Capítulo 11

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—Señor Klen, lo siento mucho pero no me encuentro bien, creo que me vuelve el malestar —murmuro intentando poner cara de enferma.

Marcus seguía plantado en la puerta, mirándome como si fuera un corderito. Al menos se lo había creído.

—Tranquila preciosa, necesitas descansar —responde apoyando la mano en mi hombro.

No me gustaba que el señor Klen me llamara "preciosa" ni "princesa", ya no porque fuera un señor prácticamente desconocido sino porque parecía como si solo fuera una niñita rodeada de mayores. Casi giro la cabeza para ver la cara de Christopher al verlo tocándome.

—Muchas gracias —contesto intentando no parecer falsa.

—Le diré a mi chofer que te lleve a tu casa —ofrece con su habitual tono campechano.

Pienso en rechazarlo, pero no me quedaban muchas mas opciones.

—Gracias señor Klen, hasta la próxima —me despido y cruzo la puerta sin mirar atrás.

No me sorprendió que Christopher no intentara detenerme, realmente le daba igual. Ahogué las ganas de llorar que iban creciendo por momentos.

Quince minutos después ya estaba en uno de los coches del señor Klen de camino a mi casa. Me sentía tan patética que solo tenía ganas de meterme en mi cama y no salir nunca. Miro el móvil y tenía un mensaje de Sofi

"SÉ UNA BUENA AMIGA Y ROBALE ALGO DE LA CASA"

Sonrío, solo ella podía sacarme una sonrisa en un momento así. Decido responderle mas tarde, si se enteraba que ya había salido estaría en mi puerta antes que yo misma queriendo saberlo absolutamente todo.

Lo que mas me dolía no era el rechazo de Christopher, sino el hecho de que se acostara conmigo teniendo tan claro que no pasaría de eso ¿tanta necesidad tenían los tíos de meterla en algún sitio que les daba igual hacer daño?

Vale, me había medio desnudado delante de él, pero la humillación de su rechazo me hubiera hecho sentir mejor que sentirme usada. Rabia, solo podía sentir rabia hacia el estúpido señor Drew.

El chofer me indica que ya hemos llegado a la dirección, le agradezco el viaje y me bajo. Era el típico chico joven moreno y con traje, poco hablador y lo suficientemente simpático. Cierro la puerta del coche y un grito hace que me sobresalte.

—¿Dónde te has estado escondiendo señorita? Si no vengo yo no te veo nunca.

Jacobo estaba en la puerta de mi casa, con una sonrisa y su habitual look de niño pijo, pantalón chino gris y polo azul. Cuanto mas veía a Jacobo mas parecido le encontraba con su padre.

—Hola —respondo demasiado seca.

Se acerca a mi y me aparto. Había tenido suficiente Drew por hoy.

—¿Qué te pasa Ana?

Su mirada era de preocupación. ¿Por que su padre no podía comportarse así?

—Nada, es que el día no ha empezado muy bien.

Eran las 12 del mediodía y ya había hecho el ridículo. Un récord.

—Cuéntame, ¿Qué necesitas para que el día mejore?

Miro a Jacobo. Era un buen chico, mucho mejor que su padre y que la mayoría de tíos. Sin saber muy bien porqué las lagrimas que tanto había intentado controlar se derraman por mis mejillas. Jacobo abre los ojos como platos y me abraza instantáneamente. Su olor es reconfortante, lo que me hace llorar con mas fuerza.

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