Capítulo 13

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No sé qué ha hecho y por qué, solo creo que me ha salvado la vida.
¿Dije «creo»? ¡Él me ha salvado la vida! Estoy tan agradecida, tan sensible que mi
cuerpo reaccionó echándome a sus brazos y besándolo con devoción, con una necesidad
cegada por la gratitud, por la felicidad que me posee, por un calvario que evitó que yo
viviera a manos de un hombre que él conoce. Y que es… ¿su padre? ¿Oí bien? Dios mío.
Aún me estremezco por los espasmos del llanto, pero poco a poco me calmo. Puedo
respirar luego de estar varias horas sumergida en el mar, donde me ahogaba por una mujer
que me lanzó para salvarse a ella misma.
Separo mis labios de los de Matt con lentitud. Él está inmóvil, ya que lo he tomado por
sorpresa. En silencio, vuelvo a sentarme correctamente en mi asiento, lo miro rota y le
suplico por dentro que diga algo.
—Lo siento —me disculpo en un pitido de voz que se pierde en el interior del coche—.
Es que usted… me ha salvado la vida, señor Voelklein. —Mis ojos se llenan de lágrimas
una vez más—. Desde que han fallecido mis abuelos estoy sola en este mundo, ¿sabe? Y
Beatriz… me ha hecho sentir como si no valiera nada. Alguien desechable. Pero me liberó y
no sé cómo puedo pagárselo. No tengo dinero. —Se me quiebra la voz—. Solo gano lo
suficiente como para alimentar a mi gata Ronnie y a mí y para pagar el apartamento. Gastos
necesarios. No sé cómo puedo pagarle.
Me toma por sorpresa cuando acuna mis mejillas con sus manos cálidas y suaves. Fija
sus ojos grises en mí y remoja sus labios al pasar la punta de la lengua en ellos.
—Tú me has salvado a mí, Amy, cuando me permitiste entrar en tu vida —susurra—.
Quiero darte la felicidad que mereces. No hubiera soportado que nadie te hiciera daño. Eres
valiosa, preciosa y, sobre todo, tan incandescente que eres capaz de brillar en cualquier
sitio que pises. No quiero que me pagues, solo quiero que no me saques de tu vida, por
favor.
Me desabrocho el cinturón.
No puedo evitar arrojarme a sus brazos y abrazarlo con fuerza; rodeo su cuello con mis
manos húmedas por las lágrimas y hundo mi rostro en el hueco de su hombro.
Me corresponde al rodearme con sus brazos. Siento su rostro en mi cuello. Su nariz
acaricia mi piel, que se eriza y me provoca un escalofrió que recorre como una caricia
desprevenida toda mi espina dorsal.
—No quiero marcharme de tu lado —murmuro—. Tu amistad y compañía son
indispensables para mí.

La joven se remueve cada tanto por algún sueño que interrumpe su tranquilidad. Su
cabello castaño es un manto sobre las almohadas de plumas; los mechones se esparcen
como un abanico sobre ellas. Asimismo, tiene los brazos relajados fuera del edredón.
Un ángel duerme en medio de su habitación.
Intranquila, sus párpados se mueven por aquel mal sueño.
Matt la observa dormir en los pies de la cama en medio de su pequeño apartamento a oscuras, aunque las luces de la calle se calan sobre sus cortinas blancas, que se agitan un poco por la brisa del viento.
Amy duerme y él vela sus sueños.

Después de unos minutos, él se marcha sin dejar rastro de su presencia.
Si tan solo Amy supiera que Matt la ve dormir desde el día en que la conoció en aquel
café…

El clímax de un millonario (Libro 2 TRILOGIA EL PECADO DE LOS DIOSES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora