ARGENIS Y MATÍAS

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Omnisciente

Milo al enterarse que sus hijos ya sus respectivos destinados estaban por reclamarlos se desmayó, dejando confundidos a las demás personas que se encontraban en la sala de espera.

Sus padres escucharon toda la conversación y les resulto gracioso el comportamiento inmaduro de su hijo adoptivo.

En eso el teléfono del padre de Milo entro una llamada y se disculpo diciendo que era un asunto importante. Una vez lejos vio que se trataba del consejo, no muy convencido respondió.

‒ ¿Diga? ‒ contestó preocupado.

‒ Alpha, necesitamos que regrese a su manada lo antes posible ‒ se escucho una voz ronca del otro lado, dándole entender que era más bien sonaba como una orden.

‒ Pero no puedo… ‒. No termino de hablar ya que la otra persona colgó sin haberlo escuchado.

Enojado por no haberlo dejado explicarles la situación, regreso junto a su mujer y con decepción de no poder conocer a sus nietos se despidió, diciendo que arreglaría algunos  asuntos de la manada y prometiendo regresar cuando su nuera le dieran de alta en el hospital.

(…)

Todos los sobrevivientes ayudaban a rescatar las personas que se encontraban bajo los escombros de sus casas, mientras que otros se encargaban de buscar a su líder. Cada minuto que pasaba se les hacia eterno con temor de hallarlo muerto, las pocas mujeres que no habían sufrido lecciones, curaban a los heridos y rezaban a su Diosa para que la ayuda llegará lo antes posible.

El antiguo alpha sin importarle sus heridas abiertas ayudaba a su gente en busca de su hijo, mientras removía cada pedazo de concreto sentía como su corazón latía de forma acelerada con temor de encontrarlo sin vida. Dejo de remover al oír el grito de un hombre diciendo que lo habían encontrado, salió deprisa de ahí sin darse cuenta de haber pisado mal, haciendo que perdiera el equilibrio y se golpeará fuertemente la cabeza.

Una mujer corrió a su lado y sollozo al notar el charco de sangre debajo de la cabeza del alpha, sin importarle marcharse lo abrazó y gritaba por ayuda por sentir como el corazón del lobo latía cada vez de forma lenta.

(...)

‒ Son tan adorables  ‒ dijo Adela, mientras le hacía caras graciosas a los bebés a través del vidrio.

Milo soltó una carcajada por la actitud infantil de la bruja, pero está fue callada al sentir como su ahijada le comenzó halar sus cabellos.

‒ Mala, Isa ‒ regañó a la bebé y esta comenzó a llorar.

Adela se volteó y miró al cazador con ganas de matarlo, debido que una vez que comenzaba a llorar nadie podía calmar su llanto, solo había una única persona que con oír su voz paraba.

‒ Más vale que comiences a correr.

El cazador se puso pálido y tragó grueso, pero se le ocurrió volver  molestar a la bruja sin importarle terminar asesinado por parte de ella.

‒ Iré por Máximo ‒ mencionó dándose la vuelta para huir junto con su ahijada.

Adela al escuchar el nombre de Máximo, sintió como el zoológico en su estómago volvió a despertar. Intento sacarlo de su corazón, pero el se aferraba a seguir tatuado en el como si fuera su dueño, cuando hacía el amor con su marido imaginada estar en los brazos del cazador para poder llegar al orgasmo.

Esfumó aquellos pensamientos cuando vio a lo lejos a su esposo junto con el idiota de Milo, pero frunzó el ceño al no ver a su hija con él.

‒ ¿Dónde está, Isabel?  ‒ cuestionó, una que estuvo frente a él y conteniendo las ganas de arrancarle la cabeza al cazador.

‒Con su padre biológico ‒ respondió, viendo con malicia a la bruja.

Tanto Adela y Samuel en sus ojos mostraban un destello de furia hacia el pobre cazador. Milo tragó saliva por mirar  ambos acercarse de manera amenazante.

‒ ¡Eres hombre muerto, Milo Black!

