Tormentos y placeres

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Las gotas seguían cayendo de forma imparable sobre la cuidad, y Orquídea comenzaba a sentirse impaciente, la maravilla de toda esta agua había resultado agradable al principio, pero ya se estaba aburriendo de la situación, definitivamente, aún con todo su avance y magníficas construcciones, no le gustaría vivir ahí.  

La mantis se encontraba concentrada en su cavilaciones, comparando ciudadosamente las realidades de su tribu y de esta ciudad, quizás pudiera implementar algunas mejoras cuando regresara a casa, de momento tenía mucho qué pensar y planear. Sin embargo era tal su ensimismamiento que no vio por donde caminaba y terminó tropezando con un pequeño bicho haciéndolo caer al suelo. 

Cuando Orquídea se percató de lo que pasó, notó que el bicho que había tirado era un tejedor. El arácnido la miró con algo de molestia

—Deberías tener más cuidado, puedes causar un accidente si no pones atención por donde vas.

Y tras decir estas palabras se dio la vuelta y se introdujo en un edificio con bastantes tiendas.

La araña en ningún momento fue grosera y tenía razón en lo que le había dicho a Orquídea, mas ella no lo iba a reconocer fácilmente, principalmente porque se trataba de un tejedor, un miembro del pueblo con el que su tribu había estado en guerra desde tiempos antiguos, y ella era una lord ¡No podía ignorar semejante falta de respeto! Por lo tanto lo siguió a la tienda donde se había metido. Hollow se llevó un tremendo susto cuando vio a su compañera correr hacia un edificio comercial y no le quedó más remedio que seguirla.

Cuando la mantis entró al local, su enfado se le olvidó de golpe al ver lo que vendían ahí, era un local de telas y artesanías hechas de hilo, las más hermosas que hubiera visto alguna vez. Habían sábanas con dibujos bordados, cortinas con intrincados diseños florales, manteles, capas, cojines, incluso juguetes de trapo, sabía que las tejedoras se dedicaban a eso, pero nunca había tenido la oportunidad de mirar de cerca sus trabajos. En eso otra tejedora se acercó a atenderla.

—Buenas tardes ¿La puedo ayudar en algo?

—Eh... No... Yo solo... —Si la belleza de las telas la dejó sorprendida, el que una tejedora le hablara tan amablemente aún más.

—¿Solo mira? De acuerdo, si necesita algo me avisa —dicho eso se retiró.

Hollow no tardó en llegar a la escena y se encontró con una mantis estupefacta que miraba todo como si no lo pudiera creer. Llamó su atención golpeando su lápiz contra la pizarra mágica, inmediatamente su compañera volteó a verlo y exclamó:

—¡Hollow! ¡Una araña me ha hablado!

"¿Y eso qué tiene de raro?"

—¡Me habló una araña! Yo soy una mantis.

"Si eres un cliente no importa si eres una mantis o un escarabajo, te tratarán igual, para ellos lo importante es vender. Además, a veces llegan mantis desde fuera de Hallownest, y esas mantis no tienen conflictos con las arañas."

—¡¿Es en serio?! ¿Mantis que se llevan bien con las arañas?

Hollow suspiró ante semejante muestra de ignorancia e ingenuidad, tenía mucho que enseñarle a esta pobre mantis. Consideró un poco la situación y pensó que quizás el primer paso para enseñarle a Orquídea a vivir en comunidad era que aprendiera a apreciar a otros bichos.

"¿Por qué no le das un vistazo a la tienda? Si hay algo que te guste me avisas"

Hollow esperaba que apreciando el trabajo de las tejedoras comenzara a verlas como criaturas buenas y no como estorbos, que era la visión que parecía tener de cualquier bicho que no era una mantis. 

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