Capítulo 7

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Tenía claro que no iba a conseguir ese trabajo. Era evidente. Él no me quería aquí y por mucho que pataleara o impresionara a su socio nada lo iba a cambiar. A duras penas había salido del despacho de Carlos después de saber que tendría que ser entrevistada por Christopher.

Estoy a punto de desviarme, agradecerla a Sarah el esfuerzo e irme a mi casa cuando mi voz interior me impide huir. No. No era una "niña" como él decía y no pensaba darle el gusto de salir corriendo por miedo a enfrentarlo.

La entrevista sería a todas luces bastante corta. Mis manos temblaban descontroladamente y mas me valía ocultarlo si no quería hacer el ridículo. 

—Ya hemos llegado —anuncia Sarah y me mira preocupada —¿Te encuentras bien? Estas mas blanca que la leche.

Cuento hasta diez. 

Ana Ruiz no eres ninguna niña, así que deja de comportarte como tal

—Estoy bien —contesto —son los nervios.

—Pues el señor Jones es un osito en comparación con el señor Drew. Aunque este es un osito mucho mas sexy —susurra y me guiña un ojo.

¿Y eso de que me iba a servir? Intento evitar mirarle con cara de indiferencia, al fin y al cabo solo intentaba tranquilizarme. O eso esperaba.

Sarah toca la puerta dos veces antes de abrir.

Entramos a un despacho muy parecido al anterior. Christopher esta firmando unos papeles. Se levanta y nos mira. Sus ojos se paran directamente en mí y me estremezco. Nunca me canso de ver ese azul.

Está impecable. Traje gris perfectamente entallado a su cuerpo, chaleco ajustado y corbata negra.

—Sabía que el idiota de Carlos te escogería a ti —suelta con cara de pocos amigos.

Su brusquedad me da de lleno. ¿Cómo puede ser tan antipático? ¿Y donde estaba el hombre sexy que conocí?

—¿Perdón? —pregunta Sarah sin entender nada

Christopher no le responde. Me mira de pies a cabeza, estudiando cada uno de mis movimientos. ¿Acaso espera alguna reacción?

—¿Señor, necesita algo? —insiste la simpática.

Sé que ella también me mira, probablemente muerta de curiosidad por saber de que conocía a su irresistible jefe. ¿Cómo se le ocurre decir algo así delante de ella? 

—Puedes irte Sarah, yo me quedo con la señorita Ruiz —ordena y por fin deja de mirarme.

Tranquila Sarah, la cosa no va a tardar mucho.

La puerta se cierra y caigo en la cuenta de que por primera vez estamos solos y encerrados en la misma habitación, sin nadie que pueda aparecer de pronto a destrozarlo todo. Demasiado tarde, lo ultimo que quería en ese momento era estar ahí.

—Siéntate —ordena de nuevo.

Me siento en la butaca de piel y el hace lo mismo. Vuelve a clavarme su mirada de pocos amigos. Intento ordenar mis pensamientos pero no lo consigno ¿Por qué Christopher me odiaba tanto?

Empieza con las mismas preguntas que Carlos pero con un tono tremendamente frío y sin la sonrisa tranquilizadora de su socio. Si con Carlos lo hice genial con el señor Drew fue todo un fracaso. Parecía un loro repitiendo un monologo. No me dejaba terminar ninguna pregunta sin suspirar y poner cara de aburrimiento. Ni siquiera parecía que me prestara atención. Cada segundo me sentía menos cómoda y mas humillada. ¿Este era el mismo que me ofreció una cita? 

—Sinceramente no entiendo como has llegado hasta aquí —me interrumpe antes de que acabe de contarle porqué me metí en derecho.

—¿Oye tu problema es que no quise cenar contigo? —suelto sin pensar

Sus preciosos ojos azules me miran con rabia. Estaba harta de que me tratara mal sin motivo. 

De pronto capte toda su atención.

—No solo eres aburrida, sino también maleducada.

Su arrogancia era insoportable. Ahora entendía lo que quería decir Jacobo de que se sentía por encima del bien y del mal.

—Mira es mejor que acabemos con esto —me levanto controlando mis ganas de tirarle algo a la cabeza —. No tiene sentido esto.

—Ana siéntate —ordena.

Cariño, gracias a dios no puedes darme ordenes.

Me dirijo a la puerta y Christopher se levanta. Con una rapidez sorprendente se dirige hasta mi y apoya una mano en la puerta impidiéndome abrir. De pronto lo tengo increíblemente cerca. 

Su olor. Mierda, se me había olvidado su maldito olor. 

—Mira Ana ninguno de los dos quiere estar aquí —. Estamos muy cerca y sus ojos azules se clavan en los míos. —Siéntate y sigamos con la entrevista, Jacobo ya me odia lo suficiente como para que encima se entere de que no he querido entrevistar a su novia.

Así que era eso, pensaba que yo tenia algo con su hijo. Por eso me trababa de esa forma. ¿Por qué creía eso de repente? ¿Y desde cuando Jacobo le odiaba?

La cantidad de información que había recibido junto con sus ojos, su olor y la cerca que lo tenía me nublaba el pensamiento. A pesar de todo solo tengo ganas de besarlo. Es inútil intentar aparentar lo contrario, me encanta ese hombre, y por mucho que ahora me trate mal, sé que en algún momento yo a él también.

—¿Y si uno de los dos si que quiere estar aquí? —confieso y me acerco unos centímetros mas.

Por primera vez veo sorpresa en la cara del señor Drew. No se esperaba en absoluto mi respuesta. Estoy temblando y tengo un nudo en la garganta. Lo miro y noto su respiración acelerada. La temperatura ha subido de repente.

Lo sabía, el también me deseaba.

—No es Jacobo el Drew que me interesa, Christopher.

Y me acerco un poco mas, noto su aliento y los latidos de mi corazón. Me mira y veo el deseo en sus ojos. El calor que hay entre nosotros es delicioso. De repente su mano acaricia mi mejilla y me agarra el pelo por detrás acercando aún mas nuestras cara. Su tacto es maravilloso.

—Ana...—susurra acariciando cada letra y nuestras narices se rozan. 

Noto punzadas en el estomago. Cierro los ojos esperando un beso que nunca llega. 

El calor desaparece y veo como Christopher vuelve a su mesa ¿Qué ha pasado?

—Gracias por venir, te llamaremos si acabas siendo una de las seleccionadas.

El Christopher serio y enfadado había vuelto. Me invadió una tristeza amarga. Parecía como si todo hubiera sido un sueño, un precioso sueño. Christopher ya no me mira, se ha centrado en sus papeles. 

Abro la puerta y salgo, segura de que no volvería a pisar ese despacho nunca mas.


Una hora mas tarde recibo un mensaje de Jacobo.

"Os han cogido a las dos, felicidades guapa, tenemos que celebrarlo"

No puedo reprimir la sonrisa que cruza mi cara. 

Christopher Drew se había convertido en mi jefe.


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