Capítulo 25

1 0 0
                                    

Alex

El silencio reinaba entre nosotros tres, que seguíamos a la chica frente a nosotros, sentía extrema incomodidad.

Sorbí mi nariz, suspirando, mientras miraba de reojo a Adri que se encontraba serio, mirando al frente.

Nuestros brazos apenas se rozaban, yo realmente me encontraba muy consciente de él.

Tragué saliva, nervioso por su cercanía.

También notaba la presencia de la chica frente a mí, aún sentía aquel dolor, dejándome con un sabor agridulce.

- ¿Y cómo va tu vida, Ali? - Preguntó Micaela girando levemente su cuerpo, mirándome con una semi sonrisa.

No contesté rápidamente, cerré los ojos. Dolía toda esta situación.

Ella solamente hacía como que nada había sucedido y eso era algo de lo más doloroso.

Fingía una amistad inexistente, fingía un encuentro entre dos amigos que no se veían hace mucho tiempo, fingía algo que no existía, hacía como si no existiera mi dolor, y lo más probable es que siempre fue así, ella fingiendo.

Sentí mi mano siendo tomada y al instante supe quién era, sonreí suavemente al sentir el calor de él pasando de su mano a la mía. Abrí los ojos dirigiéndome hacia él, me miraba de una forma inexplicable que me ensordecía, me aturdía, me introducía a un mundo en el que no podía, y mucho menos quería salir.

-Genial- Contesté aun sin quitar mis ojos de él, mientras el chico a mi lado no dejaba de mirarme.

No pude evitar sonreír aún más, realmente estaba enamorado de ese chico tan sincero, tan increíble, tan especial.

Oí un carraspeo por parte de la muchacha frente a nosotros y noté que nos habíamos detenido y que ella se encontraba más alejada que nosotros, provocándome un gran sonrojo.

Seguimos caminando un poco más sin decir palabra, yo aun sostenía la mano de Adri, quien miraba al frente.

Rápidamente recordé aquella chica del parque que era muy cercana al chico a mi lado y sentí una punzada en mi pecho, terminé soltando la mano de Adrián.

No estábamos aquí para eso, debía concentrarme en rescatar a Emily.

-Ya estamos cerca- Murmuró Micaela, caminando más lentamente entre callejones.

Despacio nos dirigimos a uno en específico y al entrar entre las sombras vimos a dos personas entre la oscuridad del lugar. Rápidamente nos pusimos en guardia, de igual forma que los otros dos sujetos entre la oscuridad de la noche.

Algo llamó mi atención de los contrarios, y antes de que alguno atacará reconocí a ambas figuras.

–¡Iván! ¡Sol! - Pronuncié y ambos se acercaron rápidamente. Solange abrazándome e Iván mirando burlonamente a Adrián.

Al separarse de mí, Sol vio quien se encontraba al lado nuestro y sus ojos brillaron con ira, pero antes de hacer algo la detuve.

–Nos está ayudando, eso creo- Murmuré, ella me miró preocupada y yo le sonreí, todo estaba bien, no debía preocuparla aun más de lo que ya estaba.

-Ahorrémonos el drama, necesitamos entrar ahí- Dijo despreocupada Micaela, aunque semi escondida detrás mío, mientras miraba de vez en cuando a Solange.

-Yo no entraré con ustedes, estaría en problemas- Murmuró haciendo una seña con su mano en su cuello.

- ¿Por qué deberíamos confiar en ella? - Preguntó Iván mirando a Adrián.

Un suspiro salió de los labios de la señalada.

-Ustedes están en problemas, no yo, o bueno si lo estoy al ayudarlos- Comenzó a desvariar ella.

-En fin, solo les digo que la niñita ricitos de oro está en el sótano ¿Cómo se llega hasta ahí? Sencillo van a la derecha, sigue recto, van hacia la izquierda, derecha, abajo y ya- Levantó los hombros, demasiado sencillo como para ser real, la miré dudoso y ella rio.

–Claro que no será fácil, tienen un par de guardias, realmente no sé por qué tan pocos, yo hubiera puesto más de los que puedo contar con dos manos- Dijo levantando los hombros nuevamente.

Entre todos nos miramos dudosos, era muy riesgoso.

-Tu vienes con nosotros, zorrita- Dijo Solange, tomándole el brazo a Micaela que abrió los ojos exageradamente.

–No, no puedo, me niego, es imposible, me mataran- Murmuró frenética y Sol sonrió sádica.

–Esa es la idea, princesa- Sentí un escalofrío al verla en su modo de locura.

Finalmente entramos y el lugar era tétricamente oscuro, apenas había luces.

Todos nosotros entramos, seguimos un par de pasillos por donde nos guiaba Micaela, evadiendo guardias.

-Entonces zorrita, ¿Cómo es que sabes sobre este lugar? - Preguntó Solange y de igual forma a mí me picó la curiosidad, era algo que no salía de mi mente.

–Más bien, ¿Por qué nos ayudas? - Esta vez Iván habló.

Un suspiro salió de los labios de la joven.

–Ya dije que le debía una a Alex- Confirmó sin convencer mucho a ninguno.

–Tampoco quiero que mi hermano vuelva a hacer algo estúpido- Continuó, los chicos quedaron confundidos.

-Me lo habías mencionado- Le contesté con curiosidad, verdaderamente quería saber quién era el tipo que la había mandado a estar conmigo, aunque ella no quisiera y me hiciera todo lo que me hizo.

- ¿Quién es tu hermano? - Se adelantó a preguntar Adrián mirando entre la oscuridad de los pasillos, ella rio.

-El jefe al cual ustedes odian- Contestó y todos nos detuvimos.

¿Qué?

No estaba seguro de haber oído bien, miré a Adri, que se encontraba igual de sorprendido que yo.

Un escalofrío recorrió mi columna, mis piernas temblaron.

Yo fui quien pasaba la información sin saberlo.

Mi rostro palideció.

Cuando a Solange se le pasó la sorpresa, que eso fue bastante rápido, nuevamente habló.

- ¿Qué es lo que quieres evitar? - Preguntó haciendo girar a la castaña.

–Quiero evitar que lastime otra vez a quien ama-

Algo andaba mal en sus palabras.

Sentí la sinceridad en lo que dijo, pero nuevamente un escalofrío pasó por mi cuerpo. Algo me decía lo que era, pero no quería admitirlo.

Tomé la mano de Adrián y este la apretó más, acercándome a él.

- ¿Y quién se supone que es la persona a quien ama tu hermano? - Iván hizo la pregunta clave, la que nadie quería hacer, la que todos suponíamos la respuesta.

Micaela se detuvo para girar a vernos, suspiró y no dijo nada, pasó sus manos nerviosamente por su cabello, llevándolo hacia atrás y señaló las escaleras que se dirigían hacia abajo, más específico a una puerta.

Un escalofrío recorrió nuevamente mi columna y cerré los ojos con fuerza mientras unas increíbles ganas de vomitar me ocuparon.

Adri me sostuvo, no podía ser verdad, no lo creía.

-Ustedes conocen bien a la persona que mi hermano ama- Dijo Micaela, diablos.

La persona de la que hablaba, era ella.

Emily. 

Te haré sonreírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora