DESCUBIERTA

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POV OMNISCIENTE

Milo observa como su lobita junto con su madre se ponían de acuerdo con los preparativos de la boda, suspira y mira su teléfono. Todavía no se armaba de valor para decirle la verdad a su mejor amigo, sentía como la culpa lo carcomía poco a poco y más por qué no quería ser el malo, cuando sus hijos supieran de su historia con Adina.

Camina hacia ellas intentando disimular su inquietud. Deposita un beso en la frente de la loba y otro en la mejilla de su madre, toma asiento al lado de Adina y pasa un brazo detrás de ella.

― ¿Cómo van con los preparativos? ― cuestiona Milo, mientras agarra una de las galletas de la mesita de centro.

Las dos mujeres sonrieron y el cazador trago con dificultad la galleta. Adina le muestra varias opciones de flores, pero ninguna convencía a Milo hasta que vio la cara de enfado de su novia.

― Que tal esas ― señalo las flores alcatraces y frunció su ceño al mirar Adina negar.

Se paso una mano en el rostro sin comprender la variación de una flor a otra, para él casi todas eran iguales a excepción de las rosas blancas. En eso su celular sonó y al ver de quien se trataba su cuerpo se puso tenso, se disculpó diciendo que era de la empresa. Su madre conocía cada gesto de él, que a ella no podía engañarla, podría mentirle Adina, pero a ella jamás y sabía perfectamente que el de la llamada era Isaac.

Siguió ayudándole a su futura nuera ahora con el pastel, así continuaron dos horas hasta que el estómago de la loba rugió y se encaminaron rumbo a la cocina.

― ¿Qué te apetece comer? ― pregunto abriendo el refrigerador.

Adina se acercó a ella y miro por encima de su hombro. La boca se le hizo agua, al encontrarse con una tarta de manzana, de reojo la madre del cazador vio como la beta pasaba su lengua sobre sus labios saboreando a dirección del postre. Saco la tarta y la puso en la encimera, corto un trozo y de inmediato la loba comenzó a devorarlo.

Veía con cariño a la loba, siempre anhelo poder concebir a sus propios cachorros, sólo que las esperanzas se fueron desvaneciendo con los años al enfrentar la perdida en dos embarazos.

La esperanza volvió el día que Milo entro a sus vidas, cuando era un pequeño de seis años, su corazón latió y el instinto maternal apareció jurándose proteger a ese niño con un pasado oscuro.

(...)

― Necesitamos hablar ― murmuro el lobo, intentando no llamar la atención de los invitados.

Ambos hombres se adentraron a la mansión, sin darse cuenta que la loba los veía. Adina se disculpó, diciendo que iría por bocadillos, antes de entra ocultó su aroma para que Castiel no pudiera sentirla.

Con pasos sigilosos, se escabulló entre los pasillos hasta llegar a la oficina. Pego su oreja a la puerta y reprimió un grito de sorpresa al oír lo que decía el padre de Isaac.

― Isaac, cada vez está más cerca de encontrarla ― eso alarmó al cazador, no podía permitir que eso sucediera.

― En dos días, Adina y yo nos iremos de aquí.

Dio por terminada la conversación, caminando hacia la puerta. La loba al oír los pasos acercándose, salió corriendo de ahí para meterse en una de las habitaciones.

Adina no sabía que pensar, nunca se le cruzó por la cabeza que Isaac, la estuviera buscando. El miedo invadió su cuerpo, sus piernas temblaron de tan solo pensar la reacción del lobo sobre su relación con el cazador. Llevo las manos a su vientre intentando calmar a sus cachorros, podían sentir las emociones negativas de ella haciendo que se movieran bruscamente.

― Tranquilos, mis amores. Mamá solo tuvo una pequeña emoción fuerte ― las palabras de la loba, bastaron para que dejaran de moverse.

(...)

Todos se encontraban hecho un mar de lágrimas, en especial la madre de la loba junto con Adela. Había llegó el día que la pareja emprendería su viaje a Londres, los padres de Adina se aferraban al pequeño cuerpo de su hija, mientras que su padre aun abrazándola no dejaba de culpar al cazador por apartarla de ellos tan pronto.