(...)

Después de casi asesinar a Milo, la bruja le prohibió acercarse otra vez a su hija sino estaba ella presente. En cuanto Máximo, no sé quedó con los brazos cruzados con respecto a la madre de su hija diciéndole que apelará sus derechos que le correspondía.

El cazador y su madre alejaron a Máximo ya que estaba apunto de agarrar a golpes al esposo de la bruja.

‒Deberías llevar la fiesta en paz ‒ aconsejó, Milo viendo con desdén Adela.

‒ Pediré ayuda al consejo. Tengo que hacer que mi hija lleve el apellido King y no de ese idiota.

Milo negó al oírlo por las personas a quienes pediría ayuda, su madre los miraba en silencio analizando toda la situación que pasaba el líder de los cazadores.

‒No creó que lo apoyen ‒ opinó la madre de Milo ‒. Recuerde que todavía siguen molestos con usted, por haber mandado eliminar a uno de los suyos.

(...)

‒ Ya quiero conocerlos ‒ dijo emocionada Adina.

Su prometido se sentó junto a ella tomando sus manos para depositar un beso en el dorso. Milo por fin se sentía completo, amaba con locura a su mujer e hijos ya no le importaba tener entre sus manos un trozo de papel donde recalcara la palabra "matrimonio". 

En eso una enfermera entró a la habitación con dos cunas, los ojos de la loba brillaban de felicidad y su loba interior aullaba por tener a sus cachorros a su lado.

‒ Son preciosos ‒ respondió viendo cómo la enfermera se acercaba con uno de los gemelos en brazos.

‒ Hola, mi pequeño ‒ le dijo a su bebé y este la miraba curioso ‒. Tú y tu hermano serán mi más adorable dolor de cabeza, cuando tenga que espantar a sus admiradoras.

Milo sonrió con ternura al imaginarse a su prometida espantando a toda niña que le intentara robar la atención de sus cachorros, sin decirle que a los que tendría que aullentar eran principalmente a Adán y la que creía que era la novia de este.

‒ ¿Cómo les pondrán? ‒ preguntó la enfermera, sacándolos de su burbuja familiar.

‒ ¿Quién fue el primer en nacer?

El cazador tragó saliva al clavar los ojos en el bebé que Adina sostenia en sus brazos.

‒ El que usted está cargando ‒ respondió la enfermera.

‒ Bienvenidos Argenis  ‒ su mirada va al mayor, que correr por su sangre la de un cazador  ‒ Matías ‒  murmura viendo al más pequeño omega.

La enfermera asintió colocándole después las pulseras con sus respectivos nombres a los bebés.

(...)

Todos los alphas se encontraban listos para atacar un clan rebelde de cazadores, quienes fueron los causantes de colocar explosivos en cada rincón del reino licántropo con la intención de asesinar a Isaac.

Lucharan hasta el final para vengar el  atentado que sufrió su rey, este último se encontraba en un estado grave. Los médicos daban pocas posibilidades de que pasará la noche, su padre el alpha con toda la pena de interrumpir en la vida de Adina mandaría buscarla.

Ella es su única esperanza para que su hijo luchará para seguir viviendo, sabía que era egoísta de su parte, pero si tenía que separar Adina del cazador lo haría con todo el dolor, ya que su única prioridad es salvar a Isaac.

‒ ¡No permitiré que esa sorda esté cerca de mi hijo! ‒ gritó, indignada Sabrina.

Castiel puso los ojos en blanco por oír la misma queja de su ex esposa, desde que despertó no ha hecho más que quejarse y eso hace que la cabeza le doliera más de lo que sufrió por el golpe.

‒ ¡Cállate, Sabrina!

Silenció fue lo único que hubo después de que el ex alpha estallará cansado de los chillidos irritantes de su ex mujer.

Se abrió la puerta y se le cortó la respiración a Castiel, por mirar a la persona que se había robado su corazón.

‒ A-aridna.

Prometo Recuperarte (Serie Prometo #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora