El parecido de tus ojos. - Yoonmin

11 - Mi cachorro.

YoonGi estaba desesperado al no saber absolutamente nada de Yeonjun. Habían llegado al Hospital hace dos horas y nadie le había dicho nada de su cachorro. Mordía los cueros de sus uñas mientras movía su pierna con desesperado, era difícil tener que estar expuesto a esa situación tan estresante. Nunca había vivido algo así y estaba tan angustiado, JiMin lo miraba preocupado también y notó lo mucho que le afectaba la idea de pensar que algo terrible le podía suceder a Yeonjun.

Yeonjun había llegado a la vida de YoonGi como un ángel que le devolvió las ganas de seguir viviendo después de la muerte de Suran, le hizo verle un nuevo sentido a la vida, una razón para seguir existiendo y sonriendo. YoonGi estaba más que seguro que sí Yeonjun no hubiera aparecido en su vida él hubiese acabado con su vida esa misma tarde después de haber enterrado a Suran. YoonGi adoraba a su hijo a pesar de no llevar su misma sangre, había desarrollado una dependencia al menor, sí algo llegaba a sucederle a su cachorro definitivamente él moriría de dolor y tristeza.

YoonGi no necesitó de un papel firmado para confirmar que Yeonjun era su hijo, desde que lo cargó por primera vez entre sus brazos su Alfa lo reclamó como su cachorro. Siempre sería así, Yeonjun siempre sería su pequeño cachorrito.

—Hyung...—Llamó JiMin sentándose junto a él, acariciándole con delicadeza sus cabellos. YoonGi se encontraba llorando con sus manos cubriéndole su rostro, había llamado a sus padres para contarles lo que estaba sucediendo pero ellos no podían viajar para estar allá con el.

—JiMin...—Lloró.—¿Por qué no me han dicho nada de mi hijo? ¿Qué tiene mi cachorrito? Él siempre ha sido un niño sano, no entiendo por qué de repente ha estado tan débil de salud.—Dijo secando sus lágrimas como podía, pero seguían saliendo más y más, mojandole su suéter.

—Hyung, no piense en esas cosas. Estoy seguro de que estará bien, tiene que mantenerse tranquilo porque a Yeonjun no le gustaría verlo de esta forma.—JiMin no era el mejor dando consejos porque una persona rota a veces no podía dar consejos a los demás. YoonGi tragó grueso y secó sus lágrimas entre hipeos.

—Solo espero que esté bien, no sé qué haré sí algo malo llega a sucederle.—Murmuró dejando salir más lágrimas de sus orbes grises, JiMin descendió su mirada y suspiró, el castaño se dio cuenta de inmediato que YoonGi dependía emocionalmente de Yeonjun.

—He cuidado de él desde que era un bebé.—Dijo con una pequeña sonrisa mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas.—Siempre ha sido un niño alegre y lleno de vida, n-no puedo imaginarlo en un hospital, no puedo... Él salvó mi vida.—JiMin lo miró atento, también sintiéndose mal por la situación. No le gustaba ver mal a YoonGi, de hecho, era la primera vez que lo veía de esa forma tan vulnerable, además, tenía una extraña incomodidad en su pecho desde que Yeonjun fue ingresado.—Yeonjunnie...

Al cabo de una hora, un doctor salió de la sala de emergencias y preguntó por los familiares del menor Min Yeonjun. YoonGi se inmediato se levantó de la silla y corriendo se acercó al doctor, su respiración estaba agitada y sudaba a montones, JiMin se quedó sentado pero podía escuchar a la perfección desde esa distancia lo que el doctor decía.

—Doctor, ¿Cómo está mi hijo? ¿Está bien? ¿Me lo puedo llevar hoy mismo?—Preguntó muy rápido soltandole una risa nerviosa al señor.

—Señor Min, acompáñeme a mi consultorio.—Pidió.—Necesito hablar seriamente con usted.

—JiMin espérame aquí ¿Sí?—El mencionado asintió nervioso y YoonGi caminó detrás del doctor hacia su oficina, al llegar el mayor se sentó en su silla giratoria dándole confianza a YoonGi para que se sentara en la silla frente a él.

—Seré directo señor Min, no quiero mentirle con este diagnóstico.—Confesó.

—Doctor, me asusta, dígame qué tiene mi cachorro.