Milo se hizo de oídos sordos, por como su futuro suegro lo amenazaba con raptar a su hija y llevársela lejos para que nunca la encontrase. Anunciaron que su vuelo está por salir y todos se dieron un abrazo grupal, prometiendo pronto ir a visitarlos en su nuevo hogar.

Cuando se sentaron en sus respectivos lugares, Adina no pudo controlar sus emociones y empezó a sollozar atrayendo la atención de los demás pasajeros. Milo intentaba calmarla, pero en vez de eso hacía que la beta aumentara su llanto.

― No, quiero irme. No aún… ― susurra Adina, mirando a través de la ventana.

― ¿Lo sabes verdad? ― la loba lo mira sin entender a qué se refiere.

― ¿De qué hablas, Milo? ― pregunta, olvidándose de que estaba llorando como una magdalena.

― Se que el día del baby shower, oíste la plática que tuve con Castiel en la oficina. No intentes negarlo, al salir corriendo dejaste tirado el pañuelo que te regalo Máximo con tus iniciales.

Adina se maldijo por no haberse dado cuenta que el pañuelo lo perdió, llevo las manos a la cara del cazador y sonrío de lado. Dejo un beso sobre los labios de Milo, suspira para darse cuenta que nunca podría engañar al cazador, todavía le costaba asimilar que iniciaría de nuevo, otra vida en un país distinto al que apenas se adaptaba.

‒ Si. Escuche la conversación, no voy a mentirte que me sorprendió enterarme que Isaac está buscándome ‒ respondió con sinceridad la loba. 

‒ ¿Sentiste algo? ‒ inquirió, tomando por sorpresa a la loba.

Está negó.

‒ ¡Por la Diosa!, tal parece que aún sigues dudando acerca de mis sentimientos por ti ‒ suelta dolida, aparta sus manos del cazador y le dio la espalda, intentando retener las lágrimas.

(...)


Adina no pudo pegar un ojo durante el viaje, intento varias veces conciliar el sueño, pero fue inútil. Sentía las caricias del cazador que le daba en la espalda, molesta todavía no sé atrevió a girarse.

Elevó la mirada hacia el letrero, indicando que debían abrocharse el cinturón de seguridad, ya que estaban por aterrizar. Milo se estira y abrochado el cinturón de la loba, sin en ningún momento hablarle. Adina lo mira por varios minutos, hasta sentir como el avión se empuja un poco cuando aterriza.

‒ Lo siento…‒ rompió el silencio incomodo, el cazador ‒ no debí reaccionar de esa manera, pero tan solo pensarlo me estoy muriendo de celos. Se que me comporte como un idiota y de verdad lo lamento, tengo en cuenta que no debes recibir emociones fuertes por el embarazo.

Adina lo miro a los ojos y vio en ellos lo arrepentido que estaba Milo, desvió la mirada al notar que los pasajeros comenzaban a levantarse de sus respectivos asientos. Tenia una pequeña pelea con su conciencia, por como demostrarle al cazador que nunca se iría de su lado aun si, Isaac la encontrara, ella lucharía contra el lobo para regresar junto al hombre que amaba.

‒ Tenemos que tomar una terapia de pareja, para que dejemos de tener inseguridades sobre nuestra relación. Ya no somos unos críos, ahora tenemos una responsabilidad que son nuestros hijos, no me gustaría que ellos crezcan en un ambiente lleno de inseguridad por nuestra culpa.

El cazador le dio razón, tal vez por como fue su corta infancia con sus padres biológicos lo llevaron a ser de esa forma y eso no quería para sus hijos. Alejo aquellos pensamientos dolorosos que vivió en esa época, lo único que debía enfocarse es mantener en equilibrio la relación que lleva con su lobita y más que tan solo en unos meses se convertiría en su esposa.

‒ Mañana a primera hora, iremos a buscar ayuda.

Prometo Recuperarte (Serie Prometo #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora