Capítulo 6

6 1 0
                                    

 Adrián

¿Qué demonios estaba ocurriendo?

Emily estaba demasiado rara y apegada a mi pequeño y él no me había ni dado una mirada hasta que Em le dijo que, si yo lo acompañaba, para luego abrazarlo.

Dios, parezco adolescente enamorada, aunque lo soy, lo que es verdad es que soy muy bueno para esconder mis sentimientos, aunque en realidad excuso mis acciones de enamorado.

Conozco a Emy desde hace mucho tiempo, crecimos juntos y todo eso, pero no me gustaba nada que estuviera tan apegada últimamente con él, porque, vamos es más que obvio que me gusta.

Me gusta todo de él, sus dulces ojos, sus sonrisas, sus sonrojos, como actúa y como habla, me encanta cada frase que sale de sus labios, sus golpes de enojo y berrinches, me gusta todo lo que había visto de él y adoraría ver más fases suyas que no conozco aún.

-Oye ¿ya nos vamos? - Preguntó en un tono sin emoción, ni alegría ni entusiasmo, que nunca había escuchado de Alex. Me dejó perplejo su actitud, él siempre es dulce y tierno.

¿Qué estaba ocurriendo?

Asentí sin decir nada, no entendía nada literalmente y no sabía qué decir o si lo molestaría, nos fuimos alejando de nuestros amigos.

A decir verdad, se le notaba su nerviosismo desde la china, mi mente estaba por explotar.

¿Se había dado cuenta de mis sentimientos? ¿Me diría que no tenía ningún interés romántico en mí? ¿Le incomodaba? ¿No quería verme más? ¿Se había enamorado de Emily? Aún peor ¡¿Se había enamorado del pinche pelirrojo de Iván?!

Mi cabeza daba vueltas y vueltas sin entender qué estaba ocurriendo aquí, no entendía nada, este silencio me molestaba demasiado.

Tras unos segundos después de seguir caminando solté un bufido, paré en seco y lo tomé del brazo dándole vuelta para que me mirara al rostro, enserio estaba confundido y mucho.

- ¿Qué te he hecho? - Chillé eufórico para nada como solía actuar.

Para muchos debería ser una idiotez, pero era lo más preciado para mí, no soportaría perderte.

Abrió los ojos de golpe, se le veía muy sorprendido, y solo se sonrojó, mi mente exploratoria eso estaba más que claro.

-N-Nada ¿P-Por qué lo dices? - Preguntó tartamudeando.

Me le quedé viendo a esos hermosos ojos en los que me veía reflejado, levanté la vista y me di cuenta que estábamos muy cerca de su casa, a una cuadra exactamente.

Sin más, lo tomé del brazo y me dirigí a esta, le aclararía algunas cosas.

Alex

Estuvimos todo el camino callados, eso de hablarle como si no lo conociera a él me hacía sentir una opresión en el pecho.

En serio él no se merecía que lo tratara así.

Cuando me gritó "¿Qué te he hecho?", se le notaba en su rostro furia, confusión, dolor y miedo mucho miedo. Yo sabía que para él yo era importante, y él me quería, claro que no como yo lo hacía, pero, aun así.

Al darme cuenta de lo que estaba haciendo lo único que pensé sería negarlo, entendía a qué se refería y estaba realmente arrepentido por eso, no volvería a hacer tal cosa.

Actué muy infantilmente, debí haberme negado, lo sabía, pero por un momento sentí que quizás podría gustarle.

Luego levantó la vista para luego tomarme del brazo y llevarme, que digo llevarme si más bien me estaba arrastrando a casa.

Mis padres no estaban, como siempre, mi madre trabajaba y mi padre pues, su paradero nadie sabía dónde estaba, pero mientras no estuviera en casa todo estaría bien.

Llegamos a esta y Adrián me miró serio, yo temblando de nervios empecé a abrir la puerta lo que me resultó extremadamente complicado por mi condición, encontrándome temblando como una gelatina.

Al abrir la puerta, él me metió adentro cerrándola tras de mí y acorralándome tras esta.

Solamente se quedó allí, examinando mi rostro, mirándome a los ojos para saber que estaba ocurriendo conmigo, solo atiné a abrazarlo.

-L-Lo siento tanto perdóname, no volveré a hablarte así pero no vuelvas a poner esa expresión- Ya no podía seguir así, le hacía daño, nos hacía daño, correspondió mi abrazo con un brazo mientras el otro estaba apoyado en la puerta.

-No lo entiendo, explícamelo, si hice algo mal, dímelo- Me contestó con apenas voz y un suspiro salió de su boca, sin separarse de mí.

–N-No, no hiciste nada, sólo fue una estupidez mía, no volveré a hacerlo, perdóname- Finalice aquella discusión.

El asintió y me apretó más a su cuerpo.

Adrián había sufrido mucho tras la muerte de ambos padres en un incendio en su hogar, como consecuencia se culpó durante mucho tiempo por ello y sufrió una enorme soledad.

Tras esos tiempos su tía fue la que lo siguió criando, pero esta era una persona muy mala, por decirlo de alguna manera, nunca tuvo a nadie que lo apoyara y bueno, según él yo soy su luz y yo estuve cuando todo estaba mal, fui su apoyo en todo momento.

Aunque realmente no fue tan así, estuve ayudando por mi egoísmo, quería ver esa sonrisa coqueta de nuevo, quería ver sus ojos brillar y su expresión de verdadera felicidad, y mucho más, en fin, que estuviera su cariño dirigido a mí, quería ser especial para él.

Tras un rato así, mis piernas me dolían al sentir el peso de ambos durante tantos minutos, pero no quería romper el abrazo que tanta comodidad y calor me daban.

Suavemente lo dirigí al sillón, sin soltarlo, tirándome hacia atrás quedando él sobre mí.

- ¿Qué haces pequeño? - Dijo coqueto y nervioso junto a mi oído a lo que un escalofrío recorrió mi columna y me sonroje.

Diablos.

Él levantó su rostro para quedar a centímetros del mío.

Oh por dios, oh por dios.

Mi mente apareció el cartel rojo de "ALERTA ROJA" y una explosión surgió quedando completamente en blanco.

¿Qué estaba ocurriendo?

Nos mirábamos a los ojos, sin decir nada. Mi corazón latía a todo lo que daba mientras nuestros ojos chocaban de una forma tan increíble, hasta que la puerta se abrió de repente y demonios, que no fuera mi padre porque de esta no salimos vivos.

Cerré mis ojos fuertemente hasta que oí aquella voz, diablos. 

Te haré sonreírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora