•La Mentira•

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Arroje el móvil contra mi cama y di vueltas por mi habitación, había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había llamado a Jacob

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Arroje el móvil contra mi cama y di vueltas por mi habitación, había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había llamado a Jacob. Desde aquella discusión en el bosque, me ha evitado completamente, preocupándome.

Comencé a avanzar hacia la puerta, pero solo logré tomar el picaporte, pues el sonido de mi móvil me interrumpió. Me arroje sobre el esperanzada de que fuese Jake, y conteste rápidamente.

―Hola.

―¡Hola Vera!

Bufé, pues solo se trataba de Tara, me senté en la cama y me cruce de piernas.

―¿Qué sucede Tara?

La oí chasquear la lengua y podria jurar que, seguramente, rodaba los ojos.

―¿Qué es esa forma de tratar a tu mejor amiga?, sólo llamaba para invitarte a una salida, quería ir a Port Angeles, necesito un vestido nuevo para la fiesta de Alice.

Aprete el puente de mi nariz, a veces Tara podía ser demasiado inoportuna. Debía enfocarme en Victoria, no tenía tiempo de ver vestidos, necesitaba seguir entrenando al menos un poco más, antes de tener que capturar a la pelirroja.

―Lo siento Tara, pero...

―¡Ni se te ocurra Vera Smith!, hace meses no tenemos un tiempo para nosotras, desde que los Cullen volvieron te has olvidado de mi.

Su voz se quebró en la última frase, y solo eso bastó para hacerme sentir sumamente culpable, pues tenía toda la razón. Desde que Edward y los demás habían vuelto, he estado todo el tiempo posible con ellos, no solo porque los eche muchísimo de menos, sino también porque Carlisle me ha ayudado mucho con mis dones.

Pero eso no justificaba el echo de que, deje olvidada a mi mejor amiga mucho tiempo. Traté de convencerme de que, quizás, aún faltaban algunos días antes de que Victoria llegase a Forks. Suspire, segura de que luego me arrepentiría de esto.

―Tu ganas, iré contigo, ¿cuándo piensas ir?

Chilló desde el otro lado de la línea, aturdiendome.

―Ya mismo paso por ti.

Y colgo. Me arroje de espaldas en mi cama dejando libre un quejido, no me molestaba tener que ver vestidos, de echo podría elegir uno yo también, lo que me desesperaba era no saber cuándo vendría Victoria, por lo que era como caminar a ciegas para mi.

Un golpe sordo me hizo poner de pie enseguida, eleve mis manos y en cuestión de segundos había conjurado aquel brillo azul entre mis dedos, lista para dispararlo. Relaje mi posición en cuanto mis ojos se encontraron con Edward, quien reía ante mí acción de pie junto a la ventana, me acerque hasta él y me dio un casto beso en los labios. Tomé sus manos y lo conduje hasta mi cama, donde ambos nos recostamos uno junto al otro, recargados sobre nuestros costados, enfrentados.

Luz de Luna (Edward Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora