Contacto visual

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Markus:

Le pegué un bocado a mi sándwich de jamón york y dejé que migas de pan cayeran sobre mi camiseta roja y mis vaqueros negros completando así una acumulación de probablemente más de 100.000 migas sobre mí. Las sacudí todas y me deshice de ellas haciendo que el señor a mi lado me mirase mal. Tiré el envoltorio del sándwich al suelo ganándome la segunda mirada de desprecio del señor y me acomodé sobre mi incómodo asiento en el metro. La expresión de desprecio del señor se transformó en una sonrisa cuando una chica recogió mi envoltorio y lo rodeó con sus manos formando una pelota y guardándoselo en la mochila. Enarqué una ceja y me descubrió mirándola, tenía unos ojos ámbar un tanto familiares pero no recordaba de donde. Su mirada me retó y al final aparté yo mis ojos de los suyos, los puso en blanco como si se hubiera esperado esa reacción y se giró de espaldas a mí, espera...¿La chica de la iglesia? Sí, definitivamente era ella y creía que ella también se había dado cuenta de quién era.

La voz del metro advertía la llegada a la segunda parada y me levanté de mi sitio para salir lo antes posible de aquí. Me dejó justo enfrente del bar "Sora" y aproveché para ir allí antes de trabajar.

Cristina me sirvió un café para despejarme por completo y después unos chupitos de media mañana, bueno de las 9 de la mañana. Después del segundo me sentía con las energías cargadas y esperé a que apareciera esa camarera tan mona que tenía aquí trabajando, ya me dijo su nombre las últimas veces pero no me acordaba...¿Sonia? 

Por fin apareció en escena y se quedó petrificada nada más verme, sabía lo que le tocaba. Me tomé el último trago de mi tercer chupito y lo deslicé por la mesa hasta dejárselo a Cristina, me levanté y caminé hacia Sonia hasta que rozamos y le susurré al oído.

—¿Vas a venir ya?

Vi como su piel se puso de gallina, sabía cuanto le gustaba pero yo no podía hacer nada con eso así que le regalaba el mejor sexo de su vida. No me hacía falta girarme para saber que me estaba siguiendo hasta el baño. Cristina se metió en la cocina y Sonia aprovechó para entrar en el baño de las damas, me ponía más follarla aquí.

Su cuerpo de frente se estampó contra los azulejos del baño y le subí esa falda tan estrecha que le hacían ponerse como uniforme. Me acerqué a ella hasta pegarle mi erección contra su muslo y le subí a una velocidad sobrenatural la camiseta para agarrarle una de sus tetas mientras se lo metía por atrás. Sus manos se apoyaron contra la pared intentando no estampar su cara contra ella para hacerse daño y empezó a gemir mi nombre del cual sí que se acordaba. Bajé su cuerpo un poco más para que la penetración fuera más profunda y le metí tan rápido como pude pellizcando sus pezones y haciéndola gemir sin parar. Mi mano libre la acerqué a su zona húmeda y empecé a frotar en círculos lentos sobre ella sin parar de meter en el otro agujero rápidamente. Solté mi mano de su seno para darle un azote en el trasero y dejarle marca de mi mano en él, ella gimió alto y se tapó la boca con su propia mano sabiendo que no se podría controlar mucho más. Mi mano derecha volvió a hacer su trabajo con sus pechos pellizcándolos de manera que podría llegar al orgasmo sólo con ello y mi otra mano bajó de nuevo hasta abajo y empecé a meter y a sacar dos de sus dedos sin parar. Ella gimió esta vez sin taparse sus sonidos y su cuerpo se tensó haciéndome saber lo que le iba a pasar, se mojó entera y se despegó de mí pero sus finas manos no querían terminar. Bajó hasta abajo y se metió mi polla en su boca. Sus movimientos eran profundos y lentos y me torturaban cada vez más. Agarré su ahora desaliñada coleta y la empujé contra mí haciendo que sus movimientos se intensificasen y que su lengua recorriera cada centímetro. Eché mi cabeza hacia atrás y rellené su boca con todo lo que tenía. Subió y se acercó a mi cara pero me aparté de ella.

— Te dije que nada de besos, Sonia— le informé por... no sé cuántas veces se lo había dicho ya.

— Vale, vale, tenía que probar— dijo mientras se volvía a recolocar la ropa.

— Pues no pruebes más o se acabó— le advertí mientras me volvía a vestir yo también.

— Está bien. Y por cierto, soy Sofía— resopló en un tono triste.

Se lavó la cara deshaciéndose del rímel que se le había corrido por toda la mejilla y salimos del baño como nuevos. Salí del establecimiento sin decir nada y me dirigí a la estación de bomberos. Mi turno de hoy empezaba a las 10 así que tenía tiempo de sobra para llegar hasta allí.

Cuando llegué vi a todo el mundo alborotado al rededor de los camiones.

— Markus, vístete, hay un incendio en Avenida Dulián, 8. Te necesitamos, Víctor estará a cargo hoy.— gritó mi jefe lanzándome el equipamiento necesario.

Me vestí en apenas treinta segundos y ayudé a terminar de preparar el camión. Llegamos rápido a la calle y Tom y yo, evacuamos a todo el vecindario. Al parecer un padre y su hija se habían quedado atrapados en el 8º piso por un fuego ocasionado en el salón. Dos de mis compañeros apagaron el fuego con relativa facilidad y cuando habían rescatado a las víctimas, la ambulancia ya estaba esperándoles abajo para ser atendidos. Volvimos felices al camión y regresamos al edificio, hacía más de dos meses que no recibíamos ninguna alerta pero no nos había pillado desprevenidos. Luego el jefe nos llamó para felicitarnos por haber hecho todo a tiempo y nos informó de que el padre y su hija estaban bien, el padre había salido más dañado pero ahora estaba estable.

El resto del día lo dedicamos a trabajos sencillos como a la limpieza y la planificación de los siguientes días, no podíamos salir al exterior a hacer ejercicios porque con la que estaba cayendo media plantilla cogería un buen resfriado.

Eran casi las 21:00h y debía volver a casa, me despedí de Tom, cogí el paraguas y salí por la puerta exterior. La lluvia caía sobre el suelo firme haciendo un ruido tormentoso y al mínimo segundo fuera del paraguas estaría completamente empapado así que dando pasos pequeños me fui alejando cada vez más del estación de bomberos. Ya llevaba media hora caminando cuando dejé la iglesia atrás y me adentré en el parque de la zona que quedaba cerca de la casa de Jorge, un amigo que me iba a acompañar al club. Estaba completamente a oscuras y las únicas farolas que alumbraban el parque no tenían función alguna ya que no veía a nadie por allí.

Nota de la autora:

Idea de Joss:

(Alex Pettyfer)

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(Alex Pettyfer)

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