Capítulo 14

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Alex

Desperté aún sin abrir los ojos. Sentí unas fuertes punzadas en el pecho, además del estómago, y al entre abrirlos me encontré en un cuarto que no reconocí al instante.

Cerré los ojos otra vez cuando pude notar un olor tan familiar que me dio una sensación pacífica, por lo que terminé abrazando la almohada aspirando la esencia que desprendía esta, acabando por sonrojarme en el acto.

Todo precioso, con la comodidad de una cama, la suavidad de la almohada y el perfume de la persona que me gustaba. Oh bueno, hasta que sentí la presencia de alguien, aumentando el color de mis mejillas.

Abrí los ojos con el corazón a mil, dejándome ver a Adrián con su típica sonrisa coqueta y a la vez burlona, suspirando de alivio.

-Y-Yo este e-eh- Comencé a tartamudear, desviando la mirada hasta que al intentar levantarme un pinchazo en mi abdomen me hizo chillar suavemente para tener que volver a recostarme, a lo que Adrián dejó de sonreír para acercarse preocupado, frunciendo el ceño.

Ahí recordé lo que había pasado, cada golpe y cada pensamiento volvieron a mi como un balde de agua fría. Cerré los ojos, dios mío.

- ¿Duele mucho, pequeño? - Preguntó con un tono de voz indescriptible, y me miraba a los ojos, con esa mirada de cariño y preocupación, no pude sostenerle la intensidad con la que me miraba por lo que miré hacia otro lado avergonzado ya que recordé lo que había pasado y el hecho de que no le dije que seguían molestándome, seguramente se enojaría, fui muy egoísta y estúpido, aunque haya tenido mis razones.

Y ahora, realmente no quería decirle que realmente era lo que todos pensaban.

Una basura. Detestable y asqueroso.

Él, al percatarse de mis pensamientos, solo suspiró acercándose más a mi para acariciarme suavemente el cabello, provocándome una sensación placentera de paz por lo que terminé cerrando los ojos, escuchando su armoniosa risa suave, acostándose a mi lado, mimándome.

-Sabes que no fue tu culpa, ¿No es así? - Dijo dolido y sin más lo abracé fuertemente haciendo que él correspondiera sin mucha fuerza, tratándome como el objeto más frágil y valioso del mundo, como si estuviera hecho de cristal, algo se removió dentro de mí, dándome ganas de llorar.

-Alex- Me llamó, sin separarnos. Dolía, apreté más el abrazo, sin querer soltarlo.

-Escúchame- Murmuró y temblé al notar el tono serio en su voz. Ya no había bromas, ya no eran risas.

-Tú eres tú. Eres un increíble chico, dulce, valiente, empático e inteligente- Comenzó a decir, y yo empecé a temblar suavemente.

-El resto no sabe quién eres, no saben qué clase de personas y déjame decirte que tú eres la mejor persona que pude haber conocido en el mundo. Eres el más dulce y comprensivo. Perdonas y ayudas a otras personas que no valen la pena y cuando te destruyen tu vuelves a ponerte de pie con un "no importa, todo está bien"- Él comenzó a acariciar mi espalda, subiendo y bajando lentamente.

-No hay nadie en el mundo que haya consolado a un desconocido que se escondía en soledad en un gimnasio abandonado. Nunca nadie discutiría con una persona que tranquilamente podría ganarle tranquilamente en una pelea solo por otra persona y nunca nadie amaría de la manera más dulce e increíble como tú lo haces- Su voz comenzó a ser suave y dulce, como si sonriera mientras lo decía.

-Alex, tú eres increíble y yo puedo decírtelo como también cada persona que te conoce. Nadie tiene el derecho de decir que está mal como eres, porque eres perfecto. Hay gustos como colores, y tú eres uno de los más bellos colores que alguna vez conocí- Finalizó y yo me encontraba aferrado a su cuerpo. Dolía, pero necesitaba oírlo, aunque me diera falsas esperanzas, necesitaba su apoyo. Le creí, creí en cada palabra de su boca.

Luego de minutos en esa posición mis brazos comenzaban a doler y al parecer a Adri también ya que comenzaba a temblar.

-Oye... se me están cansando los brazos- Dije avergonzado y él comenzó a carcajearse.

-A mi igual, espera que voy a traerte algo para tomar- Dijo para irse a la cocina y volver con una pastilla y un vaso de agua.

Finalmente, y después de que terminé de tomar el agua se sentó al lado mío acariciándome la mejilla, dejando unos minutos de silencio y tranquilidad.

Nuevamente se levantó y fue a buscar una crema que coloqué por mí mismo en los moretones.

- ¿Quieres ver una película? - Preguntó prendiendo el televisor mientras yo asentí, él se acostó a mi lado, por lo que apoyé mi cabeza en su hombro.

-Oye Adri, mamá no mandó ningún mensaje ¿No? - Pregunté preocupado, desde que ella se fue, luego de traerme aquí, la extrañaba y temía por ella.

Cerré mis ojos por unos segundos esperando su respuesta, anhelando un "Si, está bien" pero un suspiro salió de sus labios.

-No pequeño, ella dijo que no tendríamos comunicación durante un tiempo, todo estará bien ¿sí? - Dijo acariciándome el pelo, asentí intentando olvidar todo para permanecer centrado en mi mundo, en él.

Así pasamos toda la tarde vicios con películas romanti... digo de acción ejem si, todo tranquilo hasta que unos sutiles golpes a la puerta nos sacaron de nuestra burbuja, bueno, que digo sutiles si parecía que había una guerra mundial del otro lado de esta.

Narrador

Ambos jóvenes se alertaron...

Bueno, hasta que oyeron un:

"-Buuuuu ¿¿¿haaayy alguieeen ahiiiii???-"

La sorpresa de ambos cesó al momento que reconocieron a Emily, pero los golpes y gritos sin esperarlo cesaron.

La preocupación de los dos jóvenes comenzó al dejar de escuchar a la energética muchacha, dejando sus mentes volar.

El miedo les erizó la piel, al pensar en si habría algún asesino que quería violarlos y cortarlos en pedacitos para alimentar a los animales del zoológico.

Sin más espera, el pequeño uke... digo Alex tomó una sartén y el cucharón recordando la anterior película que vieron (Rapunzel) y Adrián, con el miedo de que quieran llevarse a su pequeño, tomó una ojota y una almohada mientras voltearon la mesa que se encontraba frente a la puerta simulando una muralla sin dejar de prestarle atención la entrada de la casa.

Estuvieron minutos mirando fijamente el pedazo de puerta que los separaba del pasillo, hasta que un comentario del menor los sacó de su atención a la puerta... 

Te haré sonreírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora