Lealtad y Amor

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—¡Pero entiendan de una vez que yo no tengo nada que ver con los niños robados! —Gritó Cris exasperado

—¡Cállate mantis! —Uno de los arácnidos que custodiaban su celda pateó las rejas— ¿En serio esperas que te creamos con todas las pruebas en tu contra? Llevabas la misma ropa que el ladrón y tenías en tus garras uno de los preciosos trajes que la mismísima reina tejió para sus retoños ¿Cómo explicas eso?

—¡Ya se los dije! Un bicho me vistió con sus ropas y me pasó ese trapo.

—¡Cómo te atreves a llamar trapo a las ropas de la reina Hornet! ¡Miserable! Jamás en tu vida podrás tener entre tus garras seda de tal calidad ¡Ahora deja de mentir y confiesa qué hiciste con los niños!

—¡Yo no miento! ¡Déjenme salir!

—Es cierto que siempre desprecié a las mantis, pero tenía la creencia de que al menos eran seres de honor que no cometerían semejantes actos cobardes.

Estas palabras ofendieron a Cris quien se arrojó contra las rejas y sacó las garras a través de los barrotes buscando darle un escarmiento a aquella araña insolente, pero su objetivo brincó hacia atrás evitando el daño.

—Ja ¿Quieres matarme? Claro, esa es la única forma en la que ustedes bestias incivilizadas saben arreglar las cosas.

—Ven aquí y pelea ¡Te revolveré el cerebro hasta que entiendas que yo no hice nada!

—Ya te quiero ver intentarlo.

—¡SE CALMAN LOS DOS! —Gritó una voz autoritaria.

La reina araña había llegado a la escena.

Hornet entró con paso firme asentando un silencio solemne en los presentes. Su mirada era fría y terrible, se podía adivinar la furia escondida atrás. Cris se estremeció en su sitio, recordaba a la reina araña de su enfrentamiento contra las Lords y en ese momento se preguntó cómo alguien podía cambiar tanto.

Cuando la vio en la reunión le pareció una hembra demasiado pequeña y no particularmente letal, alguien de quien no era necesario preocuparse, pero ahora parecía un monstruo, un ser horrible y feroz capaz de arrancarle la cabeza con sus manos desnudas ¿Esta era la furia de una madre que había perdido sus crías?

La mestiza caminó hasta la reja del prisionero y lo observó en silencio durante una eternidad.

—Dime donde están mis hijos ¡Ahora!

—Yo no lo sé, yo no robé a sus niños —replicó con voz temblorosa.

De pronto una aguja atravesó la reja y quedó a escasos centímetros de la cabeza de Cris.

—Estoy dispuesta a ser benevolente y perdonarte la vida si me entregas a mis hijos ahora.

—Pero de verdad no sé...

Un golpe en la reja obligó a la mantis a retroceder.

—Mira maldito, si no me regresas a mis hijos, toda tu tribu sufrirá las consecuencias. Entre los niños secuestrados está la heredera de Nido Profundo, la araña destinada a gobernar todo este territorio a futuro. Un ataque contra ella, es un ataque contra el pueblo de las tejedoras, y si una mantis lastima a esa niña ¡Toda la tribu pagará el precio! ¿Me entiendes lo que estoy diciendo?

—Sí entiendo pero... Yo no secuestré a esos niños... Fue otro bicho.

—Suficiente, no se puede hablar contigo.

Hornet se dio media vuelta, su capa se agitó detrás de ella dándole un aire más dramático a la escena. Los guardias del lugar le hicieron una reverencia a modo de despedida y Cris se arrojó contra la reja pidiendo clemencia.

JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora