Habían pasado dos semanas desde la ultima conversación que había tenido con Christopher Drew.
Y no es que llevara la cuenta ni nada, pero ese viernes, cuando entró Sarah en la sala de los becarios a falta de media hora para irme y me dijo que el señor Drew me esperaba en su despacho caí de golpe en la cuenta.
Esos días habían pasado realmente tranquilos. Ni siquiera nos habíamos cruzado en el trabajo y las pocas veces que había dormido en casa de Jacobo (gracias a la autorización de mi padre) él ni siquiera había pasado ahí la noche. Jacobo intentó explicarme que había vuelto a salir con muchas mujeres o algo parecido, pero enseguida le corté alegando que me importaba unas cinco o seis mierdas lo que su padre hiciera con su vida. Se enfadó por mi mal vocabulario y tuve que volver a prometerle que nos llevaríamos bien. Vamos, que si no llega a ser por la simpática Sarah solo habría pensado en Chistopher Drew unas dos veces al día. Hubiera sido mi récord. Maldita secretaria impertinente.
Me levanto y paso la mano por mi delicado pantalón de traje, cojo la chaqueta color canela y me la pongo para parecer mas profesional. Trago saliva y miro a Sofía quien me devuelve una mirada de "como hagas algo te mataré".
Sigo a Sarah en silencio, hacía mucho que no recorría esos pasillos pero seguía sabiendo a la perfección la ubicación de tan deseado despacho. Llegamos a la puerta, trago saliva por decima vez y entro.
Lo primero que veo me llama mucho la atención. Un enorme y precioso ramo de rosas en medio de la mesa. Era el ramo mas bonito que había visto en mi vida y las rosas eran tan rojas que hipnotizaban nada mas verlas. A los lados los dos socios de Drew&Jones me miran fijamente. Carlos simpático y con gesto amigable, Christopher en cambio con las cejas algo levantadas y gesto de desaprobación. Estaba claro, había hecho algo mal.
—Gracias por venir Ana, solo será un momento —me dice Carlos señalando el sofá.
Me siento intentando no mirar al señor Drew. Si había metido la pata iba a necesitar la cabeza despejada para explicarme. Estaba con uno de sus muchos trajes negros y se había dejado mucho mas la barba. Su socio en cambio estaba como un pincel con su Brooks Brothers de color camel.
—¿He hecho algo mal? —pregunto con la voz temblorosa.
—No tranquila, no es nada de eso —aclara Carlos para mi alivio.
—Esto es para ti —espeta Christopher señalando el impresionante ramo de su mesa.
¿Un ramo? ¿Un maldito ramo era la razón para su cara?
—Gracias señor Drew pero no creo que a las demás becarias les parezca bien —suelto con toda la tranquilidad del mundo.
La expresión de Christopher pasa de pocos amigos a te voy a matar en segundos. Carlos agacha la cabeza escondiendo una media sonrisa. No iba a permitir que me tratara mal por un puto ramo de flores que me había enviado Jacobo.
—Es de Marcus Klen señorita Ruiz —escupe mientras Carlos vuelve a mirarme fijamente.
Miro a los dos sin entender nada. ¿Marcus Klen me mandaba un ramo de rosas? Hacía semanas que no veía a ese hombre, me había olvidado por completo de su caso y de su maldito despacho.
—No —logro decir al cabo de unos minutos —. No tiene sentido.
—No —repite Christopher con voz arisca —. A menos que le estés ofreciendo algún servicio que desconocemos.
Me levanto llevaba por la rabia y lo fulmino con la mirada. ¿Acaba de llamarme lo que parecía?
—No tengo ningún tipo de relación con ese señor, ni siquiera estoy ya en su caso desde que el socio principal decidiera en una de sus muchas pataletas de niño de cinco años echarme. Si manda un ramo de flores será para el bufete por llevarle el caso, no para mí.
Tengo ganas de volver a sentarme pero sé que perdería toda la fuerza de mi discurso. Los ojos azules y gélidos de Christopher se clavaban en mi mientras Carlos miraba con atención la reacción de ambos. Pensaba que me llamaría la atención por hablarle así a mi jefe, pero simplemente se quedó observando. No había que ser un lince para darse cuenta de que ahí pasaba algo, pero era demasiado inteligente como para perder la oportunidad de ver como acababa el espectáculo.
—No hemos querido decir eso Ana, es solo que es una situación poco común —se disculpa el señor Jones rompiendo el silencio.
—Es una maldito ramo, se agradece el gesto y punto.
—No —me interrumpe Carlos — no es solo eso. También te invita a cenar con él. Mañana.
Miro de reojo a Christopher y veo como cierra los puños, se da la vuelta y se sienta en su silla. Nunca lo había visto tan molesto.
—No quiero cenar con ese señor.
Y no quería, el comportamiento de Marcus estaba siendo el de un viejo verde que nunca había conocido a una jovencita en su vida. No pensaba pasar ni un minuto a solas con él.
—Lo sabemos pero...— frena Carlos intentando buscar las mejores palabras — El bufete cree que sería una mala idea rechazar esa propuesta. Marcus no es solo un amigo al que ayudamos a divorciarse, es nuestro mejor cliente y el responsable de que llevemos la mitad de las empresas del pais.
—Vamos que no es una propuesta en absoluto, no tengo elección —deduzco muy a mi pesar.
Me siento de nuevo en el sofá intentando asimilar la situación. Están dispuestos a venderme como una cabra con tal de no perder a su preciada fuente de ingresos. Instintivamente miro a Christopher y de pronto su gesto se ha relajado, sé por su expresión que no está de acuerdo con eso. Me mira y desvió la mirada para no derrumbarme. De pronto lo echaba mucho de menos.
—Solo es para saber que quiere, probablemente sea agradecernos el trabajo, su divorcio a a salir a la luz en breve y querrá dejarnos felices.
—Claro porque le importa mucho lo feliz que duermen las becarias ¿no? —pregunto con tono irónico.
Christopher sonríe para mi sorpresa y mira a su socio con cierta curiosidad.
—No sabía que al señor Klen le preocupara el bienestar de alguien mas que el de su culo —murmura.
Carlos suspira y fulmina a su socio con la mirada.
—Iré yo. Soy su abogado y al único al que se tiene que dirigir del bufete
—Si quisiera te invitaría a ti, no a ella —le reprocha Carlos.
—Tu no has visto como la mira, no me fio de ese hombre.
Miro a Christopher desconcertada, sabía de sobra como Marcus me miraba, lo que no sabía era como se había dado cuenta él. No entendía porque intentaba defenderme con el odio que parecía que me tenía.
—Ana sabe defenderse sola —espeta Carlos con poca paciencia.
—Mírala, se va a poner a llorar en cuanto intente hacer algo.
Por alguna razón las palabras de Christopher me habían molestado bastante. ¿Qué se creía que era yo? ¿Una niña idiota que no sabía frenar a un baboso?
—Iré —accedo mientras me levanto con la cabeza bien alta — Lo haré por el bufete pero solo esta vez. No volváis a pedirme algo así.
Carlos me mira con alivio y alegría, mientras su amigo no muestra mas que enfado e indiferencia. Como es posible que pase de querer defenderme a llamarme tonta. Carlos me indica la dirección y me voy del despacho dando un portazo y sin decir adiós.
La tranquilidad se había esfumado por completo.
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MÍA
Teen FictionNo es que Ana no se enamore, que lo hace, pero necesita una conexión instantánea. Con Christopher Drew la tiene pero el universo le juega una mala pasada y mete en su vida a su hijo, un perfecto y enamorado caballero que es todo lo que una chica pue...