—Eres una cabrona.
Sofía llevaba media hora lanzándome toda una lista de insultos. Había conseguido estar como becaria en el caso de divorcio de Marcus Klen. Para ella ese hombre era un dios de la ropa interior. Bueno para casi todas las mujeres.
—No te llevas tan bien con Carlos, pues pídele a él estar en el caso.
No le había contado nada de lo que Carlos tan amablemente me había dicho porque sabía como reaccionaría. No quería que perdiera el trabajo solo por defenderme y conociéndola lo haría sin duda.
—Eres una cabrona —repite una vez más.
Me río y ella me mira fingiendo enfado. Llevamos media hora en mi habitación intentando escoger el conjunto perfecto para mi super reunión. Eran las 8:30 y según tenía entendido Christopher pasaría a por mí a las 9. Al menos eso era lo que le había transmitido a la simpática de su secretaria ¿Tanto le costaba decírmelo a mí en persona?
—Créeme si se aleja tanto de ti es porque quiere algo. Los tíos son así —intenta explicar Sofi.
—No le veo perdiendo el tiempo con esas tonterías.
—Deberías quitarte la ropa y pedirle que te folle allí mismo.
Le tiro una almohada a la cara, si mi padre llegase a oír algo así me mataba, y luego mataba a Sofía por muy bien que le cayese. Solo mi mejor amiga podía decir tal barbaridad.
—Si no lo haces tu acabaré haciéndolo yo —murmura.
—¡Sofía! —grito involuntariamente.
Imaginarme a Sofía con Christopher me provocó un arranque de celos y rabia inexplicables. Aparté esos estúpidos pensamientos de mi cabeza y decidí terminar de arreglarme, lo último que necesitaba en ese momento era llegar tarde.
Media hora mas tarde un Porsche Panamera negro y tremendamente brillante aparcó delante de mi humilde casa. Yo ya estaba esperando fuera, en parte porque no quería seguir oyendo a Sofía y tampoco quería que mi padre viera con quien me iba. Dar explicaciones no era lo que más me gustaba del mundo.
No me sorprendió ver el coche que tenía Christopher, al fin y al cabo era más predecible de lo que creía. Suspire hondo una ultima vez mas y me metí en la boca del lobo.
Christopher estaba de escándalo. Traje azul oscuro y corbata negra. Nunca me cansaría de ver a ese hombre. Yo me había decantado por un traje que me había prestado Sofia de color rosa palo. Formal y sexy como a mi me gustaba, apenas me había maquillado y mi pelo estaba bien recogidito en una coleta de lo más profesional. Christopher me miró durante unos segundos, con esa mirada inescrutable y demasiado sexy. Benditos ojos azules.
—Espero que sepas comportarte delante del señor Klen, es un cliente muy importante —espeta malhumorado.
Incluso así estaba para comérselo.
—Buenos días Christopher, si gracias he dormido muy bien, ya veo que tu también.
Pone los ojos en blanco y mira hacia delante mientras arranca el coche, al parecer la conversación había acabado.
Mientras conduce lo miro con más detenimiento. Observo unas pequeñas arrugas en su frente y deduzco que en realidad tendrá más edad de la que en un primer momento creía. Caigo en la cuenta de lo fácil que era preguntarle a Jacobo por la edad de su padre, no es que fuera a atraerme menos por ello pero sentía verdadera curiosidad por saber porqué un hombre como él había sido padre tan joven. Christopher parecía alguien que hacía lo que quería cuando quería y no un niñato que no sabía ponerse un condón. Aunque claro, todo los hombres pasan por la fase de niñatos y él no tenía porqué ser una excepción.
ESTÁS LEYENDO
MÍA
Teen FictionNo es que Ana no se enamore, que lo hace, pero necesita una conexión instantánea. Con Christopher Drew la tiene pero el universo le juega una mala pasada y mete en su vida a su hijo, un perfecto y enamorado caballero que es todo lo que una chica pue...