EL ANILLO IDEAL

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POV OMNISCIENTE

Tres semanas pasaron y por fin el cazador tenía casi todo planeado para que su lobita lo perdonara. Durante esos días tuvo que viajar a la manada de Isaac para comenzar con "la supuesta búsqueda de la loba" sin saber que la tenía más cerca de lo que imaginaba.

Los dos jóvenes se dedicaron recorrer cada pueblo humano, dejando como última opción la cuidad. Isaac tenía la esperanza de encontrarla en algunos de esos pueblos, no sé detuvo hasta que su cuerpo se sintiera cansado.

Todas las noches Isaac se iba a la mitad del bosque y aúlla de dolor para que su manada supiera que aún no encontraba a su luna, la manada le respondía sintiendo el dolor se su líder  y también culpables de como la habían tratado.

En ese lapso de tiempo viajó a la misma cuidad en la que se encontraba Adina, acompañado a Milo para comprarle un regalo a su novia.

Entraron a una joyería y la envidia invadió todo su sistema por ver como su mejor amigo escogía un anillo de compromiso. Una encargada se acercó al lobo y le sonrió con dulzura.

-¿Tú también buscas uno?- miró desconcertado a la mujer mayor y negó.

-Soló vine acompañar a mi amigo.

La mujer pudo ver aquella chispa de tristeza en Isaac, así que se le ocurrió una idea.

-¿Por qué no compras uno?- se removió incómodo al volver ser interrogado por aquella anciana.

-Para eso necesitaría a una mujer- la anciana alzo una de sus cejas y negó  sin aprobación.

-No necesitas una mujer para comprarlo, puedes hacerlo ahora y el día que la encuentres le dirás que es especial.

Una sonrisa se formó en su labios al imaginar Adina llevándolo en su dedo. Se dejó guiar por la anciana, sin importarle venir acompañado de su mejor amigo. La mujer le mostró varios anillos pero ninguno convencía al lobo, siguió buscando hasta que por fin dio con el indicado.

-Esté es el anillo ideal.

Miro con orgullo aquel anillo sencillo pero a la vez elegante pensado en el día  que se lo propondría, no le importaba que ella formara una vida con alguien ya que tarde o temprano el destino la traería a su lado.

-Cuando la encuentres te aseguro que lo amará- dijo fascinada la anciana.

Isaac vio en aquella mujer de cabellos blancos un sentimiento que nunca tuvo en su vida y era la maternidad, esa mujer no se dio por vencida hasta salirse con la suya y bien que supo jugar con sus palabras.

-Gracias ...- pronunció el lobo con las mejillas coloradas.

La anciana dejó de envolver el anillo y en sus ojos mostraban ternura en aquel desconocido.

-Amaya...- fue lo único que dijo para seguir con lo suyo.

......

Al salir de la joyería volteó por última vez viendo aquella mujer que lo hacía sentirse en casa. En ningún momento le mencionó el anillo a Milo, eso sólo le convenía a él y nadie más.

Caminaron en silencio, ambos se encontraban sumergidos en sus propios pensamientos en los cuales se involucraba aquella loba que hacía suspirar a cada uno.

-Mañana regresó a la manada, dentro de unos días te mandaré a llamar para seguir con la búsqueda.

Se alejó sin darle tiempo al cazador de articular una palabra. Vio como se perdía entre las personas y siguió con su destino.

................

-¿Cómo que mamá está enferma?- inquirió con preocupación la loba.

-No es nada grave Adina. Sólo un simple resfriado, debes tranquilizarte por mis nietos.

A los padres de la loba les costo asimilar la noticia sobre que su hija estaba formando una familia con otro hombre. Pero al último terminaron aceptando la realidad, ya que Isaac fue el único responsable que ella se fuera de la manda.

-Ellos están bien, son unos bebés muy sanos- dijo viendo su vientre un poco abultado en el espejo.

-Adina pronto iremos a visitarte para conocer aquel joven que te cortejo- la sonrisa en el rostro de Adina se borró al recordar el accidente.

-Los estaremos esperando en la mansión King.

Su padre la conocía perfectamente, para saber que mentía. Decidió no preguntarle de su actitud repentina sobre su novio, ya tenía suficiente con ocultarle sobre la enfermedad de su esposa para que Adina saliera rumbo a la manada y Isaac armará una espectáculo por verla embarazada.

Siguieron hablando un rato más, sin volver a mencionar al cazador. Al cortar la llamada se fue a dar una ducha caliente, mientras estaba en la bañera comenzó hablarle a sus bebés.

-Se que han de estar tristes por no tener a su padre- murmuró con tristeza.

Una lágrima traicionera resbaló por su mejilla, en el fondo sabía que Milo se encontraba peor que ella. Pero en ningún momento se atrevió a llamarlo ni siquiera en escribirle un mensaje.

Salió de la bañera y se envolvió con una toalla, al tocar el piso frío no le importó dejar rastro de agua en el.
Aún con sus sentimientos en desorden, fue directo al clóset para escoger un vestido recto de color celeste, secó su cabello y luego aplico un poco de crema para después peinarlo.

Bajo por las escaleras y al llegar a la planta baja se sorprendió encontrando a Máximo tirado en el piso. Corrió hacia el y tomó sus signos vitales.

Un suspiró de alivio soltó.

-Padrino- lo removió, pero el hombre seguí inconsciente.

-Adela...- susurró el nombre de la bruja varias veces, una mueca de disgusto hizo la loba al sentir su aliento a alcohol.

El sonido del timbre la sobresaltó, dejó al hombre en el suelo y fue haber quien  insistía tanto. Al abrir la puerta su pecho brinco de felicidad al encontrar parado al hombre que había extrañado durante casi tres semanas.

-¿Qué haces aquí?- interrogó alzando una de su cejas.

El cazador se encogió de hombros sin tener la respuesta, se encontraba en un parque sumergido en sus pensamientos y cuando quiso reaccionar ya estaba tocando el timbre en donde vivía su novia.

- Quizá es por que te extraño lobita- fue lo único que dijo para dar  media vuelta y marcharse por donde vino.

Un nudo se forma en el estómago de la loba, se acercó rápido al cazador y sostuvo su brazo.

-No tienes que ir te, en fin de cuentas tienes derecho a pasar tiempo con ellos.

La expresión de Milo fue de enojo, metió sus manos a los bolsillos de la chaqueta y apretó la caja de terciopelo. Dio un paso atrás y negó por que Adina todavía no lo perdonaba.

-Adina...- la voz de Máximo se escuchó detrás de ella, quién tenía ambas manos sobre su cabeza.

-¡¿Qué demonios haces en mi casa, Milo?!- gritó el hombre pero no llegó a la puerta, se quedó congelado por ver a la persona que venía llegando.

- Al parecer llegué en un mal momento-  Adela miró la situación incómoda, sus ojos se encontraron con el hombre mayor y sus ojos comenzaron a picar al sentir que había tenido sexo con otra mujer.

Reprimió las lágrimas y cambió su semblante a uno frío, saco una invitación de su bolso y se la tendió a la pareja, en ningún momento volvió a mirar a Máximo.

-Felicidades Adela- al leer la invitación Adina no dudó en abrazarla- verás que con Samuel serán muy felices.

Prometo Recuperarte (Serie Prometo #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora