Capítulo 21

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Narrador

Los pasos apresurados de los seis chicos resonaban entre las oscuras calles del peligroso barrio, mientras los recuerdos acechaban en la mente de ambos jóvenes que habían pasado su infancia bajo el sol y la luna de estas.

En cambio, los pensamientos de los otros cuatro se dirigían al temor de su compañera que estaba en manos de personas con las manos sucias y el corazón manchado por la oscuridad y el mal del mundo.

-Quien diría que volveríamos a pisar estas zonas juntos nuevamente, saltamontes- Murmuró el chico peli azul con raíces castañas junto a su paso decidido y resonante.

En cambio, a quien se refería, Luca, lo miró con nostalgia. Con un gran dolor en el pecho al recordar su antigua amistad, sus sonrisas y sus juegos; al recordar los buenos y malos momentos juntos, el día que se separaron y todo lo que lloró por aquel chico.

Recordó todo.

Los ojos del rubio, gracias a las lágrimas, comenzaron a causar la vista borrosa. Él era fuerte, mucho más fuerte que cualquiera y, aun así, por aquella persona su corazón se volvía tan ligero, rompía cada pared que había creado tras abandonar aquella amistad.

-No es el momento para hablar, Julián- Dijo con voz seria y mirada penetrante, estaba en lo cierto, pero era imposible para el contrario ocultar el dolor que sentía al ver a aquella persona a su lado, ver cuánto había crecido y notar lo afligido que se encontraba.

Quizás se veía así por el compañero que habían secuestrado, aunque él deseaba que sintiera algo por su persona, por lo menos que no lo hubiera dejado atrás, mientras su corazón se negaba a abandonarlo.

-Tienes razón- Suspiró.

-Estamos llegando, no se distraigan, niños- Murmuró instalando una sonrisa tétrica en su rostro.

Alex

¿Estaba asustado? Claro que sí.

No era la primera vez que estábamos en las calles por la noche. Mucho menos la primera vez que vería pelear a mis compañeros, pero no podía controlar mi nerviosismo, mucho menos el temblor de mis manos.

No eran personas comunes las que tenían a Emily, viví el dolor de sus golpes y la desesperación por sus insultos.

De vez en cuando Adrián se giraba a verme con preocupación, recordé que hace unos momentos antes había tomado mi mano, la cual había soltado hacía un rato.

Un sonrojo se apoderó de mi rostro al pensarlo y la inquietud en mi pecho me causó un suspiro que fue notado por Solange que puso su mano en mi hombro.

-Alex, todo estará bien- Quizás se refería a Emy, aunque la conocía lo suficientemente bien para saber que ella me leía de una forma tan extraña, dándose cuenta del por qué eran mis suspiros, ella podría ser como la hermana que nunca tuve.

-Veo que llegaron más rápido de lo esperado, ¿Eh? - Esa voz me erizó la piel tras el recuerdo de hacía tanto tiempo.

Adrián rápidamente se situó frente a mí. Solange alzó la cabeza reluciendo sus ojos dorados por la escasa luz que mayormente provenía de la luna. Luca junto a Julián estaban dos pasos frente a nosotros.

–Oh también estás aquí, Julián, ¿Cómo está tu hermano? - Preguntó extinguiendo la sonrisa tétrica del rostro del chico peli azul, dejándolo completamente serio.

Atrás de la persona que hablaba, el jefe de aquella banda o bueno, más bien aquella pandilla, se encontraban siete personas más, algunas con muchas cicatrices y tatuajes, algunos armados, otros, por el contrario, a puño limpio.

La charla continuaba a base de insultos y burlas, aun sin llegar a los golpes cuando mis ojos terminaron por captar el detonante de mi dolor, tragué saliva al ver la intensidad de aquellos ojos cargados de odio y rencor, la piel se me enchinó y mis manos comenzaron a sudar, el recuerdo de aquella persona me quemaba la garganta, me oprimía el pecho y me rompía el corazón, ver nuevamente esos ojos cargados de oscuridad, cuando alguna vez los vi llenos de cariño o bueno, cariño fingido.

Allí detrás del secuestrador de Emily, allí mirándome fijamente con el odio en su mirada, allí estaba ella.

Ella.

Esa chica en quien creí en algún momento que me tenía siquiera un poco de cariño, quién habría creído que era la persona más dulce que habría conocido jamás, ahí estaba ella.

Micaela.

Quien creí que era mi mejor amiga, quien se había burlado de mi orientación sexual y mis miedos, quien me había roto completamente, ahí estaba ella.

Ella y yo.

En la oscuridad de las calles, con el dolor a flor de piel, ahí estábamos, pero en realidad no. 

Te haré sonreírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora