Preparativos Festivos

4.4K 220 486
                                    

Una serie de pensamientos tumultosos rodeaban la mente de Hornet mientras se dirigía a su cuarto. Recientemente había ido a visitar al prisionero acusado de atacar sus huevos para enterarse de su estado, su recuperación iba muy bien, al menos sus patas, si la cosa seguía así, pronto podrían realizar una interrogación escrita, aún así, quería contar con el aguijón onírico en caso de que el individuo los envolviera en alguna mentira, sin embargo, el entusiasmo por parte del prisionero por prestar declaración la tenía algo pensativa. 

Ahora trataba de ordenar sus ideas para tomar la decisión más justa posible, pero aquello era un tanto complicado si tenía a Ania parloteando alrededor su yo.

—En serio mi reina, usted no debería tener tanta consideración con ese monstruo, debería ejecutarlo de una vez y olvidar el asunto ¡Ya intentó destrozar sus huevos! ¡SUS HUEVOS! La preciosa descendencia de la reina, eso es un crimen imperdonable.

—Ania, todavía me interesa lo que él tenga que decir, por eso no lo voy a matar hasta que sea capaz de comunicarse. Su boca es incapaz de pronunciar palabra, pero sus patas están próximas a sanar. Dentro de poco será capaz de escribir de nuevo y entonces nos dirá todo lo que sabe. Hasta entonces me guardaré mi veredicto.

—Está siendo demasiado blanda, el no castigar a un culpable se podría considerar una muestra de debilidad.

—Es una muestra de justicia, incluso las mismas presas tienen derecho a defenderse y correr por su vida. Pero te aseguro que en cuanto todo esto quede claro, yo misma lo mataré, no te preocupes por eso Ania.

—Pero mi reina....

—¡Ya es suficiente! No quiero discutir más del tema contigo, no te tomes atribuciones que no te corresponden, yo soy la reina y yo decidiré el destino del prisionero. Ahora quiero relajarme e ir a ver a mis niños por favor.

—Si mi señora —dijo Ania con tristeza—. Están en su cuarto con el consorte.

—Tampoco es como para que tomes una actitud tan distante —Hornet la miró algo extrañada, pero la araña se limitó a hacer una cortés reverencia y se retiró a realizar sus labores.

La reina suspiró con agotamiento, ya tenía suficientes problemas como para además tener que preocuparse por el estado de ánimo de su sirvienta. Últimamente se comportaba algo raro y en verdad no la entendía ¿Le habría afectado en alguna manera el nacimiento de sus niños? Tenía la esperanza de que fuera algo temporal y pronto volviera a ser la misma Ania a la que estaba acostumbrada, hasta ahora siempre había sido una sirvienta perfecta, la única que había tenido desde que se convirtió en reina, siempre dispuesta a servirla, hábil en todo tipo de actividades, la que la apoyaba en todo y le prestaba ayuda en todo lo que pudiera.

Pero dejaría ese asunto para más tarde, ahora solo quería ver a sus hijos, así que abrió la puerta de su habitación donde encontró una escena que le enterneció el corazón.

Dentro del cuarto estaba Quirrel encima de la cama jugando con sus hijas. Las niñas corrían encima de la frazada escapando de su padre quien trataba de atraparlas, obviamente la cochinilla se movía de forma torpe a propósito para no capturarlas y hacer que el juego durara lo más posible. 

—Vaya, parece que se divierten —dijo la reina con una sonrisa.

—Hornet, ya volviste.

—¡Yi! —Chillaron las niñas corriendo al encuentro de su madre, quien se agachó para recibirlas en sus brazos.

—Mi princesita ¿Cómo estás? ¿Te divertiste jugando con papá?

—¡Yi yi! —Hornet la besó en la frente a modo de saludo y le dirigió una mirada a la cochinilla.

JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora