REVELACIÓN DEL SEXO

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POV MILO

Nos encontramos en la sala de espera del hospital, todos nuestros conocidos están emocionados por conocer a la pequeña Isabel. Adela había entrado en labor de parto hace aproximadamente seis horas y hasta ahora no hemos tenido noticias de ellas.

En cuanto a Samuel y Máximo se desafían con la mirada queriendo matarse uno al otro, lo bueno que mi lobita supo poner a cada quien en su lugar. Miró como Adina intenta ponerse de pie, me acercó a ella rápidamente ayudándola a levantarse.

- Iré hablar con Máximo- informa antes de alejarse junto con su madre.

Tres meses han transcurrido y todavía no halló el momento indicado para pedirle matrimonio, días atrás tuve una pequeña plática con el padre de mi lobita, quien me dio un sermón por la relación que llevábamos y también de no habernos cuidado.

-¿Cuándo se lo dirás?- llevó una mano a mi pecho por el susto que me dio el padre de Adina.

-En dos días...- las palabras salen por si solas, él sonríe satisfecho ante mi respuesta.

¿Ahora qué hago?
.......

-Es tan preciosa- dice mi lobita cargando entre sus brazos a la pequeña Isabel.

Se ve tan adorable, ya quiero verla así con mis hijos o hijas.

Me la imagino con dos bebés en cada brazo, puedo asegurar que estoy sonriendo como un idiota. Tan sólo falta cinco meses para tenerlos junto a nosotros.

En dos días veremos que serán, ambos estamos muy emocionados y no sólo eso sino que también comenzaremos una nueva experiencia en Inglaterra. Pero antes de irnos tanto los padres de mi lobita como amigos quieren organizar un baby shawer.

Me acercó un poco a ella, sin dejar de presidir la penetrante mirada de Adela. Digamos que después de mi última borrachera no pude controlar la lengua y por accidente solté algunas verdades.

-¿Quieres cargarla?- miró por encima de mi hombro, Adela.

Asintió dándome su aprobación.

Sostengo a la pequeña, se remueve entre mis brazos intentando quedar en una posición cómoda.

-Milo...-la voz de Adela hace que busque su mirada- se que no tuviste la intención de decir aquellas palabras el día de la boda, pero debo aceptar que tienes razón.

Baja la mirada avergonzada.

-Se que Isabel merece ser criada al lado de su padre, pero Máximo desde que tuvo conocimiento sobre mi embarazo, me tachó de ser una vulgar prostituta.

Agrandó los ojos por aquellas hirientes palabras que le causó Máximo a la pobre bruja.

-Samuel llegó a nuestras vidas como un angél, así como Adina llego a la tuya- sonríe, tomando la mano de su esposo- él siempre estuvo al tanto de todo, sus padres conocen nuestra historia y aceptaron la relación que llevábamos.

Nunca imaginé que su vida fuera tan miserable como antes fue la mía, no voy a negar que Adela desde temprana edad su vida fue difícil y más por el bastardo de mi padre, quien la usaba a su antojó.

......

-¿Estás seguro que mi madre venga?- vuelve a preguntar por decima vez Adina.

-Muy de acuerdo, lobita- digo mientras saco el pastel de chocolate del horno.

Lo pongo en la encimera, puedo ver como Adina se le hace agua la boca con solo oler el exquisito aroma del pastel.

Con la manga pastelera comienzo hacerle bordes, pongo un poco en mi dedo y paso por la nariz de mi lobita.

-¡Oye!- se queja, toma un poco del glaseado de su nariz, para llevárselo a sus labios.

-¡Delicioso!- exclama volviendo hacer lo mismo.

Cuando terminó de decorar el pastel, le pongo algunas nueces para luego cortar una rebanada y dárselo Adina.

..........

-No me gusta- vuelve aventar otro vestido a la cama.

Al parecer hoy amaneció con las hormonas alborotadas Adina, llevamos veinte minutos y tal parece que ninguna vestimenta está a su favor.

Llegó al clóset y examinó con la mirada cada tipo de prenda, mis ojos se centran en un vestido lila, lo tomo y salgo en busca de mi lobita.

-¿Qué tal esté?- le extiendo el vestido.

-Perfecto.

Me arrebata el vestido para dirigirse al baño, me dejo caer sobre la cama y saco de la chaqueta la cajita de terciopelo.

Como se supone que le propondré matrimonio si nunca fui un hombre romántico, considerado que la primera vez de ambos fue en el celo y no un lugar lleno de rosas.

¡Valla forma de perderlo! Se suponía que sería algo especial no oyendo directo a la acción.

Buscó en internet diferentes formas de como proponer matrimonio, pero todas las ideas son muy poco originales. Para Adina debe ser algo inolvidable, claro aunque eso debía ser antes y no dejarla con dos crías en su vientre antes de lo planeado.

Resoplo con frustración, en eso una grandiosa idea se viene a mi mente. De un salto me pongo de pie y salgo sin decirle nada a mi lobita.

.............

Mientras la doctora nos va diciendo cómo se encuentran nuestros bebés, en mi cabeza, está planeando como soltar la pregunta. La voz de la doctora me saca de mis pensamientos al oír aquellas palabras que tanto hemos esperado Adina y yo.

-Listos, para la revelación del sexo.

Toda muestra atención va a la pequeña pantalla, la doctora mueve el aparato sobre el vientre de mi lobita.

Sonríe de oreja a oreja.

-Veamos el primero es ....- mueve un poco el aparato- un niño.

¡Tendré un hijo!

Miro Adina y sus ojos están cristalizados, sigo con la mirada el aparato y ahora soy yo también el que tiene lagrimas en los ojos.

-El segundo también, es un niño. Felicidades al parecer tendrán gemelos.

¡Seré papá de dos mini versiones mías!

Tomo el pedazo de papel que me tiende la doctora y limpio el vientre de Adina. A fuera del consultorio abrazó a mi lobita y ambos sonreímos como idiotas.

-Tendremos dos mini Milo- me río al escucharla.

-Si lobita, pero no hay que esperar mucho tiempo para comenzar a escribirle a la cigüeña, para una mini versión tuya.

Niega divertida.

-A veces hubiera deseado que fueras un omega, para así yo decir lo mismo que tu.

.................

Cuando salimos del hospital, fuimos a un restaurante de comida tailandesa. Aunque no sea fan de ella, lo hice por Adina, la cual se quería devorar el menú completo.

Entró al estacionamiento subterráneo del edificio, colocó el auto en su puesto ágilmente.

Ayudo Adina bajar del auto y nos adentramos al elevador. Una vez llegado al piso donde vivo, sacó una venda de mi bolsillo y la pongo alrededor de sus ojos.

-Milo...- silencio sus labios con beso.

Abrí la puerta del departamento y retiré la venda de los ojos de mi lobita, un sollozo salió de los labios de Adina y eso aumentó mis nervios.

-¿No te gustó?- pregunté inseguro y desilusionado.

Tome su rostro para mirarla a los ojos y limpio  con mis pulgares las lágrimas que aún resbalan entre sus mejillas.

-¡Claro que me encantó! Sólo que últimamente las hormonas me han tenido sensible...



Prometo Recuperarte (Serie Prometo #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora