Jacobo llevaba dos horas esperando. Dos larguísimas horas en las que ya había pasado por todas las fases habidas y por haber. La noche anterior había acabado jurándole a Sofi que lo arreglaría todo y que dejaría de hacerle daño a Jacobo. Ahora, delante del espejo y con mi espectacular vestido rojo ceñido tenia mis dudas.
Eran las 21:30 y llegábamos tarde. Hacía una hora yo no pensaba ir, luego pensaba ir pero nada arreglada y sin llamar la atención y ahora estaba despampanante. Mi cabello pelirrojo y rizado y mis labios rojo pasión remataban mi look. Jacobo casi se cae de espaldas nada mas verme.—Me encanta que te arregles así para mi —suelta mientras me acerco al coche.
Reprimo mi respuesta. Me había arreglado así por su padre y era una tontearía intentar ocultarlo. No pensaba provocar a Christopher ni que me deseara, simplemente quería acabar en lo alto. Como una mujer despampanante que le deja claro que entre ellos no hay ni habrá nada.
Ya estábamos en la puerta de su casa cuando me percaté que me temblaban las manos y las piernas. Le agarre instintivamente el brazo a Jacobo para no caerme. Era una mala idea. Todo eso era una mala idea.Entramos en la casa que tanto recordaba y lo primero que veo me deja en shock. Una rubia alta y delgada nos sonreía desde el recibidor de mármol. Era posiblemente la mujer mas atractiva que había visto. Tenía unos pómulos perfectos, unos ojos verde oliva y un cuerpo de escandalo. Parecía un puta modelo.
—¡Por fin chicos! ¡Pensábamos que no vendríais!
La rubia se acerca a mi y me da dos besos. Huele como a rosas lo que me hace odiarla todavía mas. Le da dos besos a Jacobo y le mira fijamente.
—Un placer, yo soy Violeta. La novia de tu papa.
Cierro los puños e intento disimular la cara de asco que seguramente se formaba en mi rostro. Era perfecta, como no. Un hombre como Christopher no podría estar como una tipa como yo, normal y del montón, tenia que estar con la hermana rubia de Irina Shayk.—Ven, tu padre nos ha preparado su mejor plato.
Dejando de lado el hecho de que Violeta actuara como si yo fuera un fantasma, que Christopher cocinara era algo bastante sorprendente. Dios, es que ese hombre hacia de todo.
Llegamos al comedor y ahí estaba él. Con una camisa granate y unos pantalones grises que le hacían parecer un dios. Llevaba la misma barba de tres días pero algo mas arreglada, el pelo un tanto rebelde y los ojos aún mas azules que de costumbre. Su mirada se paro en mi dos milésimas de segundo, las suficientes para darme cuenta de que yo también le había impresionado. Tenía planeado cada cosa que iba a decir, la forma en que me iba a sentar y hasta los minutos que pasaría en ese lugar pero era ver a ese hombre y todo se derrumbaba como un castillo en la arena.
—Gracias por haber venido —dice sin saber muy bien si a mi o a su hijo.
—Chris cariño tu hijo es igualito a ti —interrumpe Viotonta.
Sonrío y agacho la cabeza. No tienen nada que ver. Estaba claro que o no conocía al hijo o llevaba dos tardes saliendo con el padre.
—¿Qué te hace gracia preciosa? —pregunta la rubia.
Miro a Jacobo y luego a su padre. Entonces Christopher clava esos ojos azules en mi y me escanea de arriba abajo.
—No tienen absolutamente nada que ver —respondo apartando la mirada a cualquier otro lugar.
Jacobo me sonríe como si pensara que estaba intentando alagarle. Su padre en cambio sonríe disimuladamente entendiendo a la perfección a que me refiero.
Mierda, hoy estaba modo Christopher juguetón.
—De pronto se me ha abierto el apetito. ¿Cenamos? —suelta el señor Drew sin dejar de mirarme.
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MÍA
Teen FictionNo es que Ana no se enamore, que lo hace, pero necesita una conexión instantánea. Con Christopher Drew la tiene pero el universo le juega una mala pasada y mete en su vida a su hijo, un perfecto y enamorado caballero que es todo lo que una chica pue...