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Su paciencia auténticamente estaba agotándose. Llevaba de manera literal una hora sentado en aquella mesa, rodeado de extraños a los que no conocía y únicamente, les había brindado una cordial sonrisa.
Ya estaba cansado de tanto esperar y siquiera San se había tomado la exasperación de avisarle de que llegaría más tarde.
Encendió su teléfono en busca de algún mensaje del susodicho, pero todo era una respuesta negativa, ni rastro de él.
Llevaba esa maldita hora tomándose gradualmente un zumo para que el camarero no le volviera a insistir.
No paraba de repetirle que estaba esperando a alguien, pero ese alguien había desaparecido con suma totalidad.
Ya iniciaba a avergonzarse cada vez que los de la barra le examinaban con pena.
— ¿Quieres que te haga compañía mientras tanto? — Discernió acústicamente una voz dulce por su lado izquierdo.
Por lo lamentable que se percibía, podía saber que había sido también abandonado.
Parecía que el chico se había llevado un largo tiempo preparándose para nada, él era bastante lindo.
— Claro. — Respondió mostrando una estética y atrayente sonrisa.
El tiempo pasó expedito mientras que verbalizaban e incluso intercambiaban números.
Cuando menos se lo esperaban, la mañana pasó al completo junto a la compañía del otro.
— ¿Jeongin me dijistes que te llamabas? — Preguntó para recordarlo por si acaso, a veces su memoria solía ser como la de un pez.
Tras el asentimiento del menor, se pudo escuchar abrir la puerta del restaurante haciendo que la campanita chocara y sonara.
Su cabeza giró hacía la dirección de donde provenía el ruido y sus ojos, captaron una figura alta, ser iluminada por los rayos de sol.
Por alguna razón concebía mentalmente que lo conocía y más al verlo caminar hacia ellos.
— ¿Lo cambiastes por mí? — Preguntó el chico recién llegado de rizos destacados.
Automáticamente pudo darse cuenta de que era la persona del cual Jeongin llevaba esperando durante todo ese tiempo.
Ese chico ahora que lo recordaba era quién estaba siempre con Jongho jugando al fútbol, Christopher Bang.
Ya estaba conteniendo la cólera de desahogarse con él de que San no viniera.
— No es su culpa que tú no te dignaras a aparecer hasta ahora. — Escupió esas palabras con enfado.
La cabeza del hombre que se encontraba de pie, dio un vuelco.
— ¿Estás esperando a San? — Cuestionó alzando su dedo índice viendo a Wooyoung asentir con remordimiento. — Creo que lo he visto hace poco bastante tranquilo andar hacía aquí mientras que yo corría.
