61

1.6K 112 156
                                    

*************

Edén.

En mi lugar doy una vuelta detallando la habitación vacía, que gracias a eso se mira aún más grande de lo que es. Me encantan los colores, el diseño de la pared de fondo de la cama «la cuál aún no está», y estoy fascinada con la pared de cristal que está a un costado. Por ella entra una luz increíble, y tras ella hay un balcón amplio al cual ya le tengo un par de ideas.

«Unas cortinas automáticas le quedarán increíbles».

¡El baño! Joder, ni siquiera sé porque me emociona tanto. Pero es qué... Lo adoro.

Al baño también, obvio; es de lo que hablamos.

Pero es qué Nasser, en silencio, y sin pedir mi opinión una sola vez por lo menos, ha sabido plantear mis gustos en esta construcción. El baño principalmente; es amplio, el espejo del lavado me fascina por lo grande que es. Es espacioso en su totalidad y el diseño de casi todo él, se asimila muchísimo a mi baño en Washington.

Y lo mismo con el vestidor.

La tina del baño es grande, redonda y de hidromasaje «cierto día, le dije que me gustaría tener una». Y ahora la tengo.

Me siento en una nube en este momento, y no, no es sólo por estar en un sitio que ahora sé, que fue realmente hecho para mí, como bien dijo la abogada hace un rato. Perfectamente sé, que lo que me dijo él hace un rato tiene mucho «todo» que ver.

Y maldición, yo sé que está mal. Que hasta más fácil era para mí, que todo fuera mentira y que nada de esto nos uniera realmente...

Pero... Lo amo.

Y mi estúpido corazón, por el tiempo que nos queda, sólo quiere disfrutarlo.

Suelto un suspiro, debilitando mi sonrisa y quitando la vista de la lujosa ciudad a la que tengo vista desde mi balcón. Tomo aire, y entro de nuevo a la habitación, al mismo tiempo que la puerta de la misma se abre y Nass, se adentra con el teléfono de trabajo en alto.

Como cosa rara, está en una llamada, pero esta está silenciada.

—Esta es la revista de los muebles.—me da lo que traía en la otra mano, y sin perder tiempo empiezo a ojear.—Elije los que quieras, pero dale prioridad a la habitación, para que esté lista en menos de tres días.—exige y alzo la vista a la suya, sin comprender la urgencia—Tengo que viajar, y te quedarás aquí.

Me da la bofetada, y sin más, sale quitándole el silenciador a la llamada y contestando como sí realmente le hubiera estado poniendo atención a la otra persona.

No dejo que avance mucho, le sigo de inmediato con un claro “No.”, en la mente. Porque no soy una suicida, y en Qatar no me pienso quedar sola, mucho menos después de lo de ayer.

—Tiene que ser una broma.—inquiero controlando la molestia.

Se detiene, pero sigue al teléfono cuando se vuelve para mirarme.

—No me pienso quedar aquí, Nass.—aclaro—No, sí estaré sola...

Se quita el teléfono de la oreja y con una sola zancada llega a mí y me toma la cara.

—Estoy hasta el puto culo de trabajo, no seas un maldito problema, y obedece, que no te estoy pidiendo permiso para nada...

Abofeteo su mano para que me las quite de encima.

—Estoy hablando, en serio...

—Tienes dos minutos para elegir.—me corta, dándome la espalda—Si no los aprovechas dormirás en el suelo cuando tengas que mudarte.

ParaísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora