, intentando que los comentarios sobre Draco y Pansy juntos la noche anterior no la afectaran, para su fortuna, Harry no se había separado de ella desde que la había visto entrar al Gran Comedor.

—No preguntaré porqué te pusiste así—comentó en voz baja—, esperaré hasta que quieras contarme.

Elizabeth le agradeció con una sonrisa de boca cerrada y luego comenzó a desayunar, notando que el chocolate caliente del que Harry le había hablado la noche anterior estaba en la mesa.

—A tu salud, Jamie. —dijo la rubia, alzando su taza.

—A tu salud, Liza. —y ambos chocaron sus tazas, sonriéndose mutuamente.

—Elizabeth—Ginny le sonrió cuando se sentó frente a su novio—, tenías tiempo sin sentarte con nosotros, ¿a qué debemos este honor?

—Rachelle no se ha aparecido aún y Henry tampoco, así que aquí estoy. —Elizabeth se señaló y luego a la mesa.

—Oh, somos el reemplazo, eso duele. —bromeó la pelirroja antes de comenzar a servirse el desayuno.

Los tres desayunaron entre bromas y charlas de temas sin importancia, todo el desayuno Elizabeth estuvo tratando de ignorar los murmullos sobre lo sucedido la noche anterior; Harry estuvo intentando consolarla mientras le acariciaba la espalda; y Ginny estuvo evitando mencionar lo sucedido la noche anterior, recordando que Elizabeth y Draco habían sido algo, y, suponiendo, que por eso tenía ese aspecto tan decaído.

— ¿Oyeron lo de Malfoy y Parkinson?—preguntó Ronald Weasley mientras tomaba asiento junto a Ginny, ella y Harry le dirigieron malas miradas—. ¿Ahora que hice?

—Tienes la sensibilidad de una roca. —se quejó la pelirroja mientras negaba con la cabeza.

—Eso dijo Hermione antes de cortar conmigo—dijo algo melancólico, entonces sacudió la cabeza y prefirió concentrarse en su desayuno, hasta que alzó la vista y vio a Elizabeth—. Oh, hola.

—Hola. —la rubia le sonrió amablemente.

—De Hufflepuff, ¿eh?—inquirió mirando su corbata—. Yo soy de Gryffindor. —y señaló la suya.

—Díganme, por favor, que no está tratando de coquetear. —murmuró Ginny para sí misma.

—Sí, eres amigo de Harry, ¿cierto?—preguntó Elizabeth sin dejar su sonrisa amable—. También soy amiga de él.

—Tienes que presentarme a todas tus amigas, Harry—comentó Ron, mirando embobado el rostro de la rubia—. Soy Ron Weasley.

El muchacho extendió la mano, sin notar que la tenía llena de mermelada, hasta que Ginny se rio y se lo dijo.

—Tienes mermelada en la mano, Ron.

—Oh—el muchacho se sonrojó hasta que su rostro era del mismo color que su cabello, llevo su mano hacia sus pantalones y la limpió con la tela de éstos—. Ahora sí está limpia—sonrió—. Bueno, eso creo, ¿está limpia?—preguntó inseguro, borrando su sonrisa. Elizabeth se rio.

—Está limpia—afirmó y luego estrechó su mano—. Elizabeth Norman, un placer conocerte, Ron.

Luego de aquella presentación, sonó la campana que anunciaba el inicio de las clases.

—Estoy muerto—Ron se quejó mientras se ponía de pie—. ¿Por qué diablos hicieron una fiesta ayer cuando hoy tenemos clase?

—Nadie te obligó a ir—se rió Ginny—. Te veré luego, cielo. —dejó un beso corto en los labios de Harry y se fue corriendo.

—Ah, si no fueras mi mejor amigo te mataría—bromeó—. ¿Qué clase tenemos ahora?

Elizabeth tomó su mochila y también se puso de pie, Harry tenía un pergamino en la mano, lo leyó y luego alzó la mirada hacia Ron.

—Defensa Contra las Artes Oscuras. —respondió.

—Al menos tenemos clase con tu padrino—Ron sonrió y dió un empujón suave al hombro de Harry—, podrá darnos puntos hasta por respirar—rio, entonces miró a Elizabeth—. ¿Qué clase tienes tú?, podría... podríamos acompañarte. —agregó a lo último, corrigiéndose nerviosamente.

—Podrías acompañarla—corrigió Harry, dándole una sonrisa cómplice a Ron—. Yo tengo algo que buscar antes de clases.

Y se fue, dejándolos solos, Ron se aclaró la garganta nerviosamente.

—Tengo la misma clase que ustedes.

Ron sonrió ampliamente y ambos salieron juntos del Gran Comedor, con el pelirrojo bromeando y contándole anécdotas graciosas que, indudablemente, mejoraron el estado de ánimo de Elizabeth.

—Oh, ya entendí porqué Ginny dijo que tenía la sensibilidad de una roca—comentó mientras caminaban por el pasillo—. Tú eras la novia de Malfoy, ¿no?

—Sí.

Elizabeth se sintió incómoda y sintió un enojo burbujear desde lo profundo de su pecho al escuchar el apellido del que creyó era su amigo. Draco Malfoy suponía ser su amigo, pero su amistad no le había importado cuando había besado a Pansy, frente a ella, aún sabiendo lo mucho que le gustaba.

—Lo siento—se disculpó Ron—. No era mi intención mencionar sobre... ya sabes qué, en el desayuno.

—Oh, no importa, de verdad. —Elizabeth le mostró una sonrisa, agradecida por su disculpa. Ron se quedó viéndola embobado, hasta que chocó contra una de las paredes, haciendo reír a la rubia.

—Malfoy es un completo idiota—dijo—, ¿dejar ir a una chica como tú? Está idiota o loco, quizás ambas.

Elizabeth se rio, amando el humor del pelirrojo.

Ron Weasley era bastante amigable y tenía un talento para mejorar el ánimo de Elizabeth.

Red || Pansy ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora