Red || Pansy Parkinson

24.

— ¿Por qué no has vuelto a hablar con Ron?—preguntó Harry con curiosidad cuando se cruzó con Elizabeth en uno de los pasillos.

—Sería incómodo.

— ¿Por qué?

—Le gusto—respondió—. Ya es bastante incómodo que me mire desde lejos, imagina si hablara con él.

—Oh—Harry se rascó la frente—. Bueno... Ron ha estado algo triste.

— ¿Lo ha estado?

Elizabeth se interesó en la conversación, quizás se sentía incómoda cerca de Ron luego de su confesión, pero no podía olvidar que el pelirrojo había sido un buen amigo durante el tiempo en el que se sintió triste por Pansy.

—Sí—asintió—. Quizás podrías hablar con él, quiero decir... no puedes forzarte a sentir algo por él, pero podrían seguir siendo amigos, ¿cierto?

Elizabeth lo pensó durante unos segundos.

—Sí, quizás.

Harry se dió por satisfecho con esa respuesta y le mostró una sonrisa.

— ¿Y cómo va todo con Ginny?—preguntó Elizabeth, desviando descaradamente el tema. Harry sonrió aún más amplio y sus ojos verdes mostraron un brillo parecido al que tenía Pansy cuando la miraba.

— ¡Oh, todo es tan especial, deja que te cuente...!

Y mientras caminaban por el pasillo, Harry comenzó a hablar de lo asombrosa que era Ginny Weasley y lo especial que lo hacía sentir.

★★★

Elizabeth se encontró con Ron en las puertas del castillo. El pelirrojo se acomodaba el cabello mirándose en un espejo y hacía muecas extrañas.

— ¿Ron?—lo llamó Elizabeth, él se sobresaltó y dejó caer el espejo, que chocó contra el suelo de piedra y se rompió.

—Oh, diablos—maldijo, mirando los trozos del espejo que estaban esparcidos en el suelo—. Ginny me va a matar.

Elizabeth rio y sacó su varita.

—Reparo.

Los trozos del espejo se unieron de nuevo y Elizabeth se inclinó para recogerlo.

—Todo tuyo. —dijo cuando se puso de pie, mientras le extendía el espejo.

—No es mío—comentó él, recibiéndolo—. Es de Ginny—lo revisó y sonrió—. Ni una grieta. Gracias, Lizz...—se interrumpió y se aclaró la garganta—. Elizabeth. —se corrigió.

—Está lindo el día, ¿no te parece?—preguntó la rubia, insegura de cómo tocar el tema.

El cielo era de un azul claro y solo unas pocas nubes blancas estaban en el cielo, ninguno se atrevió a intentar mirar el sol, pero podían apostar que resplandecía intensamente, por el calor que sentían en la piel a la que llegaban los rayos del sol.

—Sí—asintió Ron, entonces la miró—. Pero, supongo, no me citaste aquí para hablar del día, ¿o sí?

Elizabeth sonrió y negó con la cabeza.

—Quiero hablar de nosotros, Ron.

Mala elección de palabras. Ron sonrió ampliamente y se sintió esperanzado.

—No me gustas—dejó claro, y las esperanzas de Ron se desvanecieron—. Pero quiero que sigamos siendo amigos, eres un buen chico, Ron.

—Sí, un buen chico para amistad, no para noviazgo—dijo él con amargura, pero entonces suspiró—. Pero lo entiendo, de verdad, podemos ser amigos.