Capítulo 29

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—¿Algún día piensas aprender a entrar a los sitios? —pregunta con su típico tono de regañar.

Sus palabras me devuelven a la realidad. Será capullo.

Me giro y abro la puerta dispuesta a irme. Se acerca a toda velocidad a mi y me coge por el brazo.

Su tacto me produce un escalofrío que lucho por ignorar. Hacia un mes que no sentía su olor inundándome las fosas nasales.

—Ana espera un momento —ordena.

Reprimo una carcajada ¿De verdad creía que podía darme ordenes todavía?

—No me dirijas la palabra a menos que sea necesario —escupo mientras aparto el brazo —Y no vuelvas a ponerme la mano encima. 

—Créeme en absoluto es mi intención tocarte —aclara innecesariamente.

—¿Qué quieres?

—¿Para que montas este estúpida cena?

—No he montado nada. Es mas ¿Para que coges tu la llamada?

Se queda callado, sabiendo que no tiene respuesta alguna.

Lo había estado pensando a lo largo del día, si de verdad Christopher quería mantenerse lejos de mi podía haber rechazado la llamada y aquí paz y después gloria.

—Creía que era importante, que le había pasado algo a Jacobo —contesta al cabo de unos segundos.

Suelto una risa áspera e irónica que le pone furioso al momento.

—Eres un cobarde ¿sabes?

Sabía, por mucho que él intentara negarlo que Christopher sentía algo por mi. Puede que fuera solo atracción o que le ponía tirarse a alguien prohibido pero estaba claro que algo era y sí, era un cobarde por negarlo.

—¿Y me lo dices tú? 

Trago saliva y le miro con incredulidad. No era quien para llamarme la atención.

—Aunque te cueste creerlo le quiero, le quiero de verdad.

—Entonces ¿todo aquello era mentira o es que tus enamoramientos no duran ni un mes?

Le miro directamente a los ojos y salgo. No necesitaba añadir nada mas.

Ya no había una pizca de miedo, ahora me sentía mas segura de mi misma. Se había acabado ser el conejito asustado de Christopher. Hasta de ser rechazada una se cansa.

Llego al salón y mi padre esta hablando con Jacobo en el sofá, si no me equivoco sobre deportes cosa que me aburría sobremanera. 

—¿Todo bien? Estas un poco pálida —pregunta Jacobo nada mas verme.

Intento tranquilizarme. Quedaba demasiada noche por delante. 

—Si claro, todo genial. 

De repente mi padre se levanta y Jacobo deja de mirarme. 

—Bienvenido señor Ruiz, por fin nos conocemos —saluda Christopher a mi espalda.

Me voy directa al sofá donde estaba sentado mi padre, quien ya le da la mano al señor Drew. 

Me fijo mas en él. Lleva un traje color granate y una sencilla camisa blanca. La barba perfecta, como siempre. Por mucho que lo odiara nunca podría verlo feo. 

Mira a su hijo para después posar la mirada en mi. 

—Cuanto tiempo sin verte Ana —añade y se acerca peligrosamente.

No, no y no. ¿Por qué no se queda en su lugar?

Me quedo paralizada mientras se planta delante de mi y me da dos besos en la mejilla. Estaba torturándome a propósito.

—Hola —musito mientras Jacobo nos mira intrigado.

Ninguno de los dos se esperaba que tuviera los huevos para saludarme después de despedirme.

—Así que usted es el padre de Ana, mucho gusto —sigue hablando con un tono bastante formal.

—Siento las molestias, pero al contrario de lo que piensa mi hija creo que ya era hora de que nos conociéramos. Y mas si nuestros hijos piensan a largo plazo —responde mi padre dirigiendo la ultima frase a Jacobo.

Ya empezaba a avergonzarme.

—Por supuesto que si señor Ruiz. Lo nuestro va para muy largo plazo.

—Bueno, todavía son muy jóvenes, quien sabe lo que puede pasar —aclara Christopher no muy contento.

—No tanto —replica Jacobo para mi sorpresa.

Estaba claro que seguía muy enfadado con él.

—La mesa ya esta lista, podemos empezar cuando queráis —exclama ignorando el comentario

—Aún no —interrumpe su hijo.

Ahora somos nosotros quien le miramos. Estoy a punto de preguntarle cuando suena el timbre. 

—¿Has invitado a alguien? —pregunta Christopher.

—Sí, y créeme te va a encantar papa —afirma con un brillo en los ojos.

Algo en sus palabras no me gusta un pelo. No sonaba como el Jacobo que yo conocía. Se dirige a la puerta y miro a su padre, se mete las manos en los bolsillos pero lo conozco lo suficiente para saber que esta intranquilo. Puede que porque ha notado lo mismo que yo en su hijo. 

Al cabo de unos segundos Jacobo entra en el salón al lado de una mujer despampanante.

Reprimo un Guau de sorpresa.

Ojos color café, piel morena y un precioso cabello todavía mas pelirrojo que el mío. Su cuerpo, cubierto por un espectacular vestido palabra de honor blanco evidenciaba un cuerpo trabajado y atlético. Era guapísima y su mirada por alguna razón me resultaba familiar. 

Aparto la vista de ella para centrarme en Christopher, quien esta paralizado. Jacobo no para de sonreír y se dirige a mi.

—Te presento a mi madre Ana.



*Queridos lectores, sé que este capítulo es algo corto, pero era necesario para el que viene a continuación que es mucho mas largo. Sé que una cena entre el padre de Ana y nuestro querido prota era algo muy interesante pero creedme, lo que viene es mucho mejor y mas adelante ese encuentro sucederá ;)

Quería agradeceros cada comentario, cada voto y que sintáis y disfrutéis como yo. No queda mucho para acabar la historia de Ana y Christopher así que intentare actualizar cada día y a finales de esta semana o la que viene finalizamos.

Os leo y me encanta saber vuestra opinión. Ya os dejo en paz*

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