MEDIA NARANJA

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POV MILO

Le doy vueltas al bolígrafo sobre la hoja mientras intento prestar atención lo que explica mi padre. De cierta forma no logro concentrarme, siento una extraña sensación en mi pecho. Me levantó de la silla y salgo deprisa, sintiendo la mirada de los socios por mi repentina huida.

Al estar afuera frunzo el ceño cuando veo que tengo varias llamadas perdidas de Isaac y Adán. Cuando estoy por devolverle la llamada a Isaac, mi teléfono suena y es nada menos que Adán, rechazó su llamada para marcarle a mi amigo. Pegó el teléfono a mi oreja y tal parece que no hay señal allá, pero esto me huele mal ahí es completamente imposible que se queden sin comunicación.

Intentó no rodar los ojos por  la insistente llamada de Adán, no sé qué se traiga entre manos ese brujo tramposo así que a regañadientes le respondo.

‒ Adina entró en labor de parto ‒. Con solo oír las últimas tres palabras todo mi alrededor dejo de moverse.

En mi cerebro trató de procesar aquello, se supone que todavía faltaban dos meses para la llegada de mis hijos y tengo entendido que en el último mes ahí si puede adelantarse, no dos meses antes es muy complicado entender eso del embarazo.

‒ ¿Milo? ¿Todavía sigues ahí? ‒ salgo de mis pensamientos al oír la voz preocupada del brujo.

‒ Si. Mándame la ubicación.

Finalizo la llamada sin esperar una respuesta de su parte. Vuelvo a la sala de reuniones y le aviso a mi padre que sus nietos están por nacer, con solo mencionarle eso pega un grito de la emoción dejando a los presentes curiosos.

(...)

Corro entre los pasillos del hospital con mi padre siguiéndome los pasos. Estoy ansioso por conocerlos, me los imagino una mini combinación de ambos. Llego hasta donde se encuentran todas nuestras amistades esperando impacientes por noticias, paso de cruza sin saludar a nadie dirigiéndome directo Adán.

‒ ¿Qué ha dicho la doctora? ‒ le pregunto tomándolo de los hombros y luego sacudirlo.

‒ Te dire, pero antes deja de sacudirme.

Alejo mis manos de él.

‒ Todavía no me han dado noticias de ellos ‒ responde con calma.

Parpadeo varias veces mirándolo incrédulo por su forma tan calma en decirlo, ya veremos si lo toma de esta manera cuando sea su hora de ser padre. Lo empuje al mirar a la doctora que atiende Adina.

‒ Es bueno que este aquí Sr. Walker, su prometida no tarda en despertar y seguro pedirá verlo ‒ informa y la miro confundido.

¿Se supone que estaba en labor de parto? ‒ pienso.

‒ ¿Ya nacieron los debiluchos? ‒ miro Adán con ganas de matarlo por cómo se expresa de mis hijos.

‒ ¿Debiluchos? ‒ repitió la doctora desconcertada.

‒ No le haga caso. Hoy amaneció con su cerebro retrasado ‒. No muy convencida asintió y nos alejamos del idiota del brujo para ir a donde se encuentra, mi lobita.

(...)

Nos dirigimos a la habitación donde fue traslada, me indica la doctora que la acompañe primero a otro lugar. Nos detenemos y mis ojos se llenan de lágrimas al mirar a través del vidrio a mis pequeños en una incubadora.

Deleitó a cada uno. Son tan pequeños y frágiles como un cristal. Una enfermera saca a uno de los gemelos y lo acerca un poco, los ojos se me abren como plato por notar que mi hijo saco la marca de nacimiento de los Black.

Eso es una mala señal, él no puede ser un cazador seria discriminado viniendo de origen omega, tengo que evitar a toda costa que desarrolle sus instintos de asesino. Para Adina sería un golpe duro, yo no tuve el privilegio de ser entrenado por mi progenitor, pero no me salve ya que más de una ocasión intente lastimar a la familia que me acogió.

‒ Fue el primero en nacer ‒ aparto la mirada de mi hijo, y observó con preocupación a la doctora.

‒ ¿Cuánto tiempo estarán en la incubadora? ‒ le pregunto sin despegar los ojos de ella.

‒ No mucho. A pesar de nacer prematuros el desarrollo de ambos es algo impresionante‒ explicó, asimilando su asombro.

(...)

Cuando ingresamos a la habitación donde está Adina, nos llevamos la sorpresa de encontrarla de pie. Miro como se sostiene con fuerza de la sábana para no caer y es ahí que miro como una fina línea de sangre resbala en su mano derecha.

‒ ¿Dónde están mis hijos? ‒ pregunta con su voz apenas audible.

‒ Ellos se encuentran bien, pero al parecer usted no ‒ la regañan.

Ayudo a recostar Adina, mientras la doctora se encarga de curar su herida y después vuelve colocarle el suero, no se salva del sermón por parte de ella.

Adina ignora sus palabras e insiste con ver a nuestros hijos, pero hace caso omiso a su petición aplicándole un calmante para que descanse un poco ya que tuvo un parto muy difícil y todavía necesita descansar.

(...)

Termino de colocarme la bata azul, unos guantes, un gorrito y la mascarilla que me entrego una enfermera para poder ingresar al área que están mis hijos. Contengo las lágrimas por sentir como uno de ellos se aferra a mi dedo y el otro mirándome con curiosidad.

Examinó de pies a cabeza al bebé que no fue sacado de la incubadora minutos atrás con el fin de verificar si posee también la marca Black.

Siento un enorme alivio al no encontrar rastro de ella. A mi mente viene las palabras del brujo tramposo diciéndole Adina que eran omegas, pero él solo hablo en singular y no en plural. Tendré que preguntarle si hablaba de los dos.

Me despido de ellos prometiéndoles que para la próxima vendré acompañado de su mamá. A toda prisa camino sin dejar de recorrer mi vista en busca de Adán, fruncí el ceño encontrándolo discutiendo con Máximo.

Ahora que lo pienso ¿Qué hacen ellos dos aquí? ¿Cómo Adán entró al departamento sin ni siquiera tener llaves?

Llegó a ellos y dejan de discutir. Los miro esperando una explicación intentando mantener la calma y no echarlos a patadas, siento una mano sobre mi hombro haciendo apartar la mirada de ellos. Al girarme veo Adela con sus ojos llorosos.

‒ ¿Qué sucede?

Ninguno dice nada al parecer les comió la lengua el ratón. Como veo que no se dignan hablar, doy un paso al frente de Adán.

‒ ¿Mis hijos son omegas? ‒ cuestionó con los nervios de punta.

‒ No, Milo ‒ responde ‒. La genética de ambos es diferente, por desgracia tendrás que elegir a quien apoyar.

Trago grueso ante su explicación, de nuevo me encuentro entre la espada y la pared con mi propia sangre, tengo de hallar la manera de ayudarlos sin que ninguno salga lastimado.

‒ Pero no es todo ‒ volteó a mirarlo ‒ uno es mi media naranja.

¡¿Qué carajos?!

‒ Estas de broma ¿Verdad?

Niega.

‒ No. Hubo una confusión con Jazmin, ella en realidad es alma gemela de tú otro hijo.

Todo comienza a darme vueltas y solo escucho voces a lo lejos.

Prometo Recuperarte (Serie Prometo #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora