Capítulo 23

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De entre todos los momentos vergonzosos de mi vida, ese estaría seguramente en el top 3.

Hundo la cara den el suelo. No tenía muchas opciones. Con todo el orgullo que conseguí encontrar salgo arrastrándome de la cama y me pongo de pie. Aliso mi vestido y al ver a Christopher doy un salto hacía atrás. 

Estaba tal y como dios lo habría traído al mundo.

 —¡Estas desnudo!  —grito poniéndome de espaldas.

 —Claro Ana, estoy en mi casa y en mi habitación. 

Estaba en shock. Como podía tener tan poco pudor. No sabía si sentir vergüenza o sentarme y admirarlo. 

 —Christopher por favor ponte algo, lo que sea, una almohada por lo menos.

Oigo su risa y reprimo las ganas de mirarla. Perderse una maravilla así debería de ser pecado.

 —Creo que no estas en condiciones de pedir nada —murmura mientras noto que se acerca a mí.

Con una mano aparta mi coleta y acerca su boca a mi oído.

 —Además no hay nada que no hayas visto ya ¿no?  —susurra mientras noto como su aliento me golpea.

La vergüenza desaparece y un cosquilleo marca Drew sube por mi estomago. Reprimo las ganas de girarme y admirar ese monumento. No. Tenía que controlarme. 

 —Creo que es mejor que me vaya  —concluyo dando un paso hacia la puerta.

Antes de dar el segundo Christopher me coge por las caderas y me pega a él. Mi vestido era demasiado fino y notaba a la perfección el tacto de su cuerpo. 

De TODO su cuerpo. 

 —Va a ser que no  —rebate sujetándome con fuerza.

 —Suéltame

 —Eso te pasa por meterte en la boca del lobo  —susurra y recorre mi cuello con los labios  —. No sé que hacer contigo Ana.

Las piernas hacia rato que me temblaban y mi corazón latía desesperado.  Su erección se clavaba en mi espalda y eso me ponía a mil. 

Sus manos suben de mi cadera a mis pechos y sin previo aviso baja la tela de mi escote dejándolos al aire. Agarra cada uno de ellos con sus manos mientras juega con mis pezones entre sus dedos. Agradezco a los dioses por haber decidido no ponerme sujetador.

Echo la cabeza para atrás y gimo de placer mientras sigue jugando con mis tetas.

Cojo una de sus manos y la guío hasta mi muslo. Con la otra levanto mi vestido y dejo que meta los dedos entre mis braguitas. Oigo como su respiración se acelera.

  —No sabes como me pone que estés tan mojada para mí.

Acaricia mi clítoris con la punta de sus dedos y suelto un grito de placer. Agarro su pelo por detrás mientras clava su erección todavía mas en mi espalda. Mueve los dedos con mas rapidez en mi sexo mientras pellizca mi pezón.

Siento que voy a explotar y me encanta. Gimo su nombre y él aumenta todavía mas la velocidad. El calor es asfixiante. Necesito notarlo dentro de mi. Necesito probar su sabor. 

Sigue castigando mi clítoris cuando noto que el orgasmo se acerca, agarro con mas fuerza su pelo y gruñe. 

De repente para. 

Aparta su mano dejándome vacía.

 —No vuelvas a colarte en mi habitación sin mi permiso  —susurra una vez mas y se separa de mi.

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