Capítulo 15

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Antes de que pudiera darme cuenta mi mano ya había cruzado la cara de Christopher. Seguramente el bofetón se habría oído incluso en el salón. Su cara era un poema casi tanto como la mía después de su grosería. Se lleva la mano al lugar en el que le había golpeado y se queda sin palabras. Por primera vez Christopher Drew se había quedado sin palabras.

No tenía ganas de llorar, no estaba dolida ni siquiera me había ofendido lo que me acababa de decir. Simplemente no me lo creía. Recojo cuidadosamente mi ropa interior rota del suelo y la tira en el cubo. Ya no servía de nada. Cuando me giro para irme Christopher reacciona y me coge el brazo. Finjo no prestar atención al calambre que recorre mi muñeca.

—He destrozado la vida a personas por mucho menos que lo que acabas de hacer.

Suelto una risa amarga. 

—Si te piensas que me voy a creer que lo que acaba de pasar ha sido un teatro tuyo te equivocas. Ni yo soy tan estúpida ni tu eres tan buen actor.

Estaba harta de él, de sus excusas y de empeñarse en hacerme sentir una mierda. Se había acabado ser la niña tonta.

—Respóndeme a una cosa Ana ¿por qué tendría yo algún tipo de interés en ti? ¿Qué puedes ofrecerme tu que no tenga en cincuenta mil mas?

Trago saliva y escondo mi orgullo herido. Tenía razón y no se la iba a quitar.

—Nada Christopher, realmente nada —contesto escupiendo las palabras—.  Por eso no entiendo lo que acabas de hacer.

—Solo quería comprobar que no sientes nada por Jacobo, y la verdad ha sido bastante fácil.

Suelto un suspiro de desesperación. Ese hombre iba a volverme loca.

—Te acostaste conmigo mucho antes de todo esto y no fue mas que porque tu quisiste.

—¿Quieres a Jacobo? —pregunta como si tal cosa.

El cambio brusco de tema me deja bloqueada. Me suelto la mano e intento reordenar las ideas.

—¿Qué?

—Me estas diciendo que quieres a Jacobo ¿no?

—A ti eso no te importa.

—Los dos sabemos que no. Me dijiste un día que no era ese Drew el que te interesaba.

El recuerdo de ese momento me pone la cara roja. No podía rebatir algo así.

—Y tu me invitaste a cenar, aquí mismo —le digo señalando a mi alrededor.

—Ana eso era un juego, eras una niña guapa y asustadiza que no paraba de mirarme como si fuera un dios. Solo quería jugar y vaya si lo conseguí.

Esa frase me dio de lleno en el corazón. Le mire y supliqué al universo ver en esa mirada azul algo de mentira, una señal que me indicara que era todo una enorme mentira. 

—Eres un hijo de puta.

—No me has contestado. 

—Vete a la mierda Christopher —sentencio y me voy de la cocina antes de que pudiera volver a agarrarme. 

Me tropiezo de cara con Jacobo quien ya iba en dirección a nosotros. 

—¿Qué estáis haciendo?

Le miro y noto como las ganas de llorar que hasta entonces creía que no aparecerían se abalanzan sobre mí. Sus ojos marrones, su dulzura y lo que acaba de hacerle me mataba.

—¿Nos podemos ir a dormir ya? —le suplico con la mirada.

Hubiese preferido irme de esa casa inmediatamente pero sabia que Jacobo había bebido y no iba a hacerle conducir. Y mucho menos iba a conducir su coche. Nos iríamos a la cama y por la mañana saldría corriendo de ahí.

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