•Reencuentro•

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Edward y yo ingresamos a la casa Cullen tomados de la mano, en la sala del primer piso solo se encontraban Carlisle, Emmett y Jacob, quien observaba por la ventana mientras comía un emparedado

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Edward y yo ingresamos a la casa Cullen tomados de la mano, en la sala del primer piso solo se encontraban Carlisle, Emmett y Jacob, quien observaba por la ventana mientras comía un emparedado. Emmett nos dedico una mirada divertida, y sonrió de lado.

―Vaya, ¿ya acabaron?

Una sonrisa se dibujo en mis labios y oí como Edward reía entre dientes detrás de mi. Di unos par de pasos al frente, buscando a mi hija.

―¿Dónde esta Annie? ―pregunte alzando la vista.

―La rubia se la llevo ―contesto Jacob sin apartar la mirada.

Mi vista se dirigió hasta aquel punto donde mi amigo estaba observando, viendo como Rosalie mantenía en el aire a Annie al tiempo en que le hacía cosquillas en su estómago, reí entre dientes al escuchar la dulce risilla de mi hija.

―¿Rompieron muchas cosas? ―pregunto Emmett, recibiendo miradas divertidas de Jacob y Carlisle.

Asentí con diversión.

―Más de las que tu podrás ―conteste, provocando la risa de todos.

El momento se vio eclipsado por el sonido del teléfono sonando, en cuanto el número se ilumino en la pantalla, todas las risas cesaron. Una extraña sensación de nerviosismo se instalo en mi estómago, y estaba segura que si mi corazón aún latiese, hubiera acelerado su pulso.

―¿Es mamá? ―pregunte con un nudo en la garganta.

Edward acarició mi brazo.

―Llama dos veces al día ―me contestó.

―La esta pasando muy mal ―acotó Jacob con la voz apagada.

Apreté mis manos en puños, se me fue imposible no imaginarme a mi madre llorando, preguntándose que había sucedido conmigo. Carlisle tarareo y movió las manos, algo nervioso.

―Tendremos que decirle que no sobreviviste.

―Tiene que llorar tu muerte ―hablo Edward con pesar.

Todos en la sala asintieron, quería llorar, la sola idea de perder a mi madre, de no verla nunca más, lograba que un enorme peso de culpa se instalara en mi pecho. No quería hacerlo, no me sentía lista para decirle a la mujer que me dio la vida, que su hija estaba muerta, cuando en realidad no era así. Pero esta era la vida que había escogido, y debía aceptar las consecuencias, fuesen buenas o malas.

―Lo haremos mañana ―sentencié.

Emmett dejo libre un suspiro para luego ponerse de pie.

―Extrañare este lugar ―menciono con pesar.

―Volveremos, siempre lo hacemos.

Jacob le dedico una mirada confusa a Carlisle y se alejo del ventanal, olvidándose de Annie.

Luz de Luna (Edward Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora