El sonido de una bocina me hizo asomarme por la ventana de mi habitación. Edward me esperaba apoyado en el capo de su Volvo, con una sonrisa torcida, era Lunes por la mañana y me alistaba para ir al Instituto. No pude evitar sonreír al verlo, tan relajado y usando unos lentes de sol que le daban un aire desaliñado. Baje las escaleras de dos en dos, me asome a la cocina y salude a mama con un beso en la mejilla.
―Me voy, nos vemos luego.
―Cuídate.
Salí de casa y me acerque hasta Edward, me sonrió y el palpitar de mi corazón fue en aumento. Ambos nos montamos en el coche y en cuestión de segundos ya estábamos camino al Instituto. A medida que nos acercábamos al aparcamiento mis nervios iban en aumento, muchos de los estudiantes veían a través del vidrio y quedaban embobados al notar que yo era quien iba sentada junto a Edward, a quien parecía darle mucha gracia, puesto que no dejaba de sonreír.
―¿Por qué sonríes tanto?
Me observo un instante para luego concentrarse en aparcar el coche, una vez que apago el motor se giro en mi dirección.
―Los pensamientos de todos aquí, están bastantes confundidos con lo que ven, creen que son engañados por sus propios ojos.
Volvió a sonreír, dejando a la vista su hilera de dientes blancos. Salimos del coche y ahí fue cuando sentí el peso de las miradas de todo el mundo, al comenzar a avanzar, Edward rodeo mis hombros con su brazo y me apego a su costado, eso fue la gota que colmo el vaso, si antes nos miraban, ahora nos acosaban, nadie se preocupaba en disimular su asombro o curiosidad con respecto a nosotros, era como si hubiesen visto la cosa más extraña del planeta. A mí lado, Edward parecía seguir divirtiéndose con los pensamientos de los demás, mientras que yo deseaba que dejasen de hacerlo.
Entramos a la cafetería y enseguida me asegure de que Tara no estuviese allí, aún no estaba lista de explicarle mi repentino acercamiento a Edward y su familia entera. Suspiré aliviada cuando confirme que no había rastros de ella, los Cullen y yo nos sentamos en su típica mesa, y trate de hacer caso omiso a los estudiantes pocos discretos.
―Hoy vendrás a casa a entrenar ―anunció Alice con su voz cantarina―, Carlisle quiere que comiences lo más pronto posible, ¡será muy divertido! ―chilló con una sonrisa.
Su entusiasmo por mi entrenamiento me arrancó una sonrisa, seguramente debió haber tenido alguna visión sobre el día de hoy, lo cual explicaría su alegría.
―No tiene que ser tan pronto ―Edward se acercó más a mí para decirme aquello―, será cuando tu lo quieras.
Gire mi rostro, no me esperaba que el suyo estuviese tan cerca del mío, se me fue casi imposible no descender mis ojos hasta sus labios y tener un fuerte deseo de besarlo. Me obligue a mi misma volver a mirarlo a los ojos y sonreír, una oleada de calma me inundó, no hice ningún muro mental contra el don de Jasper, pues era reconfortante y ayudaba mucho.
―Esta bien Edward, yo también estoy ansiosa por comenzar.
La campana sonó haciendo que todos nos pongamos de pie al mismo tiempo, Edward y yo teníamos nuestra clase juntos, por lo que nos dirigimos a la misma parte del edificio. Su mano se entrelazo con la mía y, por un momento, su sorpresevio tacto frío me sobresalto, para luego ser sumamente reconfortante.
[•••]
Frente a mí se encontraban Emmet y Edward, mientras que a mi derecha estaba Carlisle. Emmet había convencido a su hermano de ser parte de mi entrenamiento para ser capaz de controlar mejor mi don ante mas de una persona, y a pesar de oponerme a que Edward sea parte, él acepto. El temor se arremolinaba en todo mi sistema con respecto a dañar con escarcha o fuego a los muchachos, pero Carlisle buscaba la forma de tranquilizarme.
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Luz de Luna (Edward Cullen)
FanfictionLa historia de cómo Edward Cullen logra encontrar a su compañera, pero está no es Bella Swan. Vera Smith ha vivido siempre en el pequeño y frío pueblo de Forks. A pesar de sus peculiares poderes, su vida nunca tuvo grandes problemas, pero su más gra...