Bebé en Peligro

3.1K 215 409
                                    

Quirrel miraba con aprensión, o casi miedo a la bebé que tenía en sus brazos, casi sentía que si la soltaba algo horrible le ocurriría, hasta le tentaba la idea de llevársela al trabajo, pero aunque Ren era tranquila, su escape durante la fiesta en el palacio Blanco había demostrado que también podía hacer de las suyas si se la dejaba sola, necesitaba un lugar seguro y alguien para cuidarla.

Cerca de él Hornet le repetía por quinta vez a Ania los cuidados que debía tener con sus niños, la sirvienta se limitaba a asentir con fastidio, ya prácticamente había memorizado sus instrucciones y tenía más que claro lo que debía hacer, no le replicaba solo porque era la reina.

—Bien, creo que eso es todo, volveremos en algunas horas, pórtense bien niños —Hornet se agachó para abrazar y besar a sus pequeños, aunque como siempre Chester se resistía— Pequeño bribón, despídete de tu madre.

Su pequeñez no podía competir contra la fuerza de Hornet y el niño se vio obligado a recibir el amor de su madre y las burlas de su hermana, a quien le hacía mucha gracia que se enojara cuando mamá lo besaba.

Luego llegó el turno de Ren quien reposaba tranquila con su padre, pero con gusto acudió donde su madre lista para tomar una siesta en sus brazos, sin embargo esta vez aquello no fue posible, porque Hornet la puso en brazos de Ania, este cambio no fue del agrado de la niña, quien inmediatamente demostró su descontento.

—Lo siento Ren, pero esta vez no podrás tomar una siesta conmigo, mamá tiene que ir a trabajar, pero tranquila, Ania te cuidará bien.

Ren aún sin la edad suficiente para entender lo que decía su madre, se limitaba a mirarla con sus ojos tristes, a sus padres se les rompió el corazón, pero en aquel momento no había otra solución.

—No llores Ren, volveremos pronto y te divertirás tanto que el tiempo pasará volando. Bueno... Nos vemos...

—Adios niños... Cuídense —La voz de Quirrel era sumamente apagada.

Sus hijos abrazaron las piernas de su padre preocupados de que estuviera triste, la cochinilla se vio obligada a forzar una sonrisa y se agachó para abrazarlos y reconfortarlos, lo que menos quería era hacerlos pasar un mal momento. Luego de eso, sin decir nada más se marchó junto a su esposa. Ya una vez fuera de casa Hornet miró a Quirrel.

—No te pongas así, serán solo algunas horas, además deben aprender a tener independencia, no podemos ser tan sobreprotectores.

—Tú sabes que no es solo por tenerlos lejos.

—Otra vez con tu desconfianza hacia Ania... ¡Estarán bien! Además, quien más podría cuidarlos ¿Hollow?

—Incluso a él o a Clara les tengo más confianza.

—No bromees Quirrel, ya vámonos.

Mientras la reina estuvo presente, Ania mostró una sonrisa dulce y comprensiva y miró a la cochinilla como si fuera la criatura más adorable del mundo. Las clases de teatro que tomó en su juventud habían resultado ser muy útiles, hasta a Quirrel podría haberlo engañado si no tuviera sospechas de ella. Pero aquello era solo un papel, una máscara que el actor usaba para jugar durante un momento a ser otra persona y en cuanto la puerta de la casa se cerró, la máscara de Ania cayó junto con Ren.

La criada soltó a la niña sin la más mínima consideración, por fortuna los bichos en general son muy resistentes a las caídas, de modo que no recibió daño, pero si dolor. Inmediatamente comenzó a llorar, pero fue rápidamente callada por un golpe de la criada.

—Silencio mocosa, no quiero oír tus chillidos molestos.

Ren iba a seguir llorando pero otro golpe la detuvo, luego del tercer castigo finalmente comprendió que mientras llorara seguiría sufriendo dolor, así que guardó silencio. Su personalidad dócil la hacía obedecer fácilmente las instrucciones de otros y si debía permanecer en silencio sin quejarse, eso haría, se limitó a soltar lágrimas para expresar su dolor.

JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora