Edén.
La cabeza va a explotarme, los recuerdos de la noche anterior divagan por mi mente con la misma frecuencia de un flash, reproduciéndose una y otra y otra vez. Le propuse matrimonio a un hombre que ni conocía, que no me agradaba y que reafirmo ahora que no me agrada. Las borrachas de mis amigas me ayudaron como sí fuera la mega idea de nuestras vidas, bueno tampoco es que hayamos tenido buenas ideas alguna vez, pero joder, ¿Una boda? ¿Con un desconocido? ¿En una discoteca? ¿Con aproximadamente dicientos “invitados” de los cuales solo conocía a cuatro? ¡Ni siquiera había un pastel! Y a todo esto; ¡¿Dónde carajos se mete Kiara y su instinto sobreprotector cuando se le necesita?!
Y lo peor de todo es que he aceptado el “negocio” que el hijo de perra propuso. Confieso que lo hice por un impulso de rabia, confieso que lo acepté después que entre su palabrería inmunda y poco importante para mí, mencionara a mi madre, si es que se le puede llamar así.
Años preparándome para los esperados veintiuno, finalmente recibiría mi herencia, finalmente me independizaría, me iría de la casa de mi madre y me haría cargo de las empresas que ella ha manejado desde que tengo ocho años, para que al final todo eso me valiera mierda y terminara en un avión rumbo a quién sabe dónde.
Pero aún sin saber mi destino, sin saber a dónde voy y con quién, me parece mejor que volver a casa, y sí, han pasado años, muchos malditos años y siempre me digo lo mismo: “Ya deberías estar acostumbrada”
Pero el estar acostumbrada no quita el hecho que duela igual a como lo hace desde que cumplí once y pude darme cuenta que era totalmente normal ser el centro de atención de tu madre cuando cumplías años, cuando obtenías algún logro o mérito, que era totalmente normal que tu madre te llamara por lo menos una vez por día.
La mía ha de creer que ni siquiera tiene hija.
Niego, papá no era así, lo recuerdo poco pero cada uno de los recuerdos son lindos, felices.
Hacía años que no sabía que era vivir con mi madre, ni siquiera sabía cómo se sentía tener una conversación con ella; para Ximena Callen lo más importante era su trabajo, luego su trabajo, su trabajo una vez más, y luego de eso su cabello, uñas y atuendos.
Era una maldita diva que desde que nos mudamos a Washington solo paraba en casa un día a la semana largandose al siguiente en la madrugada, ¿Llamadas? Creo que no sabía lo que era eso ya que ni cuando me escapaba o hacía algo en el colegio y la llamaban para avisarle, me regresaba la llamada para cuestionarme, a los días simplemente se aparecía con una sonrisa, un abrazo, un millón de regalos traídos de todos los lugares del mundo, y luego se encerraba en su habitación a atender llamadas telefónicas.
Con el pasar de los años las idas a casa se resumieron a una vez cada dos semanas, y luego a una cada mes, al final terminé adaptándome a la convivencia con las empleadas que viven en la casa desde que mamá la compró. Y sí, como adolecente, a la ausencia de mi madre le saqué el mejor provecho, pues al ser no más que un espejismo de un día, yo tenía todo el tiempo del mundo de hacer lo que se me viniera en gana sin necesidad de pedir permiso a nadie, pues aunque las empleadas estaban a mi cargo, yo seguía siendo la hija consentida y altanera de la jefa.
Tenía suerte, según mis amigos, y sí, de alguna manera y para todo adolescente, creo que es una suerte que pocos tienen. Pero todos somos inconformes y lo que a algunos nos sobra a otros les hace falta; así como a las hermanas Spears, que siempre eran las últimas en confirmar su presencia en cualquier reunión o fiesta, pues, sus padres siempre estaban al pendiente de ellas, cuidandolas y estando firmes y presentes en cada cosa con respecto a sus hijas. Kiara y Kaylee envidiaban mi libertad, y mientras yo sonreía por eso, envidiaba la atención de sus padres.
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Paraíso
RandomVivían tan sumergidos en sus mundos que inevitablemente olvidaron que el que ellos pisaban daba vueltas constantemente y cuando quisieron darse cuenta de ello, esos giros los hicieron chocar. Ella no tenía preocupaciones más que elegir el destino de...