•El Fin Se Acerca•

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La nieve en el suelo comenzaba a endurecerse conforme pasaban los segundos advirtiéndome el avistamiento del final, el gran y temido día en que los Vulturi vendrían por nosotros, por mi hija quien ahora era poseedora de un nuevo don, por ende, muc...

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La nieve en el suelo comenzaba a endurecerse conforme pasaban los segundos advirtiéndome el avistamiento del final, el gran y temido día en que los Vulturi vendrían por nosotros, por mi hija quien ahora era poseedora de un nuevo don, por ende, mucho más "peligrosa" para aquellos vampiros italianos con poco sentido de la compasión.

Estábamos en casa de mi madre abriendo los regalos de Navidad junto con Jacob, Seth y Leah mientras esperábamos a que Tara llegara de visita. Había hablado con mi mejor amiga hacia un tiempo y en cuanto supo sobre Annie no dudo ni un solo segundo en venir para las vacaciones a conocerla.

―Feliz Navidad mamá ―le dije al tiempo en que le entregaba un pequeño sobre.

Mi madre nos observo con una sonrisa de agradecimiento al tiempo en que tomaba nuestro regalo, el cual eran dos cupones para un spa de día completo en Seattle para que ella y Tara estuviesen allí mañana.

―Gracias a los dos, lo voy a disfrutar mucho ―dijo feliz.

Annie se acerco a mi con una ancha sonrisa y me tendió un brazalete que Jacob había hecho para ella.

―¿Mami me lo colocas?

―Seguro hija.

En cuanto ella volvió junto a mi amigo, la puerta principal fue abierta abruptamente llamando la atención de todos nosotros. Me acerque al recibidor y mi vista se encontró con una Tara cargada de bolsas de regalo.

―¡No puedo creerlo! ―gritó con entusiasmo―¡En serio estas aquí!

Dejo caer todas las bolsas al suelo y se arrojo sobre mi cuerpo para abrazarme con fuerza al tiempo en que grandes carcajadas eran liberadas por mi. En cuanto nos separamos corrió hacia la sala y se petrifico al ver a Annie, quien le sonreía con dulzura.

―Hija te presento a la tía Tara ―le dije con felicidad.

Enseguida mi pequeña se arrojo a los brazos de mi mejor amiga y ambas se sumieron en una amena conversación apartadas del resto.

[•••]

La noche había caído con velocidad sin siquiera darnos el tiempo suficiente para asimilar el hecho de que solo quedaban unas horas antes del gran final del cual nadie podía llegar a imaginar el resultado, pero que todos esperábamos que fuese grato.

Una fogata se había formado en el bosque donde todos los vampiros junto con Jacob se encontraban contando diferentes historias de sus batallas pasadas a lo largo de sus años vampíricos, Annie y yo nos habíamos refugiado dentro de la tienda de acampar para que mi pequeña hija se durmiera.

―Mamá, todo saldrá bien mañana ¿verdad?

Ya no era capaz de producir lágrimas o de sentir la sensación de un nudo en mi pecho, pero el hueco que se formo en mi cuerpo lograba asemejarse a aquellas sensaciones.

―Te prometo que, pase lo que pase, tu estarás bien ―le aseguré―. Porque tu eres mi vida y no hay nada ni nadie que ame más que a ti Annie, recuerda eso siempre.

Asintió sin sonreír, sin ningún tipo de gesto o movimiento y supe que mi hija lo presentía, Annie sabía que mañana podría acabar de una forma fatal, y es que no necesitábamos tener el don de Alice para conocer los posibles futuros.

Annie acabo por dormirse por lo que salí de la tienda con la intención de dirigirme hacia Esme quien se encontraba alejada del gentío, enseguida al verme acercarme me dedico una sonrisa y engancho su brazo con el mío.

―¿Crees que Alice y Jasper vuelvan? ―me preguntó.

La mire enseguida descubriendo en ella un total gesto de tristeza, ahora que era madre podía comprender el dolor que sentía Esme ante la incertidumbre de si perdería permanentemente a dos de sus hijos.

―Quizás, cuando todo esto acabe.

Un suspiro escapo de sus labios y me observó con una leve sonrisa de completa resignación.

―Intentaré hacer todo lo que este en mis manos para evitar que esta sea la última noche como una familia ―le dije con la voz cargada de tristeza.

Su mano acaricio el dorso de la mía, la cual se encontraba sujeta a su brazo.

―Lo sé, has entrenado mucho tus nuevas características.

Sonreí al recordar las cosas diferentes y nuevas que mi energía podía hacer, la cual se había transformado en la pequeña y latente esperanza de todos nosotros. Cada vez que practicaba y aumentaba mis límites, todos los demás se sonreían entre si y se mantenían presentes en todos mis entrenamientos, como si fuese alguna clase de imagen inspiradora.

―Esme, si algo llegase a pasar mañana quiero que sepas que ustedes fueron lo mejor que pudo ocurrirme en mi vida. Sé que por mi causa traje muchos problemas, pero les agradezco por siempre considerarme parte de su familia.

Hubiese llorado de haber podido, los amaba a todos y cada uno de los Cullen, no solo Edward había logrado enamorar mi corazón sino que toda su familia. Cada uno a su manera había logrado ganarse una parte de mi amor y jamás podría imaginar otra vida que no fuese con ellos a mi lado.

―Vera nunca pienses, ni por un solo segundo, que tu nos causaste problemas. Desde el primer momento en que apareciste en la vida de mi hijo alegraste toda su existencia y te estaremos eternamente agradecidos por ello.

Ambas sonreímos ampliamente y sentí mi pecho hormiguear en mi interior con alegría y emoción.

―Te convertiste en una amiga, hija y esposa y lograste que todos nosotros hiciéramos cosas distintas, devolviendo lo espontaneo a nuestros días. Eres un regalo Vera.

Me arroje sobre ella para abrazarla con fuerza sintiéndonos ambas sumamente emocionadas. Edward apareció junto a nosotras y con una sonrisa Esme se alejo, rodeé su cuello con mis brazos y acerque mi rostro al suyo para besarlo dulcemente.

―Te amo ―me dijo en un susurro―, esta no es un despedida porque, sin importar lo que suceda mañana, tu y yo estaremos juntos por toda la eternidad.

Asentí presionando mis labios con nuestras frentes unidas, no deseaba ni por un momento que nuestras vidas acabasen mañana ni que nuestra hija se quedará sin una familia o un lugar al que llamar hogar, pero con los Vulturi ese final era posible y casi palpable.

―Te amo para toda la eternidad.

Pero lucharíamos, daríamos batalla para defender aquello en lo que todos creíamos y por nuestra forma de vivir porque no tenía duda alguna de que existen más vampiros como nosotros, anhelando una vida "normal" sin temor a lo que los Vulturi pudiesen hacerles. Lucharíamos para dejar una marca en la historia de nuestra existencia porque siempre va a haber alguien que la cuenta y le de esperanza a los demás. Pelearíamos por ellos, por nosotros y por Annie.

[•••]

Tic, la nieve se extendía frente a nosotros en el campo de batalla. Tac, cada clan se encontraba reunido sosteniéndose con fuerza de las manos. Tic, el profundo y completo silencio volvía tenso el aire logrando volverlo casi palpable. Tac, Annie se hallaba aferrada al brazo de Edward y mío temblando ligeramente debido a los nervios. Tic, a la lejanía se oyó el quebrar de una rama que alerto a todos.

Tic... tac... los Vulturi ya estaban aquí.

Luz de Luna (Edward Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora