Empezar de Nuevo

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Las indicaciones de Clara había sido extremadamente precisas aún en su simpleza, a Orquídea no le había costado mucho encontrar el bosque de espinas y tras una observación cuidadosa, dio con un camino que ayudaba a atravesar un enorme lago de ácido que de otro modo hubiera sido imposible cruzar.

Fue una caminata larga, cuando finalmente divisó la cabaña se cuestionó la sanidad mental de sus ocupantes ¿Quién en su sano juicio viviría en un lugar tan lejano? ¿Acaso tendrían algo que ocultar?

Sacudió aquellos pensamientos de su mente, no era bueno armarse prejuicios sin tener el más mínimo fundamento. Además, eso solo aumentaba el nerviosismo que tenía, aquello de ir a tocar la puerta de unos completos desconocidos para hablar sobre la vida la hacía sentir extraña y avergonzada, pero ya había pasado tantas vergüenzas en el último tiempo que esta era la menor de todas, así que sin darle más vueltas tocó la puerta.

Al inicio no obtuvo respuesta alguna, o bien no la habían escuchado, o la habían ignorado pensando que alguna ramita o criatura salvaje había golpeado la puerta por casualidad, por eso para confirmar su presencia nuevamente tocó con resultados idénticos a los anteriores. Decidió que si al tercer intento no contestaban se retiraría del lugar, pero esta vez recibió respuesta, aunque no la esperada, escuchó una especie de gemido de dolor ¿Había un herido o era su forma de contestar?

Algo preocupada abrió la puerta y entró por su cuenta, siendo devorada por las penumbras de la casa, era difícil ver algo ahí dentro.

—Hola ¿Hay alguien aquí? —Inspeccionó las cercanías de la habitación buscando señales de vida.

—Pero que...

La mantis dirigió sus antenas hacia el lugar del que provenía la voz que había escuchado y se encontró con dos escarabajos abrazados y con la cara completamente roja.

—¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHH!

—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!

Orquídea de inmediato salió de la cabaña dando un portazo. 

La insecto estaba sumamente confundida, no alcanzó a darse cuenta realmente de lo que estaba pasando adentro, pero cuando ellos se pusieron a gritar, del susto hizo lo mismo y sin pensarlo mucho escapó. Ahora estaba respirando agitadamente con la espalda apoyada en la pared tratando de entender qué había ocurrido, eso fue muy extraño.

Tras casi un minuto la puerta de la cabaña se abrió lentamente y un escarabajo muy corpulento vestido con un delantal manchado de pintura se asomó tímidamente. El bicho tosió un par de veces para aclararse la garganta, o quizás para espantar el nerviosismo, al menos eso supuso Orquídea ya que lucía bastante agitado, cosa que la animó un poco para coger más confianza.

—Buenas tardes —la mantis se paró derecha e hizo una cortés reverencia, luego de lo que había pasado supuso que mostrar buenos modales sería lo mejor.

—Ah, no hace falta ser tan formal, en serio y... —El insecto dudó un poco antes de continuar—. Me disculpo por lo que pasó dentro, normalmente no recibimos visitas y fue descortés de mi parte no contestar ¿Vienes por clases de pintura?

—¿Clases de pintura? No, yo... Lo he perdido todo y busco una razón para seguir adelante, me dijeron que quizás mi respuesta esté aquí.

—Un asunto delicado por lo que veo, adelante, pasa.

Aunque Orquídea había manifestado que no venía por clases de pintura, igualmente la sentaron frente a un lienzo, le dieron un pincel, colores y una instrucción tan sencilla como compleja: "Exprésate"

El arte era algo muy ajeno para las mantis, es verdad que tenían artesanías bastante bonitas, pero todas cumplían un propósito práctico, tenían cerámicas muy bellas y muy útiles para guardar líquidos,  tapices finos para abrigar el suelo y herramientas preciosas muy especializadas, quizás la única decoración "inútil" que guardaban en sus hogares eran las garras de los parientes fallecidos, pero su presencia era algo simbólico, hecho para que el espíritu del familiar protegiera el hogar, y no todas las garras de mantis colgaban de una pared sin hacer nada. Algunas mantis hasta a aquellos vestigios le habían encontrado utilidad fabricando con ellos las palancas y mecanismos que abrían las puertas de las casas y los pasillos de la villa.

JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora