Capítulo 2

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Alex

-Y-Yo, e-esto e-es- Comencé a tartamudear, demonios.

Todos incluido Adrián me veían de forma tierna, no podía seguir así. Qué vergüenza.

Tosí un poco intentando de esa forma dejar de tartamudear como tonto, segundos después suspiré más relajado.

- H-Hola A-Adri- Dije exageradamente rojo y en un susurro audible, fallando completamente el intento de dejar de tartamudear, mi pregunta era "¡¿POR QUE CARAJOS ME COMPORTABA ASÍ?!", ah ya sé, estoy enamorado de él. Bufé por mis pensamientos.

Cuando creía que el sonrojo bajaba Adrián me abrazo cariñosamente.

¡Demonios! ¡Ayuda! ¡Help me! ¡Me muero! ¡Llamen a los paramédicos! ¡AHHHHHH! Dios es tan awsadewnjcdwn, es el cielo, fallezco de amor.

Correspondí el abrazo pasando mis brazos por su cuerpo, sintiendo su olor y calor, los cuales eran demasiado reconfortantes. Lo eran mucho más, tras aquella situación de hace no más de quince minutos.

Inspire su olor y ¡Dios! ese perfume que usaba era tan ¡dios! inexplicablemente sensual y atrayente. Adictivo.

Un chillido extremadamente agudo y un flash me sacó de mi pensamiento también quitándome de mi abrazo con Adri, hice un puchero con mis labios.

Cuando nos dimos vuelta estaba Emily con su cámara y saltando por todos lados. Si creía que no podía ponerme más rojo, ¡meh! estaba realmente equivocado.

-OHHH DIOSSS MI YAOI, ADREX IS REAL WAAA- Gritaba, o más bien chillaba Emy en medio de su locura pegando saltitos por todos lados.

Adrián frunció el ceño y achicó los ojos, hasta que Emily le mostró la cámara fotográfica digital, para que él terminara por abrirlos de golpe, hasta creía que se saldrían de sus órbitas, y finalmente, apareció una sonrisa media tétrica en su rostro.

¿Qué demonios estaba ocurriendo?

- Luego pásamela, Em- Le dijo, embobado con la imagen por la que yo seguía sin entender que era, creo que soy un poco lento.

Tras eso lentamente se acerca a verme, acariciándome el pelo suavemente.

- Lo siento, debo irme a trabajar, pero volveré a verlos- Dijo audible, para girarse a ver a todos.

- Y no se crean que no hablaremos de qué ocurrió para que todos estén con esas lamentables caras y mi pequeño llorando- Dijo seriamente, aunque sin causarle ningún tipo de miedo a los chicos que solamente asintieron aburridos, mientras yo al oír el "MI pequeño" volvía sonrojarme, apartando la vista.

Diablos no podía estar ni un segundo sin sonrojarme estando él presente, y como no, con esa voz quien no se sonrojaría.

Él me trataba como un niño, es más, me veía como un hermanito menor.

Volví a la realidad saliendo de mi mundo de fantasía, en el que solamente tenía ojos para ese chico que tanto me gustaba.

Al notarlo todos me estaban viendo expectantes incluyendolo a él, dejándome desconcertado y avergonzado.

- ¿Eh? ¿Qué ocurre? - Pregunté, más rojo que antes.

- Es que estábamos hablando y te quedaste pensando, completamente rojo como mi cabello- Dijo Iván, tratando de aguantar la risa delicada que se escuchaba a nueve cuadras, oh ya vería la paliza que le daría en el entrenamiento.

Lo único que atiné a hacer fue comenzar a decir incoherencias y tartamudear mirándolo con cara de pocos amigos al hijo de su madre, pelo de menstruación.

- Ya verás- Fue lo único coherente que salió de mis labios en forma de amenaza, haciéndolos reír a todos, mientras se burlaban de forma amistosa.

***

Ya había terminado el horario escolar, ya que era así. Mis amigos podrían ser todos unos chicos rudos, peligrosos, fieros, Chuck Norris y todo sinónimo que les venga a la mente, pero eso no quitaba que tenían obligaciones y responsabilidades.

Tampoco quitaba que sabían que debían ser algo más que un "grupo peligroso de niños", al parecer no está bien explicada la situación, pero haré un resumen, todo comenzó hace un par de años, aproximadamente hace cinco:

Era nuevo en el Instituto, ya que me había transferido por problemas familiares. Mi madre no podía pagar el instituto anterior y mi padre no ayudaba en nada, a decir verdad, era la tercera vez en el año que cambiaba de escuela.

Caminaba hacia la entrada, los nervios me inundaban. Todo se veía relativamente bien, estaba por atravesar la gran reja principal, parecía ser un buen día, eso hasta que un chico me tomó de la camisa forzosamente.

-Oh veo que aquí hay uno nuevito ¿Eh? - Sus palabras eran lanzadas de forma repulsiva. Era un chico de pelo negro, se veía que era peligroso, sus ojos lo mostraban.

Yo no podía decir nada, estaba estupefacto mientras mis piernas temblaban, venga, estaba cagado hasta la patas por decirlo de una manera hortera.

Atrás de éste apareció otro chico más, que tenía pelo violeta oscuro teñido, claramente, mientras fumaba un cigarro y, siendo sinceros, daba más miedo que el que me sostenía.

De alguna forma su rostro con cicatrices denotaba peligro, en mi cabeza saltaba el cartel de "¡alerta roja, huye!" pero mi cuerpo no me permitía escapar, mucho menos el chico que me sostenía.

-Oh que cosita, te vamos a explicar las reglas, enano estúpido- Escupió entre dientes haciéndome temblar de pies a cabeza.

- Tú pagas y pasas, ¿Entiendes, princesa? - Terminó de decir, se daba la vuelta hasta que se devolvió al aparentemente ocurrirle una idea.

-Oh claro, pero al ser tu primera vez te mostraremos lo que te ocurriría si no pagas- Término de pronunciar para jalarme de la camisa hacia un callejón donde comenzaron, él y el anterior chico a golpearme fuertemente.

Intentaba defenderme, pero cada golpe era dado con más fuerza que el anterior, dándome cero chances de poder huir de ahí.

-No golpees el rostro, se darán cuenta muy pronto- Rio uno de los dos, no supe identificar cual, mi vista se tornaba borrosa.

Me dolía todo, sentía que me desmayaría hasta que oí una voz majestuosa, un ángel, necesitaba que fuera uno, o por lo menos que fuera mi salvador.

- ¿Qué hacen, ratas de alcantarilla? - Bramó serio aquel extraño chico, los dos que anteriormente me estaban golpeando me dejaron caer al suelo sin fuerzas y adolorido, dándose la vuelta para ver al que había hablado.

Vi como ambos se tensaron notoriamente, yo ya no resistiría mucho más consciente tras todo eso.

Lo último que pude observar antes de ver todo negro fue a ese chico de cabello negro con ojos grisáceos con toques negros, con su mirada profunda y voz de encanto, luego todo fue oscuridad.

Te haré sonreírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora